Sintecho mexicanos esquivan el hambre gracias a un solidario colectivo trans
Foto: José Méndez / EFE
Por Inés Amarelo
EFE. Ciudad de México. 28 de abril de 2020.- María, una mujer mexicana sin hogar, recibe un plato de comida gracias a un grupo de mujeres trans, otro colectivo a menudo olvidado. «Yo no puedo estar en mi casa con la despensa llena sabiendo que mi comunidad pasa hambre», dijo a Efe Kenya Cuevas, activista y directora de la asociación Casa de las Muñecas Tiresias.
Alrededor de 50 personas sintecho de Ciudad de México sobreviven en estos días de pandemia gracias a acciones como la de esta ONG de mujeres trans, que al menos una vez por semana reparte comida en el céntrico metro Revolución.
«Somos muchos que necesitamos ayuda de gente que quiera ayudar de corazón. Ahorita lo estamos pasando mal porque hay personas que llegan de otros lados sin trabajo y hay que darle de comer a muchas personas», expresó este martes a Efe María del Carmen Hernández, de unos 40 años y en situación de calle desde hace un año junto a su pareja.
Las calamidades que tienen que vivir ellos y decenas de personas en este punto de la capital está el hambre, que se ha visto acentuada por la falta de transeúntes y apoyos en las calles de todo el país, que suma 15.529 casos y 1.434 fallecidos por coronavirus.
Por ello, Kenya y sus compañeras acuden a repartir la comida que personas generosas cocinan para ellos.
«Yo también estuve en la calle, usé drogas, estuve once años presa injustamente y llevo 26 años viviendo con VIH. No puedo quedarme en mi casa cruzada de brazos. (…) No me puedo quedar esperando a que el Gobierno les de comer. Estoy obligada por mi lucha, por mis condiciones, por mis muertas. Tengo que estar aquí ayudando», expresó Cuevas.
Casa de las Muñecas Tiresias se fundó en 2018 tras el asesinato dos años antes de la trabajadora sexual trans Paola Buenrostro en las inmediaciones de la estación de metro Revolución.
En ese momento comenzaron a hacer campañas de prevención del VIH, a ofrecer servicios de salud y acompañamiento, además de organizar jornadas culturales para mujeres transexuales trabajadoras sexuales pero también para personas sin hogar, consumidoras de drogas o con otros problemas.
A TODO GRUPO VULNERABLE
Desde hace unas semanas la asociación comenzó a repartir comida a grupos vulnerables de distintas zonas de la ciudad en la que conviven mujeres que ejercen la prostitución pero también de otros colectivos que requieren ayuda y atención por parte de autoridades y sociedad civil.
Kenya Cuevas explicó que comprende la situación de las trabajadoras sexuales, ya que ella misma ejerció este trabajo, pero consideró que es un grupo que ha recibido mucha ayuda y otros colectivos «en condiciones de calle, de drogas y otras» están siendo invisibilizados.
Asimismo, en nombre de la asociación, hizo un llamado a las autoridades de salud para que no descuiden a este sector de la población que, ahora más que nunca, necesita ser protegido.
Respetando medianamente la distancia aconsejada para evitar contagios, más de 50 personas se forman tras una pequeña mesa a recibir un plato de pasta con pan preparado con mucho cariño por Héctor Arteaga.
Este ciudadano llevaba semanas recaudando donativos y preparando la comida, y por fin acudió al lugar.
«Es más complicado para ellos porque como hay menos tránsito de gente, hay menos gente que les pueda ayudar. Ahora voy a tratar de que sea algo permanente, por lo menos una vez a la semana», dijo a Efe.
Para Kenya es muy importante que el donante acuda al lugar para ver como está ayudando y vea lo felices que se sienten las personas que reciben el apoyo.
Como María del Carmen quien, dijo, se siente agradecida de que haya «gente tan bondadosa».
Ella, como muchos de sus compañeros, también agradecen a Dios que les llegue ayuda y que, cuando parece que todo está perdido, siempre aparece una solución.
Según dijeron, la fe es el pilar fundamental para muchos.
A algunos les ayudó a dejar de fumar o a encontrar el amor, a otros a no perder la esperanza en momentos tan difíciles como este, cuando la pandemia ha acabado con vidas y empleos, pero no con la bondad de algunos mexicanos.