Por Humberto Musacchio
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 03 de enero de 2024.- Es nefasta la herencia del Espectro de Palenque, quien dejó vacías las arcas públicas y una deuda que supera por mucho la mitad del PIB, que con él creció menos de uno por ciento anual y tuvo el peor índice desde el sexenio de Miguel de la Madrid. El legado incluye un amplio catálogo de obras faraónicas, pero inconclusas; una inseguridad que pone en duda la primacía del Estado, y la incontenible caída en la extracción y exportación de petróleo, paralela a un sostenido auge del huachicoleo.
El panorama de la educación es desolador: recortes al presupuesto, la cuarta parte de los planteles sin agua potable y uno de cada 12 sin electricidad, el texto gratuito convertido en mero catecismo de la religión cuatroteísta, la pérdida de un millón de estudiantes en la matrícula y los apapachos a los charros del SNTE, lo cual da por resultado una caída del aprovechamiento de acuerdo con la prueba PISA.
Una prueba más de que al alto mando de Morena le vale sorbete la situación del país es que Karla Quintana, quien era titular de la Comisión Nacional de Búsqueda, se vio obligada a renunciar después de que AMLO se inconformó con los números de personas desaparecidas y cuerpos sin identificar que manejaba la funcionaria, mucho mayores que los del mandatario, que ante cualquier problema solía decir que él tenía “otros datos”, así contradijeran las cifras oficiales. Pero no se contaba con el prestigio profesional de Karla Quintana, funcionaria preparada y eficiente, a quien, hace menos de dos semanas, António Guterres, secretario general de la ONU, la designó jefa de la Institución Independiente sobre Personas Desaparecidas en Siria.
Lo más peligroso es que estamos ante una avalancha de reformas destinadas a la destrucción de instituciones, ésas que, para vigilar al Ejecutivo, fueron creadas por la insistencia de la oposición de izquierda y de derecha. La desaparición de esos organismos permitirá el regreso cabal del autoritarismo, aquel que ejercieron los mandatarios del viejo régimen, lo que es explicable porque Morena es un partido integrado mayoritariamente por expriistas, quienes además ocupan la mayoría de las gubernaturas, senadurías, diputaciones y presidencias municipales, entre otros cargos.
En ese panorama de cinismo desbocado, un tal Arturo Ávila, vocero de los diputados de Morena, declaró que las reformas aprobadas por su partido y parásitos que lo acompañan “no son caprichos”, sino “mandato claro del pueblo”. No son caprichos, efectivamente, sino medidas encaminadas a restaurar el presidencialismo despótico, aquel que denunció y condenó la izquierda en los años setenta. Lo que resulta falaz es decir que esa demolición de instituciones es mandato claro del pueblo. ¿Cuál pueblo eligió ese alud de cambios improvisados, absurdos la mayoría e irresponsables todos?
En el colmo, sin discusión ni apelación posible, los cuatroteros se autoasignaron una mayoría legislativa violando el principio de proporcionalidad (con 54 por ciento de los votos se adjudicaron casi 70 por ciento de las curules) y compraron a los Yunes y gente de su calaña para armar su mayoría prefabricada, la que con obediencia canina aprobó las iniciativas enviadas por Andrés Manuel López Obrador, destacadamente la extinción del Poder Judicial como contrapeso de los otros poderes.
Y en México, “el país más democrático de la tierra”, según lo entiende la presidenta Claudia Sheinbaum, se prepara ahora en tono fársico una extraña elección de jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte, y se ha dispuesto todo para que los poderes reales, los del dinero y las mafias, estén bien representados en los tribunales de todo orden.
Como se trata de una farsa, al INE le otorgaron la mitad del presupuesto que pedía y el mismo Instituto anunció que instalará apenas la mitad de las casillas necesarias e imprimirá los 600 millones de boletas en material barato, no sabemos si papel periódico o de estraza. Lo más risible de esta “elección” es que los ingenuos que vayan a las urnas tendrán que llenar seis boletas, cada una con una lista interminable de candidatos, ilustres desconocidos que podrán ser contratados por Brozo para sus programas. A ese extremo han llegado los cuatreros.