Patética victoria de Canelo, por decisión unánime, sobre GGG
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Combate 62, en su carrera, que semejaba una sesión contra sparring
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Otro tongo del púgil tapatío, Rey Chiquito, a la brillante sombra de la mafia del boxeo mundial
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Y es el amo de los supermedianos
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Se lleva una bolsa de 40 millones de dólares
Periodistas Unidos/Balón Cuadrado/Agencias. Ciudad de México, 18 de septiembre de 2022.- Se ve según el cristal con que se mira.
Quizá, Saúl Álvarez no es tan malo como piensa Balón Cuadrado ni tan bueno como creen sus fans.
Aquí la amarga historia.
Rayó en humor involuntario la foto del Canelo, al final del combate, sobre el ring, acorazado de cinturones campeoniles, con una áurea corona de diamantina bisutería sobre su testa –amarillo penacho– para ratificar su polémico reinado.
Ni siquiera sonríe. Su mirada está bañada con las aguas de la frustración.
Mas fue otra patética victoria de Canelo, Rey Chiquito del boxeo mundial, por decisión unánime, sobre Gennady Golovkin. Y que permitió engrosar su obesa cuenta bancaria con 40 millones de dólares más. Eufemística trilogía con dos victorias para el mexicano por un empate.
Fueron dos bultos ponzoñosos sobre el ring.
Millones de personas desde sus televisores tuvieron que beber la cicuta que representó su intensa metralla con balas de salva.
Mientras que mexicano pegaba, desesperado, tres golpes, su rival, inexplicablemente, respondía con uno.
Ante poco más de 20 mil aficionados en Las Vegas, Nevada, como inexperto leñador que intenta derribar a un árbol a punta de hachazos, Saúl Álvarez quiso noquear, como había prometido, mediante golpes a la cabeza de Gennady Golovkin.
Desencajado soltó mandobles a diestra y siniestra.
Fue infructuoso.
Es un espectáculo teatral, irremediable, show para que las televisoras engrosen sus arcas.
Nunca se vio, en ninguno de los dos, el sublime arte de este deporte: defensa y ataque.
Ese que embellece la brutalidad de este deporte.
Era tirar golpes sin ton ni son.
GGG fue su propio fantasma sobre el ring. Más que una pelea de título mundial semejó una sesión de 12 rounds contra un insufrible sparring.
Jamás, ni uno ni otro, buscaron el golpe más letal sobre el ring: gancho al hígado.
En estricto sentido, los inconmensurables tongos del Canelo no son culpa de él.
Ocurre en la brillante oscuridad de la invisibilizada mafia del boxeo, embozada en los organismos internacionales boxísticos, televisoras, casas de apuestas, industria mediática, promotores, mánagers…
Impensable que un púgil que reta al campeón estuviera, literalmente, clavado, inmóvil, estático, sobre el cuadrilátero.
Semejó espantapájaros que a nadie amedrentaba.
Pero hay un sinnúmero de medios de comunicación que queman incienso al púgil tapatío.
Álvarez es el “indiscutible amo” de la división de los supermedios en los cuatro organismos del boxeo, loa el diario La Jornada en su edición de hoy.
Derrotó por decisión unánime a Golovkin en la tercera pelea de su supuesta rivalidad.
Además, recibió el cinturón Guerrero Jaguar Zapoteca del CMB que consagra el arte del estado de Oaxaca.
“El combate fue menos explosivo de lo que se esperaba y más táctico de lo que quisieran los aficionados”, añade dicho diario.
Detalla:
“Si esta pelea hubiera empezado por el final, habría tenido más sentido. Durante siete episodios, el kazajo parecía en estado catatónico con un boxeo especulativo y sin demasiada fuerza.
“El Canelo funcionó como un pedazo de músculo voluntarioso que siempre avanzó para lastimar.
«Todo cobró un giro en los últimos asaltos, cuando Triple G pareció despertar de su letargo y volvió a ser esa versión rápida y clásica del boxeo de Europa oriental”.
Según la publicación, “Álvarez no ocultó en el trayecto a este combate que el odio contra Golovkin es genuino. Que lo detesta porque para el tapatío la cortesía y buenas maneras del nacido en Kazakistán son falsas y le ofenden.
“Por eso, no tuvo mesura en anunciar que quería noquear a un peleador que jamás fue puesto en la lona”.
El mismísimo Julio César Chávez, ex campeón del mundo, vaticinó, previo a la pelea, que en mexicano noquearía después del sexto episodio.
Tras el resultado, como comentarista de TV-Azteca, trataba de justificar lo injustificable.
La víspera de la pelea, el mánager mexicano, Ignacio Beristáin, ícono del boxeo mundial –con 27 campeones mundiales, hombres y mujeres—, censuró a Canelo por su osadía de asegurar que vencería a su rival antes del término de la decisión.
Don Ignacio suele afirmar que prefiere ver futbol –sobre todo cuando juega Cruz Azul, equipo de sus querencias— que una pelea de Saúl, una suerte de eterno baby face, pese a la rudeza de este deporte.
La primera pelea de los pugilistas se llevó a cabo en 2017 y fue un empate que provocó protestas de los detractores del mexicano. La segunda fue en 2018 con la victoria para el pelirrojo, con aún más protestas de sus malquerientes. Esta vez, estaba ante la oportunidad de sepultar cualquier duda.
Durante el encuentro, el Canelo, de 32 años, se mostró en combustión permanente, mientras el kazajo, de 40 años, fue mesurado, más especulativo de lo que acostumbra.
Cada resorte de las piernas del oriundo de Guadalajara parecía provocado por una explosión que culminaba en un golpe.
Pero nunca hizo daño.
Recto y gancho de derecha, combinación repetitiva que parecía ir haciendo un trabajo de zapa que parecía minar gradualmente a Golovkin, más vulnerable que en cualquiera de sus 44 peleas anteriores.
Golovkin reaccionó demasiado tarde para convertirse en el peleador que solía ser.
Sin embargo, en los estertores del combate, logró subirle la emoción al pleito que se agotaba en promesa incumplida.
Hasta la mitad de la contienda, argumenta La Jornada el ex medallista kazajo “se atrevió a soltar las manos con mayor confianza. Antes de este punto, parecía como si hubiera perdido la memoria y no recordara la clase de guerrero que había sido en el pasado, de pronto sufrió una súbita transformación”.
Según el portal infobae.com, pasado el ecuador, un Golovkin visiblemente fatigado no encontraba la forma de revertir su desventaja pero, tras una reacción en el noveno asalto, la pelea desembocó en dos últimos ‘rounds’ con algunos momentos relativamente vibrantes.
Los 10 previos fueron deleznables.
Para el olvido.
Rey Chiquito
Canelo conservó así sus cuatro cinturones del peso supermediano (168 libras – 76,2 kg) y se redimió también de la sorprendente e inapelable derrota, la segunda de su carrera, que le asestó en mayo el ruso Dmitry Bivol. La primera fue ante Floyd Mayweather Jr.
«He pasado momentos muy difíciles de mi vida pero quiero que sepan que hay que seguir adelante», confesó Álvarez a los 20 mil aficionados, la inmensa mayoría de origen mexicano, que abarrotaron de nuevo el T-Mobile Arena de Las Vegas.
«Las derrotas son buenas, nos enseñan a aprender muchas cosas, desechar otras, y tener más humildad», filosofó el mexicano, que había subido de categoría para enfrentar a Bivol en el peso mediopesado (175 libras – 79,4kg).
Álvarez incumplió su promesa de noquear a Golovkin en el fin de semana de festejos por la independencia de México, ante personalidades como la estrella de la NBA Stephen Curry (Warriors) o el actor Michael B. Jordan.
Canelo se aprovechó del regreso a su categoría favorita y de su mayor velocidad ante Golovkin que, a sus 40 años, fue de menos a más en su estreno en las 168 libras.
Tras la última campanada, ambos púgiles se abrazaron sobre el cuadrilátero y compartieron algunas palabras.
«Le di las gracias porque le dimos a la gente tres buenas peleas que quedarán para la historia del boxeo», presumió Álvarez.
El kazajo, que se queda con un balance de 42 victorias (37 nocauts), un empate y dos derrotas, ambas contra Álvarez, descartó una próxima retirada de los rings.
«Todavía tengo este fuego en mí, la pasión por el boxeo, Todavía tengo cinturones en 160 libres», aseguró el kazajo en referencia a sus títulos de peso mediano (160 libras – 72,6kg) de la AMB y la FIB.
Cirugía y descanso
Álvarez consumó con éxito su primera defensa de su condición de campeón indiscutible del peso supermediano, que alcanzó en noviembre de 2021, y su próximo objetivo es tomarse la revancha ante Bivol.
Antes de ese reto, sin embargo, el mexicano avanzó que se tomará un descanso fuera de los rings en los que se someterá a una cirugía en su mano izquierda, que podría tenerle de baja entre seis y 12 semanas.
Explicó el peleador tapatío que sus problemas en la muñeca izquierda, que arrastra desde finales del año pasado, le volvieron a provocar dolor durante su combate del sábado:
«Voy a tomarme mi tiempo (…) Tal vez en mayo, septiembre, no lo sé», dijo sobre su fecha de regreso a la competición.
La victoria de Canelo, que se queda con un registro de 58 victorias (39 nocauts), dos derrotas y dos empates, finiquita una trilogía de trepidantes y polémicos combates que convirtieron esta rivalidad en una de las más atractivas de los últimos años en el boxeo.
Las dos primeras peleas fueron extremadamente igualadas y muchos expertos y aficionados se quedaron con la sensación de que el kazajo resultó vencedor.
La animadversión personal entre ambos púgiles se recrudeció con la sanción de seis meses que recibió ‘Canelo’ por dar positivo por clembuterol, que el púgil atribuyó al consumo de carne contaminada, que retrasó varios meses su segundo combate de 2018.
Canelo Álvarez, irredento campeón mundial… ante bultos.
Y los que vendrán.