Migrantes centroamericanos llegan a la frontera de EEUU

Foto: Omar Martínez / Cuartoscuro

AP. Tijuana, Baja California. 25 de abril de 2018.- Una caravana de unos 130 migrantes centroamericanos, en su mayoría mujeres y niños, llegó a la ciudad fronteriza de Tijuana con la intención de solicitar asilo en Estados Unidos.

Dos autobuses llenos arribaron el martes por la noche a dos albergues de migrantes ubicados a unos pasos de una de las zonas más fortificadas en la frontera norte de México. Ahí se unieron a otros 50 inmigrantes que habíain llegado a la ciudad durante el último par de semanas.

Se esperaba la llegada de unos 200 centroamericanos más a Tijuana el miércoles, también en su mayoría mujeres y niños, dijo Alex Mensing, del grupo Pueblos Sin Fronteras, organizador de la caravana.

Algunos abogados estadounidenses planeaban encabezar clínicas esta semana sobre las leyes de asilo de Estados Unidos y qué esperar al momento de presentar su solicitud. Se prevé que los primeros grupos intenten cruzar la frontera el domingo en el puerto de entrada de San Diego.

Trump y sus principales asesores han descrito la caravana y a los solicitantes de asilo como evidencia de una frontera disfuncional y una amenaza grave para Estados Unidos. El presidente tuiteó esta semana que emitió órdenes “de no permitir que estas enormes caravanas de personas ingresen al país. Es una desgracia”.

Durante años, las caravanas han sido una táctica bastante recurrente entre los grupos de activistas que pretenden generar consciencia sobre los ciudadanos centroamericanos que solicitan asilo en Estados Unidos para escapar de la persecución política y la amenaza de las pandillas.

Pero la más reciente generó aún más atención debido al seguimiento que le ha dado Trump casi desde el momento en que inició su trayecto el 25 de marzo en la ciudad mexicana de Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala, y atravesó México lentamente.

Trump utilizó a la caravana como ejemplo para intentar generar más respaldo para su propuesta de construir un muro fronterizo, a pesar de que los solicitantes de asilo planean presentarse ante los inspectores.

El taxista salvadoreño Jovanne Torres dijo el miércoles, una noche después de llegar a Tijuana, que los ataques de Trump contra la caravana lo hacen dudar sobre si tendrá éxito en su solicitud de asilo para él, su esposa y sus hijas de 4 años y de 10 meses. Pero de todas formas lo intentará.

Torres, de 37 años, dijo que huyó de la localidad donde vivía cerca de la capital San Salvador, y se integró a la caravana días después de que una pandilla amenazó con matarlos a él y a su esposa por negarse a llevar gratis a un pandillero.

Cree que es casi seguro que lo maten si vuelve a su país y decidió no solicitar asilo en México porque quiere reunirse con unos familiares en Houston.

“Nos la han puesto difícil, las palabras del presidente Trump. Pero confiamos en Dios que nos van a escuchar”, dijo Torres.

El tamaño de la caravana actual es apenas una fracción de los casi 200.000 personas, en su mayoría mujeres y niños centroamericanos, que fueron arrestados en el Valle del Río Grande, en la frontera con Texas, a principios de 2014 durante el gobierno del presidente Barack Obama. Además, miles de haitianos que intentan ingresar a Estados Unidos se han entregado a los inspectores fronterizos entre Tijuana y San Diego, el cruce más transitado del país.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza tiene lugar para retener a unas 300 personas en el cruce, dijo Pete Flores, director de la oficina de campo de la agencia en San Diego. La dependencia los entrega al Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE por sus iniciales en inglés) para determinar si deben ser retenidos a largo plazo o pueden ser liberados hasta que se resuelva su situación, a menudo colocándoles brazaletes electrónicos para rastrear sus movimientos.

En 2016, el cruce fronterizo de San Diego estuvo tan abrumado de trabajo por la presencia de los haitianos que las autoridades estadounidenses se vieron obligadas a trabajar con sus contrapartes mexicanas con el fin de crear un sistema de turnos para el ingreso de los ciudadanos del país caribeño. Algunos de ellos esperaron en Tijuana más de cinco semanas.

En casos más recientes, los solicitantes de asilo han tenido que esperar tan solo unas cuantas horas, nunca toda la noche, relató Flores. En caso de que los solicitantes pasen los primeros filtros al demostrar que padecen “miedo creíble” de volver a sus países de origen, se les permite el ingreso y enfrentan lo que puede ser un prolongado proceso ante jueces migratorios.

Ginger Jacobs, abogada migratoria de San Diego que ayudó a los haitianos que buscaban ingresar al país en 2016, dijo que las preocupaciones de Trump sobre el ingreso de centroamericanos que solicitan asilo “están completamente fuera de proporción”.

“No veo que esta caravana sea gran cosa”, dijo. “Creo que es algo que el puerto de ingreso podrá manejar de manera competente y profesional”.

La secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, dijo el lunes que las autoridades estadounidenses podrían detener a los solicitantes de asilo “mientras se juzgan sus afirmaciones de manera eficiente y expedita”. Otros serán juzgados penalmente por ingresar ilegalmente al país, aclaró.

El secretario de Justicia Jeff Sessions dijo que podría asignar a jueces migratorios adicionales para manejar los casos relacionados con la caravana.

El refugio migrante Juventud 2000, ubicado en una orilla de la zona roja de Tijuana, está lleno de tiendas de campaña para albergar a las más de 200 personas que llegaron.

Su director, José María García Luna, dijo que las dos caravanas previas, en mayo y noviembre del año pasado, eran de alrededor de 100 personas cada una. Los solicitantes de asilo no reportaron demoras significativas para ingresar a Estados Unidos.

“Esto no es nada en comparación con los haitianos”, dijo García Luna. “Eso fue un caos”.

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