Migrantes siguen su marcha a pesar de amenazas de Trump

Foto: Moises Castillo / AP

Por Sonia Pérez D. 

AP. Chiquimula, Guatemala. 17 de octubre de 2018.- Una caravana de unos 2.000 hondureños que esperan llegar a Estados Unidos siguió su marcha por Guatemala el miércoles, a pesar de la amenaza del presidente estadounidense Donald Trump de cortar la ayuda a los países centroamericanos que no detengan el avance de los migrantes.

“Vamos a seguir, aquí el que decide es Dios, nosotros no tenemos más que avanzar”, dijo a The Associated Press Luis Navarreto, un migrante de 32 años que había leído sobre la advertencia del mandatario estadounidense.

Nelson Zavala, un jornalero de 36 años que forma parte de la caravana, relató que lleva tres días de desvelo pero “estamos agradecidos con Dios y por la ayuda que estamos recibiendo del pueblo guatemalteco”.

“Estamos aquí gracias a Juan Orlando (Hernández, presidente de Honduras)”, dijo Zavala al quejarse de la pobreza en su país.

Los migrantes iniciaron la marcha por la madrugada, sin desayunar, y esperaban caminar unos 40 kilómetros hasta Zacapa, la población siguiente en la ruta. Según la Casa del Migrante unos 1.000 ya llegaron a la capital guatemalteca gracias a que extraños los acercaron en automóvil o tomaron un autobús.

A su paso los migrantes sonríen, saludan a la gente y aprovechan para pedir dinero para comer. El clima los favorece pues la zona es húmeda y calurosa pero amaneció con el cielo nublado y una tenue llovizna que hace más llevadera la jornada.

Brenda Celis, de 40 años y quien marcha con sus dos hijos de 10 y 12, dijo que llegaría hasta donde pudiera a pesar de la amenaza de Trump. “Nosotros vamos a seguir, vamos con el Dios de lo imposible, sin exponer mucho más a los niños” dijo.

La víspera los hondureños recorrieron unos 48 kilómetros para llegar a Chiquimula luego de cruzar la frontera de Guatemala.

Mientras el sofocante calor de la jornada dejaba paso a un aguacero nocturno, Norma Chacón, de 31 años, se preparó para dormir en el piso de un auditorio municipal con su hijo de 18 meses, que estaba descalzo y vestía un overol. Los residentes del municipio llevaron pan, frijoles, queso y café a los migrantes.

Chacón, que dijo que intentó vender cosméticos en Honduras, dejó a sus otros dos hijos en el país pero se llevó al más pequeño porque sigue amamantándolo.

Mientras se acomodaba Trump lanzó una serie de mensajes a través de Twitter en los que manifestó que Washington advirtió a los gobiernos de Honduras, Guatemala y El Salvador que su ayuda se suspenderá si permiten que la gente viaje desde o a través de sus países para entrar a Estados Unidos sin autorización.

“Todo aquel que ingrese ilegalmente a Estados Unidos será arrestado y detenido antes de ser enviado de regreso a su país”, tuiteó.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos pidió el martes en Honduras, Guatemala y México que respeten los derechos y garanticen la seguridad de los migrantes hondureños que forman parte de la caravana. Las estimaciones apuntan que podría haber hasta 3.000 personas.

El tamaño del grupo se multiplicó desde que unos 160 migrantes partieron el viernes de la ciudad hondureña de San Pedro Sula. Mucha gente se fue uniendo de forma espontánea llevando apenas unas pocas pertenencias. Un cura guatemalteco estimó que más de 2.000 fueron alimentadas en tres albergues gestionados por la Iglesia en Esquipulas, la primera parada del grupo en Guatemala.

En sus primeras declaraciones sobre el último grupo de migrantes el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, acusó a «grupos políticos» que no identificó de usar mentiras para organizar la caravana como una forma de crear problemas al país.

Antes la cancillería hondureña había dicho que la gente había sido atraída para unirse a la migración con «falsas promesas» de una visa de tránsito para cruzar México y la oportunidad de solicitar asilo en Estados Unidos.

México advirtió que solo quienes cumplan los requisitos podrán entrar al país y, en la mayoría de los casos, los hondureños necesitan visas para hacerlo.

Sin embargo, sigue sin estar claro si México y otros gobiernos de la región tienen la voluntad política de detener físicamente a los decididos migrantes hondureños, que huyen de la pobreza y la violencia generalizada en uno de los países con mayor tasa de asesinatos del mundo.

Los migrantes esperan que viajar en masa los proteja de los robos, asaltos y peligros que plagan la ruta hacia el norte.

Las autoridades guatemaltecas detuvieron el martes a un exlegislador hondureño, Bartolo Fuentes, que viajaba en la caravana, junto con otros dos hombres. Algunas organizaciones hondureñas habían identificado a Fuentes como coordinador o vocero del grupo, aunque los migrantes dijeron que solo los acompañaba y ayudaba.

La esposa de Fuentes, Dunia Montoya, señaló que su esposo estaría detenido por 72 horas y sería deportado si la intervención de grupos de derechos humanos guatemaltecos no lo evitaba.

Guatemala cerró las instalaciones de migración en el paso fronterizo de Agua Caliente para evitar la entrada de más hondureños. Policías y soldados se apostaron en el lado hondureño de la frontera para impedir nuevas incorporaciones a la caravana.

Desde 2014 Estados Unidos ha destinado 2.600 millones de dólares en ayuda a Honduras, Guatemala y El Salvador. Para 2019 Washington comprometió 65,7 millones para programas de seguridad, construcción de la democracia, derechos humanos y desarrollo económico y social en Honduras.

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