Para Carlos Ferreyra, por sus 60 años en el periodismo.
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 25 de mayo de 2023.- Hay nerviosismo en la esfera del poder. Son varias las causas, como la proximidad de las elecciones en dos estados tradicionalmente priistas, el prometido adelanto del destape, el borreguismo legislativo que aprueba sin leer, sin chistar y sin vergüenza lo que manda el que manda y, sobre todo, la abierta campaña en que están inmersas las llamadas corcholatas, afanosas en ganar presencia y la bendición presidencial.
Las fuerzas de Morena empiezan a disgregarse, pues, como siempre, abundan serviles y oportunistas que, al respaldar a Claudia Sheinbaum, suponen apostar a la segura, pero frente a ellos aparecen los que no tienen miedo de apoyar a un precandidato que, si no es favorecido, lejos estará de la resignación. Hasta el señor Adán Augusto López hace campaña, si bien con su grisura característica, en tanto que ya se habla de que Ricardo Monreal irá al gobierno capitalino.
Lo curioso es que la desazón tiene causas internas, pues los partidos opuestos a Morena, entrampados en sus miserias, distan de ser una amenaza: el PRI, con una dirección en entredicho y una base social menguada, a la que se espera inyectar alguna fortaleza si el tricolor gana en Coahuila y el Estado de México; el PAN, con varios precandidatos de los que no se hace uno, y el PRD que, para efectos prácticos, nada significa.
En Morena y sus alrededores, quienes dan por hecho que el dedazo favorecerá a Sheinbaum, aplican el mismo razonamiento del viejo priismo, que solía llevar a equivocaciones redondas. Pero aun si fuera la elegida, Claudia estaría lejos de tener garantizada la victoria, pues Marcelo Ebrard no se quedará con los brazos cruzados.
De no resultar favorecido por el dedazo, lo previsible es que el ahora canciller salga de Morena con todos sus seguidores, lo que disminuirá drásticamente la ventaja morenista. Desde luego, Ebrard, quien tiene una buena relación con el dirigente de Movimiento Ciudadano, buscará el apoyo de la tríada PAN-PRI-PRD, a la que abrirá una perspectiva ganadora.
El actual canciller no ha esperado la decisión del Gran Dedo y ya cuenta con una organización, incipiente, pero real, que cubre toda la República y tiene presencia en Estados Unidos. Su gira del fin de semana por Oaxaca resultó exitosa, pese a que Salomón Jara, gobernador de la entidad, le hizo el vacío, en tanto que Claudia Sheinbaum, quien también estaba en campaña en la misma entidad, sí contó con la compañía del gobernador y de los acarreados que éste movilizó, pero no tuvo el eco periodístico que ganó su rival.
Lo anterior debió encender las alarmas en el cuartel claudista, pues no parece contar con personal de apoyo tan eficiente como el de Ebrard, lo que tendrá que resolver en cuestión de días, porque los tiempos de precampaña se acortan y, contra lo que imaginan sus seguidores, la popularidad de AMLO no es hereditaria ni tampoco su evidente capacidad de control.
Por otra parte, si bien la prédica presidencial pide el voto, no lo hace pensando ni hablando en favor de Claudia, sino de los candidatos a diputados, pues con presidente morenista o sin él, una mayoría parlamentaria servirá para guardarle las espaldas a López Obrador cuando haya salido de Palacio. Sin embargo, no puede olvidarse que en las elecciones de 2021 Morena sufrió un serio descalabro y que ahora no hay razones para que le vaya mejor.
Otro factor que debe ser preocupante para el morenismo es que sus aliados, el PT y ese negocio llamado Partido Verde Ecologista de México, en Coahuila optaron por no respaldar la candidatura de Armando Guadiana, pues saben que es una apuesta difícilmente ganadora.
El oficialismo espera cerrar triunfalmente el sexenio, con el Tren Maya y la refinería en Dos Bocas concluidos y en funcionamiento, pero ingenieros que sí saben de estas cosas, más que los políticos, no ven factible que la refinería se termine antes de 2026, en tanto que, en el caso del ferrocarril peninsular, hay temores fundados de que las prisas para construirlo causen accidentes en el arranque sobre el subsuelo poroso de la península de Yucatán. De modo que, por razones como las anotadas y varias más, la entrada en escena de un Maximato es ilusoria. El 2024 será el año del derrumbe.