“Lloró y me abrazó”: brasileño sigue separado de su hijo

Foto: Denis Poroy, / AP

Por Peter Prengaman

AP. Río de Janeiro, Brasil. 22 de junio de 2018.- Veintiséis días después de ser detenido en la frontera entre Estados Unidos y México con su hijo, un hombre brasileño dice que no tiene idea cuándo verá al chico de 9 años, teme que esté perturbado e imposibilitado de comunicarse porque solo habla portugués.

En entrevista telefónica el jueves por la noche desde el Centro Penitenciario del condado de Cibola en Milan, Nuevo México, el hombre de 31 años dijo que habló por teléfono con su hijo una sola vez desde que los separaron. El padre, que ha solicitado asilo, aceptó hablar con The Associated Press bajo la condición de no ser identificado porque teme por su vida si lo envían de regreso a Brasil.

“Lloró. Estaba tan triste”, dijo. “Le había prometido que serían apenas de tres a cinco días”.

El hombre, oriundo del estado central de Minas Gerais, dijo que lo habían despedido recientemente de la panadería donde trabajaba. Dijo que tenía una deuda de unos 8.000 dólares que no podía pagar y que una banda criminal lo perseguía para obligarlo a pagar. Se negó a entrar en detalles.

Por eso decidió ir a Estados Unidos con la idea de conseguir trabajo y mandar a llamar a su esposa y el otro hijo de ambos, que tiene 3 años. Con su hijo mayor voló a Ciudad de México y de allí llegaron a la frontera. Cuando intentaban cruzar ilegalmente cerca de San Ysidro, California, los sorprendió la Patrulla Fronteriza.

Los llevaron a un centro de detención con muchas otras familias.

“Durante dos días, lo único que nos dieron de comer fueron Doritos, barras de cereal y jugo”.

Entonces le dijeron que se llevarían a su hijo a un lugar para menores y que estarían separados cinco días, como máximo.

“No quería asustarle. Le dije, ‘escucha, hijo, me iré tres días, cinco como máximo, y entonces volveré a verte’”, dijo el padre. “Lloró y me abrazó. Es un buen chico. Nunca había estado separado de mí o de su madre”.

Diez días después, el padre supo que habían llevado a su hijo a la Oficina de Reasentamiento de Refugiados en Chicago. Llamó a un teléfono legal y un abogado de inmigración finalmente pudo conseguirle una conversación telefónica de 20 minutos con el chico.

Mientras tanto, el niño se había comunicado con su madre en Brasil. Cuando los separaron, el padre le dio su teléfono celular, que tenía el número de teléfono de la madre.

Entrevistada por teléfono el jueves por la noche, la madre dijo a la AP que su hijo puede llamarla los lunes y jueves y les permiten hablar durante 30 minutos. Dijo que el chico se ha serenado un poco desde las primeras conversaciones, pero está angustiado y quiere ver a sus padres. El chico es hiperactivo y toma Ritalin, y en el lugar donde se encuentra siguen suministrándoselo, dijo.

“Llora mucho, quiere salir”, dijo la madre, de 31 años, que trabaja en el aseo de oficinas. “Está más sereno, pero quiere salir de ahí”.

“Es horrible. Espantoso”, dijo. “Los chicos sufren. (Los padres) también”.

Los padres dijeron a la AP que han pedido reiteradamente ver a su hijo. Esperaban que el decreto firmado por el presidente Donald Trump el miércoles para desistir de las separaciones de familias inmigrantes les diera claridad, pero hasta el momento no ha sucedido.

El padre dijo que tuvo una audiencia para su solicitud de asilo el jueves. Cuando preguntó sobre su hijo, el agente que lo entrevistaba le dijo que eso dependía de otro departamento.

La madre dijo que recibió respuestas igualmente vagas del lugar de detención a través de un abogado que intenta ayudarlos.

Aldea, el Centro de Justicia Popular, una firma legal sin fines de lucro que ayuda a inmigrantes, presentó demandas federales en nombre del chico de nueve años y de otro brasileño de 15 años, también separado de su padre. Las demandas argumentan que separar a los padres de sus hijos y procesarlos por separado es ilegal, y deben ser reunidos.

“Iniciamos estas demandas porque lo que han experimentado estas familias es una pena”, dijo la abogada Karen Hoffmann. “Nadie sabe cómo será la reunificación. El gobierno no lo sabe, por cierto”.

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