Una protesta inédita en Bielorrusia, pero desoída por el poder
Foto: Sergei Gapon / AFP
Por Stuart Williams
AFP. Minsk, Bielorrusia. 27 de agosto de 2020.- El movimiento de protesta en Bielorrusia, que entra en su tercera semana, no tiene precedentes por su alcance y diversidad, pero corre el riesgo de fracasar ante un presidente con poder absoluto y cerrado a cualquier tipo de diálogo.
Esta protesta, que aglutina a todos los estratos de la sociedad, es algo nuevo por completo en esta ex república soviética. “En la historia de Bielorrusia, esto no tiene precedentes”, señaló Olga Drindova, experta sobre este país en la universidad de Bremen, en Alemania.
“Jamás hubo una movilización tan popular” en Bielorrusia, confirma Katia Glod, del Centro de análisis de políticas europeas en Washington.
La protesta fue desencadenada por el anuncio de los resultados de las elecciones presidenciales del 9 de agosto, que daban ganador con el 80% al presidente saliente Alexander Lukashenko, en el poder desde hace 26 años.
Al denunciar el fraude, la oposición, liderada por Svetlana Tijanovskaia, asilada en Lituania, reclama nuevas elecciones “libres y justas” y un futuro democrático para este país con 9,5 millones de habitantes, enclavado entre la Unión Europea y Rusia.
Lukashenko ha intensificado la represión y se niega a ceder, tildando a los manifestantes de “ratas” e instando a la policía a poner fin a los “disturbios”, y al ejército a defender las fronteras del país.
El domingo pasado, al tiempo que tenía lugar una monstruosa manifestación de la oposición en Minsk, se mostró vistiendo un chaleco antibalas y portando un rifle de asalto.
‘Poder absoluto’
Multiplicando los arrestos de opositores y líderes de la huelga, el gobierno demuestra no ceder en nada.
Símbolo de la presión que va aumentando sobre el movimiento contestatario, la ganadora del premio Nobel de Literatura, Svetlana Alexievitch, fue convocada el miércoles por la policía en su calidad de miembro del “Consejo de coordinación” creado por la oposición, y que es objeto de presiones y enjuiciamientos por “amenazar la seguridad nacional”.
El lunes, dos miembros del “consejo”, cuyo objetivo es impulsar una transición pacífica del poder, Serguéi Dilevsky y Olga Kovalkova, fueron arrestados en la entrada a la icónica fábrica de tractores de Minsk (MTZ), por haber organizado una huelga ilegal.
“Todo el sistema de seguridad, militares y fuerzas del orden, sigue apoyando a Lukashenko. Es su último pilar”, analiza Drindova.
“Él continúa aún en el poder y éste es vertical. Mucho depende de sus reacciones. Estamos viviendo un momento peligroso”, se inquieta la investigadora de la universidad de Bremen.
Pero, para Andrei Kolesnikov, investigador asociado del centro Carnegie en Moscú, la sociedad civil bielorrusa “no tiene la intención de dormirse tan pronto”.
“La intransigencia (de Lukashenko) es una buena lección para los dictadores sobre la forma cómo mantener el poder a corto plazo. Pero eso no le garantiza su seguridad personal y una jubilación pacífica a mediano o largo plazo”, considera.
“El momento en que Lukashenko -o los miembros de su círculo más cercano- se den cuenta de que los riesgos de un diálogo con los opositores son menores que los de intentar volver a meter al genio en el ánfora ya llegará”, juzga por su parte el analista bielorruso Artiom Shraibman, en un artículo en la revista online tut.by.
“Lo que importa es la naturaleza de las discusiones entre Putin y Lukashenko”, añadió Drindova. El presidente ruso Vladimir Putin y su homólogo bielorruso han hablado por teléfono varias veces en los últimos días.