Profesionales de la comunicación y su culto a una neumonía atípica

Foto: Alejandro Meléndez / FotorreporterosMx

Notimex. Ciudad de México. 06 de abril de 2020.- En plena crisis sanitaria, que desafía al mundo y a México, se registró un fenómeno entre distintos periodistas profesionales del país: comenzaron a acusar al mismo tiempo que el gobierno federal, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, estaba incurriendo en un subregistro de casos de COVID-19 para notificarlos como neumonía atípica.

Ciro Gómez Leyva, comunicador líder de la empresa Grupo Imagen, presentó el 26 de marzo testimonios de doctores que presuntamente fueron presionados para modificar diagnósticos positivos de COVID-19 como neumonía atípica.

Esta aseveración dio pie a interrogaciones sobre el tratamiento que el gobierno federal le estaba dando a la pandemia, con la acusación de que se ocultan casos para manipular los hechos y reducir la cifra oficial.

No obstante, el día siguiente, 27 de marzo, Gómez Leyva aseguró que las fuentes médicas que hicieron la acusación le informaron que ni presentarían pruebas o denuncias ni querían que sus nombres aparecieran en el medio de comunicación.

“Y sin nombres ni pruebas en este programa no podemos difundir esa historia, que ahí está, pero no la vamos a difundir sin los nombres y sin las pruebas. No lo hemos hecho en días ordinarios, no lo haremos, obviamente, en días extraordinarios como los que estamos viviendo”, acotó Gómez Leyva.

No obstante, el sonido de la duda continuó en las horas siguientes.

Carlos Bravo Regidor, licenciado en relaciones internacionales por el Colegio de México con maestría y doctorado en historia por la Universidad de Chicago, quien coordina el programa de periodismo y políticas públicas del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), criticó al subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud, Hugo López-Gatell, con el mismo tópico: neumonías atípicas.

El académico, quien se desempeña como panelista y columnista en Televisa y el diario Reforma, respectivamente, llamó al doctor López-Gatell a atajar rumores.

“Subsecretario Hugo López-Gatell: para atajar rumores sobre los casos de neumonía atípica bastaría con presentar una serie larga con cifras al respecto hasta hoy. De lo contrario, me temo que las especulaciones no van a parar. Refútelos con evidencia”, escribió Bravo Regidor el sábado 28 de marzo en su cuenta de Twitter.

Los internautas reprocharon a Bravo Regidor que en la conferencia diaria de salud correspondiente a ese día las autoridades federales rechazaron que existiera un subregistro de casos de COVID-19 en el país y presentaron datos históricos sobre neumonía atípica para descartar anomalías en su comportamiento.

En la conferencia, el doctor López-Gatell acusó que hubo una campaña de desinformación deliberada con el tópico de la neumonía atípica, operativa durante 24 horas.

“Se empezó a inflar sin ninguna base de evidencia la falsa idea de que el gobierno intenta modificar las cifras de neumonía o de cualquier otro padecimiento para ocultar la importancia de COVID”, señaló el especialista.

Con casi 81 mil seguidores en Twitter, sin embargo, Bravo Regidor había ya sembrado su inconformidad.

Pablo Majluf, editorialista, columnista y editor de aparición frecuente en la revista Letras Libres, dirigida por Enrique Krauze, heredero cultural de Octavio Paz, no aludió a la neumonía atípica, pero hacia los mismos días utilizó el tema del virus para criticar el desempeño de las autoridades federales.

El mismo 28 de marzo de la conferencia, Majluf, quien, como Bravo Regidor, es panelista en Televisa, escribió en su cuenta de Twitter: “El gobierno de México actuó después de la advertencia. Lo que venga tendrá ese precedente. No es politiquería. Sí enoja. Otra vez: no podía saberse”.

Al día siguiente señaló para sus más de 58 mil seguidores en Twitter: “Un virus biológico nos da la oportunidad de vencer a otro virus político, el populismo. La plena recuperación pasa por ahí”.

Unos días después, el 1 de abril, los cuestionamientos descontextualizados hacia la actuación del gobierno federal continuaron, esta vez con Denise Dresser, comparando los casos de contagios entre dos países totalmente distintos: Estados Unidos y México.

Dresser es profesora de Ciencia Política en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), con estudios de posgrado en la Universidad de Princeton, Estados Unidos. También columnista en Reforma y panelista en Televisa, participa de manera regular como comentarista política para el programa de Carmen Aristegui y suma 4.2 millones de seguidores en Twitter.

“Atención @HLGatell ¿Dónde están las proyecciones oficiales para el número de muertos en México? En EEUU calculan 100,000-200,000. ¿Aquí qué modelo están usando y qué cifras están manejando? Urge saber para entender la magnitud de la crisis #COVID-19 y cómo encararla mejor”, publicó la comunicadora en su cuenta de Twitter.

Las críticas no se hicieron esperar por parte de internautas que cuestionaron si Dresser esperaba que para México se proyectaran cifras similares a la del país que ya tiene la mayor cantidad de contagios y la tercera mayor de fallecidos en el mundo.

Por otra parte, además de exigir proyecciones de cifras de muertos, la comunicadora y académica criticó duramente que no se tomaran medidas de aislamiento social con menos de 100 casos de contagios, al mismo tiempo que declaraba estar en contra de las medidas que, según ella, harían cerrar las empresas.

“El problema central de la 4T no es su populismo; es su ignorancia. Ignorancia sobre IP compuesta por millones de micro/pequeñas/medianas empresas que proveen trabajo y necesitan apoyo gubernamental. Si cierran, no habrá empleo, ni impuestos que recaudar, ni recuperación económica”, publicó con relación a que el presidente López Obrador anunció que apoyaría a la población más vulnerable, en lugar de proteger a las grandes empresas.

En relación a las cifras de proyección estadounidenses, el comunicólogo Jorge Berry, activo actualmente en El Financiero, con más de cuatro décadas de oficio y más de 173 mil seguidores en Twitter, también descalificó las cifras mexicanas por “no ser confiables”.

“Dicen los expertos gabachos que esperan, mínimo, 200 mil muertes allá. No se puede extrapolar esa cifra para México. Aquí no tenemos los datos necesarios para proyectar. Las cifras que da a conocer el gobierno son poco confiables”, publicó el 1 de abril, casi al mismo tiempo que Denise Dresser.

Sin embargo, Berry modificó ligeramente la información, señalando en su tuit que el gobierno estadounidense esperaba “mínimo” 200 mil muertes; no obstante, en la conferencia de prensa correspondiente, en la que participó el presidente Donald Trump, la Casa Blanca señaló que esperaban entre 100 mil y 200 mil muertos, no 200 mil como mínimo.

Resulta oportuno hacer la distinción en un contexto en el que parece que los comunicadores opositores al gobierno federal comparten cifras alarmantes, casos sin testimonios ni pruebas de extrañas enfermedades, o urgen los llamados a permanecer en casa cuando la situación todavía no lo ameritaba, según las estimaciones de las autoridades.

Otro de los grandes comunicólogos que se ha sumado a la ola de descalificaciones es Héctor de Mauleón, columnista de El Universal, autor de distintos libros de crónica en editoriales como Cal y Arena o Planeta. Tiene más de 285 mil seguidores en Twitter

Con títulos apocalípticos, de Mauleón ha utilizado su columna para, aparentemente, preocupar a la población sobre grandes catástrofes médicas y naturales que han azotado al país en contextos y momentos completamente diferentes al actual.

“La ciudad enferma”, “La gran enfermedad”, “La puerta del infierno”, “El mal que renace”, son los títulos de algunas de las publicaciones en las que relata, sin olvidar aparatosas cifras, la llegada de enfermedades como el cólera, la viruela española que surgió con la conquista de los mexicas, la fiebre amarilla y el sarampión.

Sin datos sobre la situación concreta a la que México y el mundo entero se enfrentan, al contrario de lo que suelen exigir estos comunicólogos, De Mauleón relata escenas que parecen extraídas del fin del mundo: una Ciudad de México desierta con un fantasma enfermo sobrevolando las calles de lo que fue Tenochtitlán.

Informarse en redes sociales

El 31 de marzo de 2020, Edwin F. Ackerman publicó un análisis en la revista estadounidense The Jacobin, titulado “Los medios masivos contra Andrés Manuel López Obrador”.

Entidades como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Universidad de Oxford han destacado el desempeño de las autoridades de salud en México para contener la propagación del coronavirus, escribió el articulista.

No obstante, la prensa nacional y extranjera ha proyectado una imagen del gobierno mexicano como de inactividad ante la pandemia, mientras que el presidente López Obrador es interpretado como un populista supersticioso que alza imágenes de santos para combatir la enfermedad, acusó Ackerman.

“Casi sin excepción estos artículos y contenidos de reflexión fallan en capturar incluso las premisas básicas subyacentes en un plan de salud pública a funcionar por meses”, señala el analista y califica de vergonzosa e irresponsable la incomprensión periodística en torno al hecho.

Un grupo de analistas críticos de López Obrador han divulgado en Twitter escándalos en torno a declaraciones públicas descontextualizadas, lamenta Ackerman.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales 2018, elaborada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) y publicada en octubre de 2019, con más de 112 mil casos consultados, 98 mil de áreas urbanas y 13 mil de zonas rurales, en México el 93 por ciento de los hogares cuenta con televisión, y el 72 por ciento con acceso únicamente a la programación abierta.

Aunque este hecho podría permitir pensar que con ello se reduce el impacto de fenómenos comunicativos que ocurren en redes sociales, cabe destacar que muchas veces los programas noticiosos de televisión hoy en día componen su agenda y contenidos con eventos, hechos y temas surgidos de las redes.

Además, 64 por ciento de los entrevistados declararon utilizar internet, de los cuales más del 80 por ciento dijo participar en alguna red social y el 85 por ciento aseguró que sigue las noticias a través de la red.

Es decir que para esta mayoría las redes sociales, junto con la televisión abierta, son el principal mecanismo para informarse sobre el acontecer más actual.

La Ciudad de México alcanza un valor de 94 por ciento, lo que significa que casi todos los encuestados habitantes de esa ciudad tienen interés en seguir las noticias por dos principales medios: televisión y redes sociales.

Según un estudio realizado por Hootsuite, la plataforma que gestiona redes sociales para organizaciones, en México hay 88 millones de usuarios de redes sociales. Tomando en cuenta la población nacional, 67 por ciento figuran como usuarios activos en redes sociales.

De ahí la importancia de generar contenidos con responsabilidad y rigor periodístico en un país que cada vez más consume información y noticias a través de plataformas digitales, además de la televisión.

De acuerdo con un análisis basado en datos de la herramienta Google Trends, las búsquedas de mexicanos sobre el término “neumonía atípica” alcanzaron pocas cifras durante marzo.

Sin embargo, luego de los cuestionamientos de los comunicólogos mencionados, la búsqueda aumentó de manera masiva, con hasta 100 veces más búsquedas entre el 28 de marzo y el 1 de abril.

Y aunque las autoridades federales ya han explicado en múltiples ocasiones que las neumonías atípicas y su diagnóstico son datos públicos, e incluso han hecho públicos puntualmente documentos vía redes sociales, los comunicólogos continúan su ofensiva y siguen sin difundir o considerar datos; únicamente elaboran desde sospechas y consideraciones personales, como el llamado de la politóloga Dresser de imitar a la Casa Blanca en el ejercicio de proyectar una posible cantidad de muertos por coronavirus.

La difusión de información no comprobada en medio de una pandemia, como los propios comunicólogos acusan en sus críticas, podría resultar fatal, pues entorpece la aplicación de las medidas sanitarias que las autoridades han establecido, en atención a parámetros internacionales reconocidos por entidades como la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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