Periodistas Unidos. Ciudad de México. 16 de marzo de 2023.- Efervescencia social, tan necesaria en la vida pública del país, una de cientos de miles de pancartas, con una frase de Rosa Luxemburgo, feminista por cierto, frase que desemboca el trabajo milenario de una consciencia que se sacude para sacudir a través de una reflexión personal, “quién no se mueve, no siente las cadenas”, el mantenimiento en el reposo aislado, nos lleva a la conformidad de la apatía. Para sentir a la otra o al otro, hay que vivirlo.
Otras frases que visualice mucho el pasado 08 de Marzo, por ejemplo, “que el privilegio no te nuble la empatía “, entre cientos de miles de pancartas la tarde del 08 de marzo, frases como “somos el grito de las que callaste”, “quiero morir de vieja y no por ser vieja”, “luchar para no morir mañana”, “nos quitaron tanto que terminaron quitándonos el miedo”, “soy la artista, no tu musa”, “mi cuerpo no pide tu opinión “, “es mi cuerpo, yo decido”, “yo sí te creo”, “yo decido cómo me visto y con quién me desvisto”, “si yo visto como puta, tu piensas como violador” y un largo etc… que implica la última frase que pondré en este artículo “¿TE CANSAS DE OÍRLO? ¡NOSOTRAS DE VIVIRLO!”.
La tendencia viral terminó siendo un estilo de vida, practicar el feminismo ya no es una moda pasajera como muchos y otras pensaban, se consolida literalmente como un estilo de vida que de una u otra manera hace pensar qué tal vez es una forma de “mantenernos vivas y juntas”, incomprensible para quienes decidieron no ver, eje de juicios para quienes afirman como siempre, tener la razón, cosa que cada día menos importa porque la deconstrucción va, le pese a quién le pese.
Está la otra manadita que grita “a los monumentos no“ pero que les cuesta mirar la cantidad de desapariciones forzadas qué hay a diario, la trata de blancas el pan de cada día y hacen caso omiso a la inagotable violencia de género que se concentra en nuestra sociedad, y es que no se puede pedir demasiado a quién a decidido no ver y oír pero sobre todo, no sentir.
Esa semana volví a ver el documental “Feminists: What Were They Thinking?“ en Netflix, documental que proporciona una visibilidad del movimiento internacional en los años 70’s , y aunque ya me sentía muy emocionada como cada año de experimentar la efervescencia de la unidad femenina, logra reafirmarme en la lucha con más fuerza, y sobre todo y su gran mérito, enfatiza en lo importante que es honrar a las mujeres que labraron el camino en el que hoy podemos sacar la voz, podemos caminar, trotar, brincar y pintar.
En los monumentos que defienden se percibe la intervención de la histórica histérica etapa que transitamos, etapa que desenmascara el sistema obsoleto en el que se columpian algunos con su valemadrismo quemado, con su desajuste de cuentas y con todas esas injusticias que dejan en un boletín o en algunos micrófonos malgastados de discursos dónde siempre se dice lo mismo, aún con su soberbia se les desmorona todo, aún cuanto más evitan, se hace presente la urgencia de proteger, procurar y respetar a sus mujeres. Aunque, acierto y de cierta manera reflexivo, ¿algo está cambiando en Mordor? En CDMX se vivió una marcha impresionantemente pacífica, para llegar a la marcha, la gran mayoría pagó su boleto de metro el cual se mantuvo intacto, cada quién buscó a su contingente o se unió al que pudo para después encontrarse con sus compitas, hubo una aceptación mayor de hombres en la marcha, no hubo ningún linchado, inclusive hubo quienes se infiltraron, y no fueron atendidos más que por los medios y redes sociales en dónde una mayoría, hombres sobre todo, se empeñan en descalificar la lucha de las mujeres que a la cuál no le interesa su opinión, pues no existe argumento que genere un declive, más fuerte que nunca se encuentra la lucha feminista, y aunque si hubieron granaderos y granaderas, fue como sí no existieran. Claro que hubo vidrios rotos, algunas pintas y uno que otro monumento intervenido nada que duela más que la imperante violencia que vivimos a diario. Pero en su gran mayoría, no pasó más allá del grafiti y unos pedacitos de vidrios rotos de empresas millonarias. Hubo un acto de violencia por parte de “la autoridad” en el zócalo, cuando una de las militantes del movimiento intentó brincar la valla que pegadita estaba a un símbolo tan inquisidor como lo es la catedral de la ciudad.
Aunque mi sueño es vivir un gobierno sin vallas, midiéndose en resultados tan evidentes como en la rabia y la indignación del pueblo, mi utopía sigue, paciente, tal vez lento pero sin pausas, ahí de pronto, al gestar y reproducir la revolución que nos compete, un día la marcha se convierta en una conmemoración sin lucha, porque al final, logrado lo que hoy construimos, no habrá necesidad de luchar, no habrá necesidad de estar alertas, utópico? Precisamente lo deseo, lo sueño, lo anhelo, lo trabajo junto a mis hermanas. Necesario no dejar de creer que lo lograremos, que de tanto creerlo y construirlo, lograremos el día en dónde estemos paradas frente a esa utopía.
Al volver a casa de tan emotiva contingencia, caminando el regreso junto a mi hija de 2 años y mi playera y bandera feminista, podía sentir la mirada de algunos hombres con un rechazo profundo pero silencioso, tal vez tembloroso, muchos no lo han comprendido, de pronto me encontré al llegar a casa con la película de Natalia Beristaín, “Ruido”, dónde al sumergirme me queda claro la importancia de sacar la voz, pero sobretodo de empatizar con esta histeria colectiva que delinea subrayando la actividad con asertividad de esta lucha que una de sus bases es eliminar la violencia de género que nos desaparece y que la injusticia impera a niveles antihumanos que no podemos seguir permitiendo, y que es más que comprensible la identidad con la que se expresa el hartazgo del maltrecho funcionamiento de nuestro sistema de justicia pero sobretodo nuestro sistema de prevención.
Enfatizando la importancia de la liberación de nuestras mujeres como construcción social activa y pasiva, se transmite la importancia del poderío desde nuestras trincheras, haciendo un tejido de las mismas. Nuevamente la marcha 8M, nos repliega y replica a la construcción de paz que urge en este país. Pero sobretodo nos invita a un análisis urgente del trágico diario en el qué participamos voluntaria e involuntariamente, es un sin duda, no dejar para después la determinación de construir un país en donde quepamos, no, no es una reunión de acuerdos establecidos, es una orden histórica que se otorga. Este tiempo va y este tiempo es de las mujeres. ¡Se abren las puertas o las abrimos!.
Te invito a seguirme en la red social de tu preferencia: