Las altas tasas de interés y el superávit fiscal, impiden el crecimiento económico y la reducción de la deuda
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Por Arturo Huerta González
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 17 de septiembre de 2019.- El banco central mantiene altas tasas de interés y mayores a la gran totalidad del resto del mundo (en México la tasa de referencia es 8%, mientras en Alemania es -0.4%, en Japón -0.1%, en EUA 2.25%, en Chile 2%) para atraer capitales financieros y así incrementar reservas internacionales para abaratar el dólar y el precio de los productos importados y bajar la inflación. A ello se suma el hecho que la alta tasa de interés frena la demanda por crédito, lo que reduce la demanda (inversión y consumo) para así evitar presiones sobre precios y sobre el tipo de cambio. El banco central logra su objetivo de baja inflación a costa de sobre endeudar al país y de frenar el crecimiento de la demanda, de la actividad económica y la generación de empleo formal, lo que lleva a que continúen los bajos salarios, y prosiga el bajo crecimiento del mercado interno y de la actividad económica. Las altas tasas de interés están afectando severamente a la industria de la construcción, que es de las que más empleos genera. Asimismo, se ha caído significativamente la demanda por automóviles, debido al alto costo del crédito, que en un contexto de crecimiento cero del ingreso nacional, es impagable dicha deuda.
Las empresas y familias están altamente endeudadas y con el no crecimiento de sus ventas e ingresos, no podrán pagar sus obligaciones financieras, lo que está aumentando la cartera vencida y se avecinan problemas en el sistema bancario. La banca sigue manifestando altas ganancias, debido al diferencial de las tasas de interés entre las que cobra por los préstamos que otorga, en relación a la baja tasa de interés que paga por los depósitos de ahorro que reciben, así como por las altas comisiones que cobra por los servicios que presta. Sin embargo, tales altas ganancias han dejado de crecer como acontecía hasta hace poco, y empezarán a disminuir conforme siga aumentando la cartera vencida y de ahí los reajustes de personal que ya se observan en algunos bancos desde el 2018.
Por más que el gobierno federal sigue con presupuesto austero para alcanzar superávit primario y reducir el déficit fiscal y el monto de la deuda y la relación que ésta guarda con el PIB, no lo logra, debido al impacto que la alta tasa de interés tiene sobre el costo del servicio de la deuda, como sobre el menor crecimiento económico. Los recortes presupuestales y la alta tasa de interés, aunado a la apreciación del peso (que reduce la competitividad de la producción nacional frente a importaciones), son los causantes del estancamiento de la economía nacional y de que ésta vaya a la recesión. El menor ingreso de empresas e individuos está disminuyendo la recaudación tributaria (ISR e IVA), por lo que no conseguirán el superávit primario programado, ni reducir el déficit fiscal (que incluye el pago de la deuda), ni el monto y relación de endeudamiento, tanto por la mayor deuda, como por la caída del PIB.
El gobierno cae en la trampa de las Calificadoras Internacionales. Éstas señalan que le bajarán el grado crediticio si no reduce el déficit fiscal y el monto de la deuda, y el gobierno al tratar de cumplir con ello, gastando menos, contrae la actividad económica. Ésta reduce los ingresos tributarios, por lo que no logra los objetivos buscados de reducción del déficit, ni el pago de la deuda, ni la reducción de ésta, por lo que le terminarán reduciendo el grado crediticio, tanto por ello, como por el menor crecimiento económico. Al no crecer una economía, menos condiciones de pago pasa a tener para cubrir con sus obligaciones financieras.
El gobierno federal por más que dice que su presupuesto es realista y responsable, no lo es. La realidad exige que para salir del estancamiento el gobierno debe gastar más. Es decir, debe instrumentar una política fiscal contra-cíclica, que reactive la actividad económica y la generación de empleo formal, y no seguir con políticas para ser bien vistos por las Calificadoras. La política fiscal debe ser responsable para cumplir con los propósitos públicos de crecimiento, empleo y bienestar. La responsabilidad fiscal no está en el equilibrio fiscal, ni en la reducción de la deuda. La política fiscal debe ser evaluada en función de su impacto sobre la actividad económica y en el empleo, y la política seguida por el gobierno atenta sobre ello, y tampoco logra el equilibrio fiscal y la reducción de la deuda buscada. Si el gobierno quiere ahorrar y recaudar más para pagar y reducir la deuda, debe gastar más para impulsar el crecimiento económico y así mejorar el ingreso del sector privado y de las familias, para poder ver incrementados los ingresos tributarios, para disminuir las presiones sobre las finanzas públicas y reducir la deuda. Cosa que no entienden los economistas neoliberales de la SHCP.