Periodistas Unidos. Ciudad de México. 06 de octubre de 2021.- Lo dice magistralmente Milan Kundera: “La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido.” La memoria histórica no olvida aquel funesto 2 de octubre de 1968 y nuestra memoria colectiva se materializa con la manifestación práctica reivindicando el espíritu de aquella lucha del Movimiento estudiantil-popular (MEP) aplastado a sangre y fuego por un régimen opresor y la barbarie genocida de un PRI que hoy día se pretende moderno disfrazado como gobierno democrático y soberano. Hoy pretendidamente dialogante con la legítima lucha estudiantil politécnica y sus demandas, pero agazapado tras una política ominosa que reprime el derecho de ingresar a la universidad pública a decenas de miles de jóvenes. Agazapado también con gobiernos locales para perpetrar el asesinato de jóvenes estudiantes como los de la escuela normal de Ayotzinapa y 57 desaparecidos en Iguala.
La historia no es lineal y camina sinuosa, a saltos, con sus conflictos, contradicciones y rupturas. Desde aquel 68 a la fecha nuestra historia está llena de vicisitudes, con retrocesos y jalones. Una historia de lucha de clases, uno de cuyos mejores intérpretes de aquellos momentos aciagos pero también admirables por el vigor democratizante del MEP fue nuestro admirado José Revueltas, a quien rememoraremos con el centenario de su natalicio este 20 de noviembre. Su libro México 68: juventud y revolución es un ejemplo de reflexión lúcida de este pensador y militante revolucionario. Muy bien lo describe Manuel Aguilar Mora: “Revueltas fue el mejor analista que contextualizó la lucha estudiantil-popular del 68 dentro del proceso de la lucha del pueblo mexicano por la democracia y la libertad contra el régimen dictatorial priista”. Y cita textualmente al propio Revueltas: “El proceso de 1968 tiene un doble carácter espontáneo y consciente […] Espontáneo por cuanto que obedece a una subyacente rebeldía histórica que viene de la década anterior, la huelga ferrocarrilera. Huelga ésta reprimida salvajemente, suprimida, descabezada. No podía quedar así; por el contrario, iba a trabajar como «el topo de la historia» de que nos habla Hegel, subterráneamente. Para recrudecerse y explotar en cualquiera de los sectores de la sociedad.”
Hoy la sociedad mexicana está profundamente desgarrada por el desarrollo cruento de un capitalismo muy violento que jamás encontrará respuesta dentro de un neoliberalismo salvaje y depredador sino en las legítimas aspiraciones del pueblo trabajador del campo y la ciudad con sus luchas de resistencia al poder oligárquico. Desde hace 46 años el movimiento estudiantil, como todo movimiento, ha tenido alzas y bajas, pero es innegable que la naturaleza de su lucha, sea por demandas educativas o políticas, es totalmente legítima y progresiva. En nuestra Universidad de Guadalajara (UdeG) algunos núcleos estudiantiles han sido y son representativos de una lucha democrática por preservar el derecho de la educación pública, gratuita y laica. Lo hizo el Frente Autónomo Universitario (FAU) y hoy día lo hace la Asamblea Estudiantil Independiente (AEI). Citaré fragmentos de su Manifiesto a la comunidad universitaria: “… garantizar que la UdeG responda a las necesidades de las y los trabajadores universitarios y el estudiantado, pero también del pueblo trabajador quien con sus impuestos garantiza su existencia. La solución del conjunto de problemáticas pasa por garantizar la GRATUIDAD de la educación y la DEMOCRACIA interna. Nuestras demandas (centrales): DEFENSA DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA, GRATUITA E IRRESTRICTA: Identificamos un alarmante avance de la privatización de la educación, y nuestra Universidad no está fuera de este proceso. Esto se refleja en el encarecimiento del proceso de admisión, de los servicios y los materiales, de las cuotas semestrales, en el cierre de materias, y en los recortes o modificaciones en los contenidos curriculares… nos pronunciamos por que se garantice la matrícula abierta, por la eliminación de las cuotas, porque el material obligatorio (como guías de preparatoria y manuales de laboratorios), así como los servicios que debe ofrecer la Universidad (bibliotecas, comedores) sean gratuitos, que el acceso a las instalaciones no se condicione, puesto que es una universidad pública sostenida con el dinero del pueblo, y por contar con una infraestructura óptima para el desarrollo de las actividades académicas; POR CONSTRUIR LA UNIDAD DE LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA: Entendemos que los problemas de presupuesto y democracia no únicamente nos afectan a los estudiantes; (es) necesaria la unidad de trabajadores administrativos, académicos y estudiantes, y nos pronunciamos por: La defensa de los derechos de las y los trabajadores; Basificación para todos los trabajadores; Fin del trabajo precario y la subcontratación. DERECHO A LA ORGANIZACIÓN INDEPENDIENTE: Reivindicamos el derecho a formar nuestras organizaciones, independientes de las autoridades universitarias y estatales. No nos sentimos representados por las existentes, que únicamente han acompañado las políticas que apuntan a la destrucción de la universidad pública, siendo un importante obstáculo a la participación real de la comunidad universitaria. Reivindicamos el derecho del libre uso de los espacios de la universidad (aulas, auditorios, áreas verdes, etc.), y por garantizar el respeto a libre discusión interna. POR LA ANULACIÓN DE LAS REFORMAS ESTRUCTURALES. No es posible entender lo que ocurre en la UdeG al margen de los acontecimientos nacionales e internacionales. Las contrarreformas han permitido la destrucción de los servicios públicos –entre ellos la educación– y la entrega de nuestros recursos al capital extranjero.” ¡Por la democratización de la UdeG y la dignificación del trabajo universitario!