Relativa indiferencia en México ante a elecciones en EEUU

Foto: Presidencia de la República

Por Christopher Sherman

AP. Ciudad de México. 26 de octubre de 2020.- A una semana de las elecciones en Estados Unidos, hay pocas expectativas en un país vecino que se juega probablemente más que ningún otro en esa votación. A muchos mexicanos les gustaría tener en Washington un presidente más amable, que no haya descrito a los mexicanos como violadores y que no haya amenazado con construir un muro en la frontera, pero la relación sobrevivió a la presidencia de Donald Trump y prevalece la sensación de que pueden sobrellevar cualquier desenlace.

En las calles, pocos pueden nombrar al candidato demócrata Joe Biden, aunque pareciera que a los mexicanos les gustaría ver a otra persona en la Casa Blanca.

“A ningún mexicano, a ningún ser humano, le gusta que te digan que eres un violador, un ratero, que no te quieren”, expresó Ana Vanessa Cárdenas Zanatta, profesora de ciencias políticas de las universidades Tecnológica de Monterrey y Anahuac de la Ciudad de México. “Lo mínimo que puede esperar cualquier ser humano y en esta relación bilateral es el respeto”.

El respeto puede ser particularmente importante cuando unos tres cuartos de las exportaciones mexicanas van a Estados Unidos y cientos de millones de personas cruzan la frontera en ambas direcciones todos los años para trabajar, ir de compras, visitar a familiares o ir de vacaciones.

Con un gobierno tan imprevisible como el de Washington, que siembra confusión entre los aliados, México ha logrado establecer una relación bastante previsible con Trump, a veces bajo presión. Por ejemplo, cuando México estaba a punto de dejar de cumplir las obligaciones de un tratado sobre el uso del agua de un río este mes, el gobierno de Trump vino al rescate y le ofreció una salida digna.

Trump por ahora no le ha apuntado a México en su campaña en busca de la reelección, como hizo hace cuatro años. La pandemia y la crisis económica han desplazado todos los otros temas a ambos lados de la frontera.

México ha visto esfumarse al menos un millón de trabajos formales durante la pandemia, se pronostica que la economía se contraerá un 10% este año, el gobierno sigue sin poder controlar la violencia y las infecciones del COVID-19 están aumentando de nuevo.

Al margen de quien gane, si Trump o Biden, la inmigración, la inseguridad y el comercio seguramente seguirán dominando esta relación históricamente desequilibrada.

En lo que respecta a la inmigración, pocos esperan que las cosas vayan a cambiar.

Trump transformó a México en una sala de espera para ingresar a Estados Unidos y hay quienes dicen que la efectividad de esa política ha extendido la frontera sur de Estados Unidos. Miles de personas que piden asilo se vieron obligadas a esperar en México audiencias para analizar sus solicitudes antes de que la pandemia permitiese a Washington suspender de hecho el procesamiento de los pedidos en la frontera.

Con la amenaza de imponer aranceles a las exportaciones mexicanas, por otro lado, Trump consiguió que el gobierno actuase más enérgicamente para contener a los migrantes que cruzan su territorio. Este año la Guardia Nacional mexicana y agentes del servicio de inmigración frenaron una caravana de migrantes cerca de la frontera con Guatemala antes de que tomase fuerza.

“Si Biden llega, yo creo que va a seguir habiendo una gran presión para detener las caravanas de migrantes, para bajar la migración en la frontera norte”, declaró Cárdenas. “Pero creo que el matiz, el tono en que se haga será diferente”. Esto podría complicarle las cosas al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, privándolo de un matón al que responsabilizar por una política migratoria más dura de la que había prometido.

La violencia sigue siendo problemática para el gobierno de López Obrador. La tasa de asesinatos se estabilizó, pero sigue siendo alta. La Guardia Nacional, una fuerza nueva que López Obrador dijo ayudaría a contener la violencia, fue usada en algunos sitios para lidiar con los migrantes y no ha tenido un impacto significativo en la lucha contra la violencia de los carteles de las drogas, que se pelean entre sí.

La persistente violencia alarma a las autoridades estadounidenses, por sus lazos con el tráfico de drogas y por la posibilidad de que empuje a la gente a migrar hacia el norte. Es posible que un gobierno de Biden reconozca en mayor medida que la responsabilidad es compartida, pero la estrategia de México en el terreno de la seguridad ha sido difícil de comprender.

“Coloca a México en una posición más vulnerable de la que hubieran tenido si (López Obrador) asumía una actitud más concertada y organizada hacia la seguridad”, expresó Gladys McCormick, profesora de historia de la Universidad de Syracuse especializada en la relación entre México y Estados Unidos.

Al postularse para la presidencia en el 2016, Trump dijo que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con México y Canadá era malo y prometió renegociarlo. Lo hizo, y las tres naciones firmaron un nuevo acuerdo este año.

Las posibilidades de que México supere la recesión dependen de una rápida recuperación de la economía estadounidense. Por ello, la primera visita de López Obrador al exterior como presidente fue a Washington, en julio. El acuerdo ya estaba firmado, de modo que no había razón alguna para viajar en medio de la pandemia, excepto que podía reforzar una relación inesperadamente amistosa entre dos líderes populistas que están en las antípodas del espectro ideológico.

La visita generó malestar entre los legisladores demócratas porque López Obrador rechazó invitaciones para reunirse con la presidente de la cámara baja Nancy Pelosi y con otras figuras que habían ayudado a sacar el nuevo acuerdo comercial adelante en el Congreso.

“Nos pareció muy raro que no quisiese hablar con la presidenta de la Cámara de Representantes”, sobre todo en vista de que los demócratas habían estado defendiendo a México de las críticas de Trump, declaró el representante demócrata Henry Cuéllar, quien recordó a los funcionarios mexicanos que los demócratas podrían estar pronto de regreso en la Casa Blanca.

López Obrador parece tan interesado en forjar una buena relación con Trump que algunos mexicanos creen que, en el fondo, tal vez espere que Trump sea reelegido. El presidente mexicano, no obstante, ha tomado una prudente distancia y no ha hablado de las elecciones en Estados Unidos. Cuando asumió hace dos años, muchos pronosticaron una relación muy tirante entre dos líderes con fuertes personalidades. Pero eso no ha sucedido.

Mariana Aparicio Ramírez, coordinadora del Observatorio de la Relación Binacional México-Estados Unidos de la Universidad Nacional Autónoma de México, opina que hay razones más concretas para que López Obrador se pueda sentir incómodo con un gobierno demócrata: “El tema de las políticas hacia el medio ambiente es algo que puede ser muy cuestionado”, manifestó.

López Obrador ha invertido mucho para mantener a flote la petrolera estatal mexicana, que está muy endeudada, y su gobierno no muestra interés alguno en los proyectos de energías renovables. Actualmente construye una refinería de petróleo que muchos expertos cuestionan.

Un gobierno de Biden, por otro lado, podría ser más receptivo a algunas de las prioridades de México.

El secretario de relaciones exteriores de México Marcelo Ebrard dice que quiere que las autoridades estadounidenses frenen el contrabando de armas hacia México del mismo modo que los estadounidenses quieren que México ponga fin al contrabando de drogas hacia Estados Unidos. Biden propuso invertir más en tecnología en los cruces fronterizos para que sea más fácil detectar drogas, armas y personas.

A México le preocupan asimismo los más de 4 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos sin permiso de residencia. El gobierno de Trump está deportando a los inmigrantes sin papeles y poniendo trabas a los ingresos legales. Biden dice que permitirá que los jóvenes sin papeles que fueron llevados a Estados Unidos de niños permanezcan en el país y habla de despejar el camino para que otros extranjeros se nacionalicen.

“Todo está muy complicado”, expresó Eder Nicia, empresario de 38 años. “Creo que aquí no depende de una persona … No es que va a entrar X candidato y todo se va a arreglar”.

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