Nuestro país y el planeta por encima de las ganancias. Una sola Tierra

Pronunciamiento

“Trabajo tenemos, tenemos el campo, mientras tengamos las tierras y el agua eso significa nuestra libertad y nuestra dignidad. Y si no tenemos el campo, no tenemos agua, no tenemos nada como pueblos agrarios, como pueblos zapatistas.”

– Samir Flores Soberanes (extraído de su última entrevista en vida)

En todo México está llorando la tierra, y nosotros lloramos con ella. El próximo 5 de junio los países del mundo conmemoran el Día del Medio Ambiente, y aquí deberemos hacerlo exigiendo justicia y castigo a los perpetradores de los asesinatos y desapariciones de los defensores de la tierra en los últimos cinco meses, nuestros hermanos y hermanas:

 

  • Miguel Vazquez Martínez, opositor a las hidroeléctricas en el Río Bobos Nautla en Veracruz;
  • Jaime Jiménez Ruiz, opositor a hidroeléctrica en Paso de la Reina, Oaxaca;
  • Marco Antonio Arcos, defensor de los bosques de Guerrero;
  • María de Jesús Gómez Vega y su esposo José de Jesús Robledo Cruz, opositores a la minera Peñoles en Sonora;
  • Por la aparición con vida del vocero de la tribu Yaqui, el defensor del agua Tomás Rojas Valencia; entre otros.

Ellos se suman a los más de 40 defensores del medio ambiente asesinados en la actual administración.

Cada uno de los proyectos de muerte contra los que luchaban siguen vigentes; cada aspecto de ese meticuloso plan imperialista para saquear nuestros territorios que diseñaron los gobiernos neoliberales anteriores y que no se han detenido en el gobierno de López Obrador:

 

  • Siguen vigentes sus concesiones mineras como la de Grupo Peñoles en Sonora;
  • Siguen vigentes sus concesiones de aguas como las de Bonafont y Junghanns en Puebla, las de cerveceras y de Driscoll en Baja California o las de aguacateros en Jalisco y Michoacán;
  • Siguen los leoninos proyectos energéticos de hidrocarburos del Golfo, el fracking del noreste o las hidroeléctricas en Oaxaca y Guerrero; los proyectos de gas natural en Baja California y la termoeléctrica en Huexca, Morelos.
  • Siguen los mega-parques eólicos en el istmo oaxaqueño y los grandes desarrollos turísticos destructivos en la península de Yucatán;
  • Siguen vigentes la lucha por el acceso al agua en las colonias populares de la Ciudad de México y contra la instalación de enormes antenas de telecomunicación en los pueblos de Veracruz;
  • Sigue el robo y concentración de tierras y quema de bosques para expandir las agroindustrias;
  • Sigue la privatización de los pocos bosques que tienen las ciudades para seguirlas expandiendo, como la del Chamizal en Cd. Juárez Chihuahua, o la de la Primavera en Guadalajara o los de la Sierra de Guadalupe en Edomex;
  • Siguen ahora con más empuje que antes las rutas mercantiles neocoloniales, como la del Tren Maya o la del corredor interoceánico, en el Istmo de Tehuantepec, con la que los gringos sueñan desde hace 160 años;
  • Siguen las mega granjas ganaderas como las de cerdos en Yucatán o Veracruz, que dejan lagos de sangre donde había agua, y producen pandemias, como la que nos azota.

Estas dinámicas han provocado una secuela de despojo, contaminación y de afectaciones al tejido social (con consultas y asambleas amañadas y división de comunidades), beneficiando principalmente a las empresas trasnacionales y a políticos nacionales.

Todo esto además en el año con la peor sequía desde que existe registro, y que sumada a la emergencia por la pandemia del COVID-19, ha provocado una crisis multidimensional nunca antes vista, que ha afectado principalmente a los más pobres.

El conjunto de estos proyectos capitalistas se han instalado con la ayuda del Estado mexicano sembrando el terror, generando decenas de miles de personas desplazadas para vaciar regiones enteras, asesinando líderes comunitarios, jóvenes y mujeres para someternos a su disciplina explotadora en las maquilas, armadoras, minas, plantaciones, etc.

Para detener la máquina de muerte hay que arrebatarle lo nuestro a los ladrones, que son muy poderosos. Y gestas de ese tamaño, como la democratización de la tierra, aguas y bosques, o la nacionalización de los energéticos, en ningún lado suceden por decreto de un gobierno, sino que tienen que ser hechas con la lucha protagónica de los pueblos y los trabajadores organizados, como en los mejores momentos de nuestra historia, como fué en la reforma agraria durante la revolución, o como la lucha sindical y popular para la nacionalización del petróleo.

Es por eso, porque defender la tierra es necesariamente luchar contra el capitalismo y el imperialismo, por lo que nos sumamos a la iniciativa de la Asamblea Internacional de los Pueblos de hacer una Jornada Antiimperialista en el marco de este día de la tierra, el próximo sábado 5 de junio.

Buscamos unirnos y fortalecernos para derrotar y reemplazar el proyecto de muerte con un proyecto de vida propio de los pueblos, que refunde las leyes e instituciones que rigen los bienes comunes del país:

  • Luchamos por la nacionalización de los energéticos, y una transición energética a otro modelo sustentable y soberano.
  • Luchamos por una reforma agraria popular, que incluya el reparto de tierras, aguas y bosques y que desarrolle el agro de manera diversa, sin venenos ni explotación.
  • Luchamos por la nacionalización de la minería, y un cambio de modelo enfocado al desarrollo nacional y sustentable.
  • Luchamos por la implementación de los Acuerdos de San Andrés, por el respeto a la autodeterminación de los pueblos en sus territorios.
  • Luchamos por cancelar el TMEC que sintetiza todo el sometimiento al plan yanqui de muerte. Las relaciones entre los pueblos del mundo deben basarse en la soberanía y la solidaridad.

Llamamos a unirnos y luchar por este proyecto de vida, que solo puede ser alcanzado si es dirigido por el pueblo organizado para atender sus propias necesidades y no las del capital, basado en nuestros modos comunitarios y no en los del mercado.

Tejiendo Luchas

www.tejiendoluchas.org

 

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