58 años de la crisis de los misiles: 100 segundos para la medianoche (Parte II)

Foto: Misiles nucleares soviéticos en Cuba, en 1962.

Por Jurgis Rudkus

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 04 de noviembre de 2020.- Todo tipo de alerta sobre una confrontación nuclear jamás está de más, principalmente en la conmemoración de la crisis de los misiles (del 14 al 27 de octubre de 1962), cuando Estados Unidos identificó bases para misiles balísticos en Cuba. Aunque este hecho no es tan conocido ni recordado en  los medios de comunicación masiva, ese periodo ha sido catalogado como el “momento más peligroso en la historia de la humanidad” y no sólo por el historiador y asistente de John F. Kennedy, Arthur Schlesinger,[1] sino por los hechos.  

Pero ¿es verdad que la humanidad estuvo a punto de desaparecer? Conociendo la actual pandemia de Covid-19, ¿no  es exagerado llamar “periodo más peligroso en la historia de la humanidad” a la crisis de los misiles ocurrido en un país caribeño? ¿Por qué Cuba y no México o Guatemala, hay alguna diferencia? ¿Cuál es el riesgo en nuestros días? ¿Existe un riesgo similar? ¿Por qué recordar ese conflicto?

Durante la crisis de los misiles, se dice extraoficialmente, que el Reloj del Apocalipsis marcó un minuto para la medianoche,[2] confirmado por archivos desclasificados en 1990, grabaciones públicas por Sheldon Stern: “La semana en la que el mundo contuvo la respiración”.[3] La crisis de los miles marca un acontecimiento mayúsculo en la historia, un  conflicto que no fue esporádico,  sino el resultado de lo siguiente:

1.    El imperialismo estadounidense y la globalización de su doctrina Monroe a partir de 1945, principalmente en las fronteras con la Unión Soviética (URSS).

2.  Cuba, su independencia y las condiciones semicoloniales de América Latina, donde Estados Unidos tenía la primera y última palabra (excepto en Cuba), así como los misiles nucleares apuntando hacia la URSS desde Turquía y los misiles soviéticos de alcance intermedio apuntando hacia Europa.

3.    La defensa de Berlín y la paranoia armamentista sobre la brecha militar de la Guerra Fría que hacía creer que la URSS superaba a Estados Unidos (EUA). Efectivamente existió una brecha armamentista en un rango de 10 a 1 —específicamente con los Misiles Balísticos Intercontinentales (ICBM)— pero a favor de Estados Unidos. Mismo caso para los bombarderos. A finales de los 50’s la URSS contaba con ciento cincuenta, mientras que EUA tenía listos casi dos mil, una superioridad trece veces mayor; a ello se sumó el espionaje estadounidense que le restregó a Kruschev su inferioridad de ICBM.

Cuando inició la crisis de los misiles, la URSS contaba como mínimo, con dieciséis ICBM, ciento cincuenta bombarderos de largo alcance y sesenta misiles ubicados en submarinos.[4] El arsenal emplazado en Cuba y listo para lanzarse era de 42 misiles de alcance intermedio y nueve misiles de corto alcance.[5] Ese arsenal (descubierto por Estados Unidos hasta 1992) era más que suficiente para convertir en escombros a cualquier ciudad de Estados Unidos, si no es que a todo el país. A la denuncia  que se hace contra los dementes soviéticos que instalaron misiles nucleares a escasos kilómetros de EUA, vale preguntar ¿Por qué casi nadie denunció los misiles nucleares (estadounidenses) apuntando al Kremlin desde Turquía en 1961? “Incógnita” que los medios de comunicación de masas nunca responden. 

Fue Estados Unidos, el país  más poderoso de la historia —con ciento ochenta millones de habitantes— quien supuestamente estaba amenazado por una pequeña isla de tan solo seis millones de habitantes. Según John F. Kennedy: “[Cuba] como satélite de la URSS hará cualquier cosa para ayudar a nuestra caída […] e intentará propagar su revolución en Latinoamérica”.[6]

Las palabras del “joven” Kennedy sonaban ridículas si recordamos que la economía estadounidense era, en aquel entonces, al menos 200 veces superior a la cubana y su capacidad militar estaba (y está) totalmente fuera de cualquier proporción. En otras palabras, lo que realmente quiso decir Kennedy fue que Cuba, al independizarse de Estados Unidos, tenía que pagar por ello, solo que en el contexto de la Guerra Fría el sometimiento no sucedió ni ha sucedido. Después de la caída del “telón de hierro” y bajo difíciles condiciones —debido a las sanciones y agresiones denunciadas en todos los ámbitos posibles, entre ellos la ONU— Cuba sigue sin someterse a los dictados de Washington.

Ante los adjetivos utilizados por Estados Unidos contra Cuba y el “dictador sanguinario” Fidel Castro, poco importó e importa en los medios de comunicación que, antes de la revolución cubana, Eisenhower tuviera en su mesa de honor de Washington a Anastasio Somoza (dictador de Nicaragua), Fulgencio Batista (dictador de Cuba), Leónidas Trujillo (dictador de República Dominicana) y Pérez Jiménez (dictador de Venezuela), quienes fueron condecorados con la Orden del Mérito del Pentágono,[7] “héroes de libertad en América Latina”. El historial de estos carniceros como aliados imprescindibles de Estados Unidos lo han borrado de la historia.

Foto: Crisis de los misiles, Cuba 1962.

Pero ¿por qué Cuba y no México fue el escenario de la crisis de los misiles? Para responder esa pregunta hay que mencionar la intervención estadounidense de 1898 en Cuba.  Un telegrama del 25 de mayo en la Casa Blanca decía: “Aquí, las grandes corporaciones creen ahora que tendremos guerra [contra el imperio español]. Creo que será bien recibida por todos, como un descanso después del suspenso”. A solicitud empresarial, tropas estadounidenses invadieron Cuba, eliminando la Enmienda Teller e implantando la Enmienda Platt, arruinando la independencia cubana.

Acompañando a la milicia estadounidense llegaron los dólares y la “modernidad”. La Lumbermen’s Review llegó para deforestar cientos de hectáreas para la industria maderera, los ferrocarriles y las minas pasaron a las franquicias estadounidenses, la United Fruit incursionó en la industria azucarera y bananera. Además, la Compañía de Tabaco Americana y Aceros Bethlehem establecieron su monopolio. La apropiación de territorios por las corporaciones estadounidenses se generalizó a finales del siglo XIX e inicios del XX.

Cuba permaneció como colonia estadounidense hasta 1959. Por ese “sencillo” hecho era lógico que los rebeldes de la Sierra Maestra mantuvieran su desconfianza ante el coloso del norte. Las agresiones de Estados Unidos no se hicieron esperar y tuvo el más peligroso conflicto en la crisis de los misiles. Para justificar el uso de las fuerzas armadas contra Cuba en 1962, el Departamento de Estado norteamericano expuso un listado que demuestra que entre 1798 y 1895, existieron 103 intervenciones en diferentes países. Si se hizo en el pasado ¿por qué no hacerlo en 1962?

Tras haber recuperado su independencia en 1959, la posición de Cuba ante las agresiones estadounidenses fue en primera instancia de tolerancia, diplomacia y acercamiento. En visita a EUA, Fidel Castro afirmó: “Aquí han venido muchos hombres a vender su alma, nosotros sólo queremos comprensión y simpatía”.[8] El líder cubano manejó la situación con cautela, comprendía que cualquier propuesta de nacionalización con beneficio a su población sería peyorativamente tachada de comunista. Conoció a la perfección la doctrina de contención comunista al tiempo que sabía, mejor que nadie, que los monopolios estadounidenses dominaban los recursos estratégicos de la isla: azúcar, tabaco, cobre, la banca, las minas etc., además dependía del suministro de petróleo estadounidense.

En visita a Argentina, Fidel Castro lanzó una propuesta de conciliación entre América Latina (Cuba) y EUA, proponiendo la creación de un mercado y un plan regional de desarrollo económico y social con un aporte de 30 mil millones de dólares por parte de Estados Unidos. Pero al igual que el imperio español, que impidió el comercio y la relación entre sus colonias de América, Estados Unidos despreció las propuestas de Castro, las tachó de “ridículas y demagógicas”,[9] con ello, Eisenhower mandó a la basura la solución diplomática y la reconciliación con Cuba, obligando al país caribeño a depender de la ayuda ofrecida por la URSS.

Esa estrategia del gobierno estadounidense se repitió en varias ocasiones en diversos países. En la revolución sandinista, por ejemplo, se bloqueó y asedio a Nicaragua. El objetivo era obligar a dicho país a pedir ayuda de la URSS y así poder criminalizarla de comunista o terrorista. Una vez “demostrada” la esencia demoníaca de los sandinistas, los ataques por parte de EUA estaban “justificados”.

Gracias a los archivos desclasificados, sabemos que en marzo de 1959, el presidente Dwight Eisenhower ordenó la Operación Pluto, ataques terroristas con aviones pirata y sabotajes sobre la Habana, bombardeos con napalm y suministro de armas, dinero y equipos a grupos contrarrevolucionarios. El objetivo era recuperar la perla de las Antillas, pues está determinado que las “leyes de gravitación política” —en palabras de John Quincy Adams— la mantengan bajo dominio estadounidense. Para ello se necesitaba aplastar la revolución, eliminar la manzana podrida que tuvo la osadía de hacer la independencia cubana.

“Perpetuar los terrores de la tierra” contra Cuba fueron las palabras de Kennedy, quien ordenó los actos terroristas de la Operación Mangosta. Dicha operación consistió en invasiones armadas, bombardeos en diferentes puntos estratégicos, sabotajes —alrededor de 716 desde febrero a agosto, organizados por la CIA— planes para trasladar a la dictadura batistiana hacia Cuba y exterminio del gobierno cubano, especialmente el asesinato de Fidel Castro. ¿Cuál habría sido la respuesta de EUA si Kruschev hubiera declarado “perpetuar los terrores de la tierra” sobre Alemania occidental? Como mínimo, los medios de comunicación occidentales habrían armado un gran escándalo y denuncias ante la ONU y otros organismos internacionales, sino es que iniciaría la guerra nuclear.

Con la Operación Mangosta sobre Cuba, el gobierno norteamericano hizo palpable su frustración al advertir que no toleraría a los comunistas barbudos y “ateos”, ya que han dado el mal ejemplo al resto de América Latina y el mundo, exportadores de la revolución, vanguardia roja en el hemisferio y “cuna de terroristas” claro está.

El 15 de febrero de 1961, aviones B-26 estadounidenses con pilotos cubanos antirrevolucionarios bombardearon las bases aéreas de Santiago, San Antonio de los baños y Ciudad Libertad. Poco después inicia la invasión de Playa Girón patrocinada por Washington, la cual pretendía “recuperar” más de “37 mil hectáreas de tierra, casi 10 mil inmuebles, setenta fábricas, diez centrales azucareras, tres bancos, cinco minas y doce cabarets”. El 19 de febrero fracasó dicha invasión, demostrando no solo la dignidad y coraje de los cubanos, sino la ignorancia y arrogancia de Kennedy, cuyo comando terrorista fue aniquilado y depuesto por los revolucionarios: mil 500 capturados y casi 200 muertos.[10]

En mayo de 1960 Cuba restableció las relaciones con la Unión Soviética —rotas por Fulgencio Batista—. La URSS dio un crédito de cien millones de dólares además de suministrarle petróleo y comprometerse a comprar un millón de toneladas de azúcar. De inmediato Estados Unidos decretó el embargo (bloqueo para los cubanos) de la isla, y ordenó a los demás países de América que hicieran lo mismo. En ese momento Nikita Kruschev ofreció ayuda militar a Cuba, que incluyó misiles para su defensa en caso de invasión. Fidel acepta. Las hostilidades entre las tres naciones, que desembocarán en la crisis de los misiles habían iniciado.

A mediados de 1962 se puso en marcha la Operación ANADIR, acuerdo cubano-soviético para el emplazamiento de misiles balísticos con cabezas nucleares en Cuba. En septiembre del mismo año llegaron los primeros misiles R-12. El despliegue de arsenales y tropas soviéticas en Cuba le dieron a Kruschev una capacidad de disuasión que de algún modo equilibraba sus pocos ICBM, cuyo número (de 1960 a 1961) era de tan solo cuatro. De acuerdo a la corporación RAND (Research ANd Development) de la Fuerza Aérea estadounidense, esos cuatro ICBM estratégicamente equivalían a cero.

ANADIR fue sin lugar a dudas la respuesta soviética a su fracaso para fabricar ICBM, ocurrido en octubre de 1960 cuando explotó súbitamente el misil de largo alcance R-16, provocando la muerte del encargado de los misiles estratégicos, Mitrofan Nedelin. También fue la respuesta a los conflictos de Berlín un año antes, y al espionaje estadounidense, que demostró que las palabras de Kruschev eran puro alarde: “La URSS fabrica doscientos cincuenta ICBM al año”.[11] Lo que no fue ningún mito eran los misiles cubanos y los cientos de misiles de mediano alcance apuntando hacia EUA y Europa.  

Entre el 11 y el 17 de septiembre de 1962 el gobierno estadounidense aprobó acciones directas contra Cuba —“incluso el uso de la fuerza”—.[12] Actitud belicista más que esperada por Cuba y la URSS, por lo cual, la agencia soviética TASS advirtió que cualquier ataque sobre Cuba sería repelido, declarando la guerra. Un ataque sobre Cuba equivalía a un ataque de la URSS sobre Berlín occidental u otro aliado de EUA en Europa. Un ataque nuclear contra Cuba equivalía a iniciar la era de las tinieblas.

Al mismo tiempo, aviones espía U-2 de EUA mantuvieron vigilancia sobre la isla. El 16 de septiembre descubren el emplazamiento para misiles tierra-aire. Estados Unidos mantuvo la expectativa. La CIA afirmó que no era probable que se montaran armas nucleares en Cuba por el “alto riesgo que representaba” pues no pensaron que los soviéticos fuesen tan desquiciados, al menos no tanto como los propios estadounidenses cuando montaron los misiles nucleares en Turquía.

El 14 de octubre de 1962 la CIA detectó misiles soviéticos en la provincia de Pinar del Río, por lo cual, el gobierno estadounidense se puso en alerta máxima. El presidente Kennedy no dejo dudas sobre el peligro de los misiles en Cuba, pero en un desliz —ignorancia intencionada o ignorancia imperial— dijo ante sus asesores: “Es como si de repente nosotros [EUA] emplazáramos un gran número [de misiles balísticos de mediano alcance] en Turquía […]. Y eso sería diabólicamente peligroso.” La respuesta de su asesor, McGeorge Bundy, fue: “Bueno, ya lo hicimos señor presidente”.[13]

Con todo y la pifia de Kennedy, el 22 de octubre de 1962 Estados Unidos realizó 368 vuelos espía; el mismo día por la noche inicia oficialmente la crisis, ya que el presidente Kennedy anunció la existencia de misiles soviéticos en Cuba: “Acto deliberado e injustificado de provocación”. Después de la declaración del presidente estadounidense las tensiones como preludio a la era de las tinieblas estuvieron a la orden del día. Fue más que estresante observar la caza de submarinos soviéticos, cargados con torpedos nucleares, por parte de los destructores estadounidenses.

Ante el bloqueo naval estadounidense, los buques rusos tuvieron la orden de ignorar la presencia enemiga pero afortunadamente recularon. El Bucarest fue el único que se dirigió en línea recta a su destino poniendo a prueba el conflicto. El 25 de octubre un avión U-2 estadounidense que sobrevolaba territorio cubano fue derribado por un misil superficie-aire (SAM).[14] En ese momento, la crisis llegó a su clímax —segundos para iniciar el holocausto nuclear— ya que todo ocurrió sin la autorización del alto mando soviético o cubano. Por obra divina, Washington no respondió con un ataque nuclear o bombardeo sobre Cuba.

En ese contexto, los estrategas estadounidenses supieron, veinticinco años después, que Kruschev desplegó no siete mil o diecisiete mil tropas a Cuba —esta última estimación la dio a conocer la CIA—, sino nada menos que cuarenta y dos mil tropas. A esto se sumaban los misiles balísticos, misiles SAM y más de cien armas nucleares tácticas, cuyo uso en última instancia, no dependía de la autorización de Moscú sino de los comandantes soviéticos locales —algo inimaginable por los estrategas estadounidenses—.[15] El tipo de arsenal y la cantidad de tropas en Cuba era suficiente para alcanzar e invadir cualquier objetivo en territorio estadounidense.

El 27 de octubre otro U-2 (estadounidense) provocó la histeria, ya que sobrevolaba en territorio soviético, en la península de Chukot. En poco tiempo fue detectado y perseguido por los aviones MiG soviéticos para derribarlo; aviones tipo caza F-102A de Estados Unidos armados con misiles nucleares aire-aire cubrieron al U-2, la suerte evitó una confrontación entre los MiG y los cazas F-102A, y un milagro más evitó la confrontación nuclear. Al respecto, Kruschev dijo que el U-2 fácilmente pudo haberse confundido con un bombardero nuclear. Ante el suceso, se dice que Robert McNamara salió corriendo de una reunión en el Pentágono gritando histéricamente que “eso significaba una guerra con la URSS”. [16] Obviamente tenía razón. 

En la efervescencia del conflicto, Fidel Castro intentó persuadir a Kruschev para iniciar un ataque “preventivo” contra EUA: “Éste es el momento de eliminar para siempre semejante peligro, en acto de la más legítima defensa, por dura y terrible que sea la solución, porque no habrá otra”.[17]

En resumen, los actos terroristas contra Cuba fueron el telón de fondo de la crisis de los misiles, la invasión de Playa Girón y la Operación Mangosta, ordenadas por Kennedy para llevar a cabo una “extensa campaña de actos terroristas y de sabotaje”, en palabras del historiador Stephen G. Rabe.[18] Cuba, país colonizado hasta 1959, estuvo a punto de ser barrido por Estados Unidos, pero las amenazas y acciones terroristas provocaron que el país caribeño recurriera a la disuasión (alianza) rusa, quienes desplegaron sus respectivos misiles a la isla, en contraparte por los misiles de Turquía. Al final, Kennedy acordó no invadir Cuba a cambio de que Kruschev retirara sus misiles.   

A pesar del acuerdo entre EUA y la URSS, la crisis de octubre de 1962 tiene mucho que enseñarnos. En aquel mes, el expiloto de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, John Bordne, narra que él y sus colegas recibieron la orden de pasar de DEFCON 2 (Defense Condition 2: paso previo a la guerra nuclear) a DEFCON 1 (guerra nuclear inminente), es decir, recibieron la orden de lanzar treinta y dos misiles crucero de 1.1 megatones sobre objetivos enemigos, pero no beligerantes —excepto la Unión Soviética—. La prudencia y la solicitud de confirmación para pasar a DEFCON 1, hicieron que Bordne y su equipo no iniciaran la era de las penumbras.[19]

Caso similar fue el 26 de octubre de 1962, fecha considerada por el comandante Don Clawson como “el momento más peligroso de la humanidad”,  ya que él y sus colegas sobrevolaban, en fase DEFCON-2 sus respectivos bombarderos B-52, más de 60 aviones equipados con armamento termonuclear sobre posiciones enemigas y donde cualquier error o confusión pudo desencadenar la Tercera Guerra Mundial: “Fuimos muy afortunados de no hacer estallar el mundo; y no fue gracias a los dirigentes políticos y militares de este país [Estados Unidos]”.[20] A esa movilización de arsenal nuclear se sumaron los submarinos Polaris, 136 misiles intercontinentales clase Atlas y Titán,[21] así como un arsenal que en conjunto acumularon 7000 megatones, una cantidad destructiva equivalente a 460 mil bombas de Hiroshima.

Tampoco debemos olvidar los sucesos del 27 de octubre del 62, cuando la decisión del comandante adjunto Vasili Alexandovich Arjípov salvó al mundo del holocausto. Enviados a Cuba en un submarino B-59 cargado con torpedos nucleares de 15 kilotones, Vasili y su tripulación estaban siendo hostigados por el destructor estadounidense USS Beale para que salieran a la superficie y se identificarán. La tripulación del submarino no tenía comunicación continua con Moscú, por lo que entendían que las cargas de profundidad —detonaciones para destruir submarinos— eran un ataque y no un aviso para salir. Lanzadas las cargas de profundidad por la armada norteamericana, el capitán soviético Grigórievich Savitsky decidió utilizar los torpedos nucleares (llamada “arma especial”) e iniciar la guerra nuclear, solo que necesitaba el consentimiento de Vasili, quien se negó a disparar. Los soviéticos salieron a la superficie sin saber si había iniciado la Tercera Guerra Mundial.[22]

Visto a casi sesenta años, ese acontecimiento parece cosa menor, pero no es así. El submarino B-59 (tipo Foxtrot) y su tripulación no estaban familiarizados con las aguas del caribe, incomunicados y sin ventilación (con fallas), en el interior del submarino se estaban acumulando altos índices de dióxido de carbono, letales para la tripulación. Por si eso no fuera suficiente, los militares soviéticos tenían que mantenerse cuerdos a temperaturas de 45 y 50 grados centígrados. En esas condiciones los oficiales de servicio empezaron a desmayarse uno por uno. Durante cuatro horas el B-59 fue hostigado por las cargas de profundidad estadounidenses, una provocación sobre una tripulación que se estaba asfixiando, y que además contaba con torpedos nucleares con una capacidad destructiva del calibre de la bomba de Hiroshima. No es ninguna exageración que a cincuenta años de la decisión de Vasili (2012), su esposa (y una parte del mundo) lo haya llamado “El hombre que salvó al mundo”. [23] Un super héroe de carne y hueso.

Hay varios episodios que se disputan el “momento más peligroso”, como el misil de prueba Atlas lanzado desde Vandenberg y que por poco se confunde con un ataque nuclear; la falsa alarma en Volk Field; el avión U-2 que sobrevoló Siberia, el cual provocó la alerta Kruschev, quien dijo que “podría haberse producido una respuesta fatal”. Según se ha documentado, en 1962 los encargados de las fuerzas nucleares estratégicas y del Estado Mayor de Estados Unidos, Thomas Power y Curtis LeMay respectivamente, estaban “decididos a empezar la Tercera Guerra Mundial”.  El plan de Power para aniquilar a los soviéticos incluía más de 3 mil bombas, muchas de ellas termonucleares.[24] Nuevamente, gracias a la buena suerte o con mayor proporción a la intervención divina —parafraseando al general Lee Butler— el plan no se llevó a cabo.

Aunque en octubre de 1962 literalmente estuvimos a segundos de una guerra nuclear, cabe preguntar: ¿Qué hubiera pasado si los soviéticos hubiesen tenido la misma actitud que los Estados Unidos un año antes de la crisis de los misiles, cuando se instalaban misiles balísticos en Turquía (base militar de los Estados Unidos)? ¿Qué actitud hubiesen tenido China y la Unión Soviética ante la existencia de misiles crucero en Okinawa, listos para desintegrar las ciudades Hanoi, Beijing, Pyongyang y Vladivostok? Ciertamente los misiles de Okinawa estuvieron a punto de lanzarse en el apogeo de la crisis de octubre.[25]

El peligro de guerra nuclear no se limita a la crisis de los misiles ya que existen peligrosos acercamientos a la confrontación nuclear. En 1979 una falsa alarma se filtró en el sistema de detección del Mando Norteamericano de Defensa Espacial (NORAD, por sus siglas en inglés), por lo que Zbigniew Brzezinski estaba solicitando al presidente Carter una respuesta inmediata. La falsa alarma se detectó poco antes de autorizar el ataque.[26]

Otro acercamiento a la confrontación nuclear ocurrió después de que Ronald Reagan y su séquito anunciaran la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE), mejor conocida como Guerra de las Galaxias, sistema antibalístico que consistía en colocar armas de energía dirigida desde el espacio, aunque también en tierra y en mar. Se pretendía utilizar un potente rayo láser (Sigma Tau) y un rayo de partículas (de energía cinética) para irradiar, destruir y desactivar los misiles soviéticos. 

La Guerra de las Galaxias provocó un nuevo empuje armamentístico. Hoy sabemos (y en aquel entonces también lo sabía la inteligencia de EUA) que los rusos no tenían posibilidad de competir tecnológicamente ni económicamente en dicha carrera, quienes optaron por un delirante aumento de armas nucleares —que sumaron más de 40 mil— y señuelos (desde vehículos lanzadores) para evadir el escudo de defensa estadounidense,[27] así como por confiar (casi ciegamente) en sus sistemas de defensa satelital.

En plena tensión por la Guerra de las Galaxias, en septiembre de 1983 los sistemas de defensa satelital de la URSS detectaron uno tras otro, cinco misiles nucleares en su territorio, por lo que, según el protocolo nuclear, debieron contestar con todo el arsenal posible. Eso no ocurrió debido a que el oficial encargado de informar del ataque, Stanislav Petrov, desobedeció el protocolo, esperando hasta el último momento la detección satelital de los misiles: “Tenía todos los datos [que indicaban un ataque estadounidense]. Si hubiera enviado mi informe a la cadena de mando, nadie habría dicho nada en contra. […], pero yo no pude moverme. Me sentí como si estuviera sentado en una sartén caliente”.[28]

Una historia más ocurrió en enero de 1995, cuando un cohete científico lanzado al norte de Noruega fue confundido por los rusos, quienes pensaron que era un misil nuclear, el presidente Boris Yeltsin y sus asesores atinaron de manera oportuna que no se trataba de un ataque nuclear.

En el presente, las posibilidades de confrontación nuclear ya no dependen solo de EUA y Rusia, sino de siete países más. En 1999, tras la guerra por el distrito de Kargil en Cachemira, India y Pakistán optaron por no utilizar sus respectivos arsenales nucleares.[29] Así mismo, hay numerosas alertas de ataque nuclear, principalmente en las zonas de conflicto político-económico-militar. Se estima que hay un rango de 43 a 255 alertas cada año, un promedio anual de 149 alertas.[30]

Global Zero informa de 650 incidentes militares conocidos públicamente en los últimos tres años (hasta 2017). Estos incidentes forman parte de la “rutina militar” pero son considerados de alto riesgo ya que son ejercicios con armas nucleares y de provocación, mismos que pueden ocasionar en cualquier momento una conflagración de enormes proporciones.[31]

Los accidentes en despliegues militares con armas nucleares no deberían pasar desapercibidos, pues como se dice coloquialmente, es como si un niño jugara con fuego. Ejemplo de ello fue el accidente ocurrido en julio de 1961, cuando un submarino soviético tuvo una fuga en el sistema de enfriamiento de su reactor nuclear. Ubicado muy cerca de una base de la OTAN, su explosión, tal y como dijo el periódico Pravda, hubiera desencadenado la “Tercera Guerra Mundial”; sin embargo, el equipo de ingeniería del submarino logró sustituir el refrigerante. El resultado de su hazaña fue que todos los ingenieros murieron por radiación ionizante.[32] ¿Estos “simples” ingenieros desconocidos nos salvaron de la Tercera Guerra Mundial? En una alta probabilidad, la respuesta es afirmativa.

Otro elemento de alto riesgo es saber realmente quién y cuántas personas tienen el botón nuclear a su alcance. Está completamente equivocado quien piense que los presidentes de cada nación (nuclear) son quienes deciden apretar dicho botón. En la URSS existió (y seguramente existe) una política para delegar el mando nuclear llamada Death Hand, la cual confería autoridad a diversas personas para iniciar un ataque decisivo como respuesta a una conflagración con Estados Unidos.[33]

De igual forma, en EUA, el presidente Eisenhower inició una política para delegar autoridad y control al jefe del Comando de Armas Estratégicas y otros comandantes para realizar un ataque nuclear. Dicha política no se ha modificado y es bastante clara: bajo un ataque soviético uno de los objetivos sería la Casa Blanca (el presidente), por lo cual quedaría exterminada la única persona autorizada para responder un ataque nuclear. Daniel Ellsberg ha documentado que “existe una delegación de autoridad y capacidad para lanzar ataques de represalia, no solo fuera de la Oficina Oval sino fuera de Washington. De lo contrario no habría una base real para la disuasión nuclear”.[34]

Esto significa que el presidente o los mandatarios que están frente al botón nuclear son un auténtico circo, pues tras bambalinas están individuos —militares sin línea de mando civil— que pueden iniciar la guerra nuclear. Reconocer lo anterior tiene una solución obvia: desmantelar las maquinarias del Día del Juicio Final y poner fin a la guerra.

“El ruido de las armas, del lenguaje amenazante, de la prepotencia en la escena internacional debe cesar. Basta ya de la ilusión de que los problemas del mundo se pueden resolver con armas nucleares. Las bombas podrán matar a los hambrientos, a los enfermos, a los ignorantes, pero no pueden matar el hambre, las enfermedades, la ignorancia… No pueden tampoco matar la justa rebeldía de los pueblos. Y, en el holocausto, morirán también los ricos, que son los que más tienen que perder en este mundo. Digamos adiós a las armas [nucleares] y consagrémonos civilizadamente a los problemas más agobiantes de nuestra era, esa es la responsabilidad y el deber más sagrado de todos los estadistas del mundo. Esa es, además. la premisa indispensable de la supervivencia humana”.

Fidel Castro Ruz. Discurso ante la Organización de las Naciones Unidas, 1979.

“Mirando hacia atrás, puedo ver lo absurdo de la disuasión nuclear [ya que], no habría funcionado en un psicópata como Hitler [¿Trump, Putin, Xi Jinping?]. Si él hubiese contado con la bomba, es muy probable que la última orden que diera desde su búnker en Berlín hubiera sido destruir Londres [con todos los kilotones a su alcance].  En realidad, le habría parecido que aquél era un modo heroico de morir en un Götterdämmerung [crepúsculo de los dioses…]. Es de la mayor importancia no permitir que surja semejante situación [y personajes]. Nuestro primer esfuerzo debe concentrarse en la prevención de la guerra nuclear, porque en semejante guerra desaparecería no solo la moralidad, sino también toda urdimbre de civilización”.

Joseph Rotblat, físico nuclear y premio Nobel de la Paz.


[1] Dobbs, Michael. One Minute to Midnight: Kennedy, Khrushchev and Castro on the Brink of Nuclear War. Vintage. NY, 2008, p. viii. Citado en Chomsky, Noam. ¿Quién domina el mundo? Ediciones B. Barcelona, 2016, p. 132.

[2] Dobbs, op. cit., p. 251.

[3] Stern, Sheldon. The Week the world Stood Still: Inside the Secret Cuban Missile Crisis. Stanford University Press. Palo Alto. California, 2005, p. 5.

[4] Schlosser, Eric. Command and Control. Nuclear Weapons, the Damascus Accident, and the Illusion of Safety.  Penguin Books. New York, 2014, p. 285.

[5] Lafeber, Walter. America, Russia, and the Cold War. 1945-2006. McGraw Hill, NY. 2006, pp. 221, 231-237.

[6] Inter-American Economic Affairs. Government Documents, 1961 pp. 79-86.

[7] Clara. Los amos de la guerra. El intervencionismo de Estados Unidos en América Latina. De Eisenhower a G. W. Bush. PRH. México, 2006, p. 47.

[8] Maurice Halperin. The Rise and Decline of Fidel Castro. University of California Press. Berkeley, 1974, p. 46.

[9] Nieto, op. cit., p. 36.

[10] Taibo II, Paco Ignacio. Ernesto Guevara, también conocido como el Che. Planeta. España, 1999, pp. 415-419.

[11] Schlosser, Eric., op. cit., 2014, p. 273.

[12] Lechuga, Carlos. El ojo de la tormenta. Ocean Press. Australia, 1995, pp. 55, 65.

[13] Merrill, Dennis, and Thomas Paterson. Major Problems in American Foreign Relations, Volume II: Since 1914. Vol. 2. Cengage Learning, 2009. Citado en Chomsky 2016, (Hegemonía o supervivencia) op. cit., p. 107.

[14] Taibo II, Paco Ignacio, op. cit., pp. 460-461.

[15] Ellsberg, Daniel. The Doomsday Machine: Confessions of a Nuclear War Planner. Bloomsbury. USA, 2017, 2017, op. cit., pp. 225-227.

[16] Ibídem, pp. 233-235.

[17] Nieto, op. cit., p. 137.

[18] Stephen G. Rabe. The most Dangerous Area in the World.

[19] Ídem. Véase también Mitchell, Jon. Okinawa´s First Nuclear Missile Men Break Silence. Japan Times. 8-7-2012.

[20] Clawson, Don. Is at Something the Crew Should Know? Irreverent Anecdotes of an Air Force Pilot. Athena Press. Twickenham. UK, 2003, pp.80-81. En Chomsky, 2016, op. cit., pp. 132-134.

[21] Ramírez, Jesús Martín; Antonio Fernández-Rañada, op. cit., p. 20.

[22] Wilson, Edward. Thank you Vasili Arkhipov, the man who stopped nuclear war. The Guardian. Londres. 27 de octubre del 2012.

[23] The Man Who Saved the World.  También es el título de un documental proyectado en 2012.

[24] Ramírez, Jesús Martín; Antonio Fernández-Rañada, op. cit., pp. 20-24.

[25] Tovish, Aron. The Okinawa missiles of October. Bulletin of the Atomic Scientists. 25 de octubre del 2015. https://thebulletin.org/2015/10/the-okinawa-missiles-of-october/.

[26] Tovish, 2015 op. cit.  Citado en Chomsky, 2016, op. cit., p. 290.

[27] Brandan, op. cit., pp. 85-95.

[28] BBC Mundo. Muere a los 77 años Stanislav Petrov, el hombre que salvó al mundo de una guerra nuclear entre la Unión Soviética y Estados Unidos. BBC, 19 de septiembre de 2017. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-41320236.

[29] Baum, Seth. Nuclear war, the black swan we can never see. Bulletin of the Atomic Scientists. November 21, 2014. https://thebulletin.org/2014/11/nuclear-war-the-black-swan-we-can-never-see.

[30] Ídem.

[31] Sleight, Jessica and Policy Associate. Global Zero Military Incidents Study. Global Zero, A World Without Nuclear Weapons. May 1, 2017.

[32] Strana.Ru. Russia K-19 Nuclear Submarine Saved the Globe from Third World War. Pravda.Ru, 6 de julio de 2006.

[33] David E. Hoffman, Dead Hand: The Untold Story of the Cold War Arms Race and Its Dangerous Legacy. New York. Anchor Books, 2010.

[34] Ellsberg, Daniel. The Doomsday Machine: Confessions of a Nuclear War Planner. Bloomsbury. USA, 2017, pp. 78-79.

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