Migrantes parten de Ciudad de México, otros esperan buses

Foto: Rodrigo Abd / AP

Por Mark Stevenson y Christopher Sherman 

AP. Ciudad de México. 09 de noviembre de 2018.- Unos 500 migrantes centroamericanos salieron el viernes de la Ciudad de México para embarcarse en la etapa más larga y peligrosa de su viaje a la frontera de Estados Unidos, mientras miles decidieron esperar un día más en un improvisado refugio en un estadio deportivo.

El grupo reunió sus pocas posesiones y partió en metro hacia la parte norte de la ciudad y luego caminó por una autopista con escolta policial.

Para muchos fue la primera vez en el metro y tenían poco conocimiento del camino hacia Tijuana, adonde se dirigen, ubicada a unos 2.800 kilómetros.

Carlos Castanaza, un plomero de 29 años de la Ciudad de Guatemala, se envolvió de pies a cabeza en una manta para paliar el frío y le preguntó a los transeúntes dónde estaba la próxima cabina de peaje. Cuando le dijeron que estaba en una ciudad a unos 30 kilómetros de distancia, escribió cuidadosamente el nombre en su mano con una pluma para recordar adónde iba.

Deportado por conducir sin licencia después de una década de trabajo en Connecticut, Castanaza está desesperado por volver con sus dos hijos nacidos en Estados Unidos. «He querido regresar por más de un año, pero no pude», dijo. «Por eso me uní a la caravana».

El grupo espera llegar a la ciudad de Querétaro, a unos 170 kilómetros al noroeste, al caer la noche.

Mientras tanto, entre 4.000 y 5.000 migrantes esperaban impacientes en el complejo deportivo Jesús Martínez.

«¡Vamos, vamos!», gritó el hondureño Eddy Rivera, de 37 años, que ya no quería quedarse en el campamento por más tiempo. «Todos estamos enfermos del frío, de la humedad», agregó el hombre que dejó a su esposa y cuatro hijos en Honduras. «Queremos salir ya, tenemos que llegar a Tijuana».

Aunque no estaba seguro de cómo un trabajador agrícola no calificado como él sería admitido en Estados Unidos, tenía un simple sueño: ganar suficiente dinero para construir una pequeña casa para su familia en Puerto Cortés.

Miles de migrantes pasaron los últimos días descansando, recibiendo atención médica y debatiendo cómo proceder con su ardua caminata por Centroamérica y México que comenzó a mediados de octubre.

El jueves, representantes de la caravana se reunieron con funcionarios de la oficina local de las Naciones Unidas y exigieron autobuses los llevaran a la frontera.

El coordinador de la caravana, Milton Benítez, dijo que los funcionarios les ofrecieron autobuses solo para las mujeres y niños pero que ellos insistieron en que debía haber para todos. The Associated Press no se pudo contactar de inmediato con los representantes de la ONU para confirmar la información.

La mayoría de los migrantes esperaban que los buses llegaran, pero se mostraron decididos a abandonar la ciudad si ello no ocurre.

«Los buses llegarán, si no, caminaremos», dijo Delia Murillo, una madre soltera de 18 años que dejó a su hija en Honduras porque temía por su seguridad durante el viaje.

«No va a haber buses», manifestó Héctor Wilfredo Rosales, un electricista de 46 años de Olancho, Honduras, que se echó a andar con su hijastro de 16 años por la falta de empleo. «Nos han mentido mucho, pero iremos caminando como hemos hecho hasta ahora”.

La Ciudad de México está a más de 965 kilómetros del paso más cercano en McAllen, Texas, y una caravana similar la pasada primavera optó por una ruta más larga hasta Tijuana, en el extremo noroeste, para cruzar a San Diego. Ese contingente fue perdiendo miembros por el camino hasta quedar en apenas 200 personas cuando alcanzaron la frontera.

«California es la ruta más larga pero es la mejor frontera, mientras que Texas está más cerca pero es peor”, explicó el abogado José Luis Fuentes, del grupo estadounidense National Lawyers Guild, a los migrantes.

Rosales hubiera preferido una ruta más corta “porque van muchas mujeres con niños y va a ser muy duro”, pero estaba contento con la decisión de marcharse ya y confiaba en que, como ocurrió para llegar a la capital, los mexicanos les darán un jalón.

Los migrantes quieren autobuses que los lleven a la frontera porque es demasiado duro y peligroso seguir caminando y haciendo dedo. Además según se avance hacia el norte el clima será más frío y no es seguro transitar por las carreteras de las zonas donde operan los cárteles de drogas.

La marcha de los centroamericanos fue convertida por el presidente estadounidense Donald Trump en un tema de campaña para las elecciones de mitad periodo de esta semana.

México ha ofrecido refugio, asilo o visas de trabajo a los migrantes. El gobierno dijo que emitió 2.697 visas temporales a individuos o familias.

Pero la mayoría quiere seguir a Estados Unidos. Las autoridades dijeron que muchos rechazaron ofertas para quedarse en México y solo una pequeña parte accedió a retornar a sus países de origen.

Alrededor del 85% de los miembros de la caravana son de Honduras y el resto de Guatemala, El Salvador y Nicaragua.

El miércoles, un autobús partió de la Ciudad de México con 37 personas a bordo que regresaban a sus países.

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