Para Samuel Meléndrez,
que luchó por un México democrático.
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 11 de junio de 2021.- El discurso oficial ha tenido un éxito formidable. En la Ciudad de México, la entidad más politizada del país según dicen los que saben, la palabra de las alturas logró dividir con toda claridad a chairos de fifís. Quien contemple el mapa verá que todas las alcaldías del poniente fueron para el PRIANRD y las del oriente para Morena y socios. Similar distribución presentan los municipios de la zona conurbada. El este fue para Morena y oeste para sus competidores.
La perfecta división de la capital y la zona conurbada es responsabilidad de quien cada mañana ataca a quienes no aplauden como focas todos sus desatinos. El poniente de la ciudad, es cierto, tiene mayor poder adquisitivo, pero también más escolaridad, más información y, por lo mismo, mayor capacidad crítica. Por ahí anda la explicación de la debacle guinda.
Desde luego, por lo perdido le cargan la cuenta a Claudia Sheinbaum, con base en el desastre de la Línea 12, pero desmiente la especie un hecho incontrovertible: en Tláhuac ganó Morena, lo que indica que para los capitalinos la responsabilidad no es de la jefa de Gobierno, quien está pagando los pecados de su líder y guía, que ni siquiera el pasado lunes abandonó el tono rijoso y divisionista que caracteriza las mañaneras.
Resulta de primera importancia que el Ejecutivo federal ya no tenga mayoría automática en el Poder Legislativo. Eso, y su derrota en la Ciudad de México, dolió tanto a los morenistas que ni siquiera han sabido calibrar y celebrar su enorme avance en las gubernaturas. Allá ellos.
Por supuesto, AMLO tendrá que negociar, no sólo con sus opositores, sino también con sus aliados, en especial con el Partido Verde, que, previsiblemente, no será barato, pues ya se sabe que el tucán salió muy ducho para los negocios. Alito, el líder del PRI, después de la pérdida de gubernaturas, ya se dijo dispuesto a entrar en tratos con Morena, pero querrá vender caro su amor.
Movimiento Ciudadano obtuvo un millón de votos más que hace tres años y se queda con el gobierno de Nuevo León y con la alcaldía de Monterrey, lo que, sumado al control de Jalisco y de Guadalajara (con todo y zona conurbada), lo convierte en una fuerza a considerar para cualquier arreglo. Sin embargo, la polarización entre Morena y el PRIANRD le impidió captar más votos.
Es de celebrarse que el PES, Fuerza por México y Redes Sociales Progresistas, partidos que ya pintaban como patiños de Morena, se hayan quedado en la cuneta, lo que indica que el electorado ya no quiere mantener más zánganos. Con los que ya había era suficiente.
Curiosamente, mientras que Morena arrastró en su caída al Partido del Trabajo, el Verde, su otro socio, cuadruplicó su bancada. En la acera de enfrente, el PRD, que comparte ganancias de la coalición de la que formó parte, apenas superó los tres puntos porcentuales que exige la ley para conservar el registro. Algo tendrán que hacer sus dirigentes para sacar del hoyo el cadáver insepulto.
Aunque el PAN echó las campanas a vuelo, lo cierto es que su avance, aun siendo considerable, dista de convertirlo en contendiente serio para la grande, pues tendrá poco más de una quinta parte de la Cámara, entre 117 y 106 curules, pero ya tenía 79. El PRI también tuvo un repunte, pues de los 49 diputados que tenía ahora podrá obtener entre 75 y 63. Lo mismo puede decirse del PRD, que verá crecer su bancada de 11 a un número entre 12 y 21, pero son números producto de la inercia opositora, no de su fuerza, que no da para tanto.
En suma, salvo para los que perdieron el registro, hubo de todo para todos. Los incidentes de violencia son responsabilidad de los cuerpos policiacos, pero el mérito de la elección es de los ciudadanos y del INE, ganador indiscutible de estos comicios, pese a Morena y sus gacetilleros.