Más que reforma tributaria, se requiere que Banxico compre deuda pública a tasa de interés cercana a cero, para que el gobierno incremente el gasto
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Por Arturo Huerta González
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 02 de diciembre de 2020.- Un “Estado fuerte” no requiere una “gran reforma tributaria”, sino trabajar con tipo de cambio flexible y que Banxico compre deuda pública a una tasa de interés cercana a cero, para que el gobierno pueda encarar la pandemia, para apoyar a las empresas para evitar su cierre y quiebra, como para generar empleo para todo aquel que lo busca y no lo encuentra y así mejorar la distribución del ingreso.
En contexto de crisis, de caída del ingreso de los contribuyentes (situación que durará varios años), no se puede establecer alza de impuestos, pues ahondaría los problemas de acumulación y crecimiento, sino al contrario, el gobierno debería permitir reducir y postergar el pago de impuestos a las empresas productivas para que sorteen sus problemas financieros, para que retomen el crecimiento de la inversión y la generación de empleo. Ello debe ir acompañado de incremento del gasto público deficitario para incrementar demanda, ventas e ingresos a las empresas, como para incrementar el empleo. El gasto público deficitario no requiere de impuestos para financiarse, sino que el banco central acompañe a la política fiscal expansiva. Una vez recuperada la actividad económica, el gobierno vería incrementada la recaudación tributaria y reduciría el déficit y el monto de la deuda.
Los impuestos no son para financiar el gasto del gobierno, son para que los contribuyentes acepten la moneda emitida por el gobierno para que éste pueda comprar todo aquello que se vende en su moneda. Los impuestos son para disminuir el poder adquisitivo de ciertos sectores y reducir su tamaño y poder en la economía, lo que genera espacio para que el gobierno gaste donde ellos dejen de hacerlo. También los impuestos son para regular la liquidez en la economía para evitar presiones inflacionarias. Para restringir el consumo cuando hay presiones inflacionarias, como de productos que ocasionan problemas de salud a la población (ej. alcohol, cigarrillos).
Se requieren grandes montos de financiamiento, tanto para el combate a la pandemia, como para recuperar e impulsar la planta productiva y la generación de empleo, por lo que el banco central debe comprar deuda publica en forma directa al gobierno, para que éste pueda encarar los retos que se enfrentan.
El gobierno tiene que incrementar el gasto e inversión sustancialmente para apoyar a hospitales, a los que viven al día para que se mantengan en casa para frenar el contagio, así como para incrementar el presupuesto a estados y municipios ante los problemas de sobre- endeudamiento y para que aumente el gasto para satisfacer las demandas de apoyo a empresas y empleo, como en salud y bienestar.
La fuerte caída de la inversión fija bruta (de 16.6% de agosto de 2020 a agosto de 2019), junto al cierre y quiebre de empresas, está destruyendo capacidad productiva, como generación de riqueza y empleo. Ante ello, el gobierno tiene que expandir su gasto e inversión y déficit fiscal para impedir una drástica caída de la actividad económica. De proseguir ésta, se compromete a su vez el pago de la deuda externa y al generalizarse ello en muchas economías subdesarrolladas, afectará a los países acreedores. Ello debe llamar a atención a los países desarrollados y exitosos para que dejen de lado sus políticas individualistas y asuman compromisos de apoyo a las economías menos desarrolladas, tanto a las más pobres, como a las que enfrentan problemas financieros.
Mientras no se retome el crecimiento económico y mejore el ingreso de empresas e individuos, el gobierno federal, así como los gobiernos estatales y municipales no podrán ver incrementados sus ingresos tributarios para reducir el déficit fiscal y el monto de su deuda.
La SHCP y Banxico deben dejar de lado sus enfoques neoclásicos de insistir en austeridad fiscal, en altas tasas de interés y estabilidad cambiaria que solo favorecen al sector financiero, sino deben flexibilizar la política económica a favor del combate a la pandemia, del empleo y el crecimiento productivo. El gasto público deficitario no sería inflacionario, dada la capacidad ociosa existente que puede ser utilizada para incrementar la producción. La reducción de la tasa de interés no provocaría salda de capitales, sino que el capital optaría a invertir internamente ante el crecimiento que se configuraría. De no instrumentar políticas a favor del crecimiento y el empleo, dichos tomadores de decisiones pasarán a la historia como causantes de la profunda crisis que enfrentamos y que se prolongará por su falta de Proyecto de Nación.