López Obrador llega a Día de la Constitución mexicana con deseos de renovarla
Foto: José Méndez / EFE
Por Pedro Pablo Cortés
EFE. Ciudad de México. 05 de febrero de 2020.- El presidente Andrés Manuel López Obrador llega a este 5 febrero, Día de la Constitución mexicana, con una relación compleja con la Carta Magna, la pretensión de crear una «constitución moral» y la posibilidad de convertirse en el mandatario con más reformas al texto.
La Constitución cumple este miércoles 103 años de su promulgación, periodo en el que se han expedido 240 decretos para reformarla y sus artículos se han modificado 717 veces, explica en entrevista Sergio Charbel Olvera, abogado de la firma Constitucionalistas.
«Si sigue la tendencia en este periodo, quizá sea el periodo presidencial en el que más reformas van a existir. Apenas en un año van un total de siete decretos de reforma a la Constitución y un total de 34 artículos reformados», expone Olvera, quien también es profesor en la Escuela Libre de Derecho.
Hasta ahora, detalla el académico, el presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018) encabeza la gestión con más reformas, pues en su sexenio los artículos constitucionales se modificaron 155 veces, seguido de Felipe Calderón (2006-2012) con 110.
De hecho, añade, 2016 es el año con más reformas a la Carta Magna, con 57 artículos reformados, seguido del 2014 con 45 y del 2019 con 34, el primer año completo de la Administración de López Obrador.
Además, describe el jurista, el texto actual tiene 70.432 caracteres, un aumento de 219,7 % en extensión en comparación con los 22.029 caracteres de la normativa promulgada en 1917.
El abogado comenta que esta tendencia de regular «prácticamente todas» las materias en el texto constitucional ocurre por una tradición histórica en México que prefiere «constantes» reformas en lugar de movimientos que «alteren el orden social».
«Esto hace que en cada periodo presidencial el hecho de reformar la Constitución implica plasmar los programas o planeaciones políticas del Gobierno en turno, de esta manera consolida su línea política y asegura que esta se respete en su periodo», señala.
¿NUEVA CARTA MAGNA?
En la conmemoración del año pasado, el presidente López Obrador apuntó a la necesidad de una nueva Constitución, aunque reconoció que no hay «condiciones» para hacerlo.
«Buscamos una nueva transformación, y correspondería tener una nueva Constitución. Pensamos que no hay condiciones para eso, porque tenemos otras tareas más importantes, y se optó por hacer propuestas de reformas», manifestó el mandatario en el central estado de Querétaro, donde se realizó el Congreso Constituyente de 1917.
Esta declaración es «una contradicción», afirma Luis Barrón, profesor investigador de la División de Historia del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE).
«Me parece absurdo decir que México necesita una Constitución nueva cuando no existe el capital político para hacerla. Si se necesitara, pues el capital político estaría ahí, insisto, sobre todo detrás de un presidente que fue electo por una mayoría indiscutible, cosa que no se dio en los sexenios anteriores», dice.
El historiador del constitucionalismo también aclara que el promover reformas «no lo hace distinto a ninguno de los presidentes que lo antecedieron», pues solo el presidente Venustiano Carranza (1917-1920) gobernó «sin ninguna modificación del texto».
Por ello, cuestiona que, en el acto de hace un año, el presidente también haya dicho que se «afectó mucho (la Carta Magna), no solo la letra, sino la esencia, su espíritu».
«Me parece que es una expresión muy cercana al populismo que hemos visto en Occidente en el que, cuando un líder populista llega al poder, lo primero que trata de hacer es debilitar el marco constitucional para hacer los cambios, precisamente, sin tener el capital político para hacerlos», advierte.
CONSTITUCIÓN MORAL
El presidente López Obrador se reunió este martes con los integrantes del comité que designó para elaborar una «constitución moral», que él ha promovido para recuperar los «valores» del pueblo mexicano.
Mientras Olvera opina que en este texto se trata de «plasmar una ideología política» para generar un «complemento» que se «aleja de ser algo obligatorio», Barrón cuestiona la idea de nombrar Constitución a un texto de esa naturaleza.
«¿Una Constitución moral qué quiere decir? ¿Que él tiene una idea moral que va a imponer al resto de la sociedad? Pues me parece eso una posición autoritaria insostenible», comenta el académico del CIDE.
El historiador asevera que es innecesario crear un documento así porque todas las Constituciones y los marcos legales de cada país ya reflejan la idea de moral y de justicia de sus sociedades.
«Si lo que él quiere es terminar con la inmoralidad en el Gobierno, pues ahí están las leyes, para que las aplique. Ahí está el marco jurídico para aplicarlo y para terminar con la corrupción. No necesita hacer una Constitución moral», reflexiona.