A pesar de la recesión inminente se continúa con la política que la ocasiona
Foto: Graciela López / Cuartoscuro
Por Arturo Huerta González
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 05 de agosto de 2019.- El INEGI en días pasados publicó que la tasa anual de la actividad económica al mes de mayo presenta una disminución de 0.3%. JP Morgan, por su parte, ve inevitable una recesión y para el segundo trimestre del año espera una caída de 0.5%.
La tendencia a la recesión económica es derivada de los recortes presupuestales que ha realizado la SHCP para alcanzar el superávit primario para cubrir parte del servicio de la deuda y evitar que ésta siga creciendo. A tales recortes se suma el subejercicio del gasto programado, lo que contrae más la demanda y con ello las ventas, la producción, la generación de empleo, como el ingreso de empresas e individuos, por lo que cae la inversión, el consumo y la actividad económica. A lo anterior, hay que agregar el retraso de los grandes proyectos gubernamentales del aeropuerto de Santa Lucía, la refinería Dos Bocas, así como el Tren Maya. Ello como consecuencia de que aún no se otorgan las autorizaciones correspondientes para que inicien dichas obras.
La política de alta tasa de interés, aunado al peso fuerte (apreciación de la moneda) que ello configura, actúan en detrimento del crecimiento. La alta tasa de interés, incrementa los costos de inversión para los nacionales, mientras que el abaratamiento del dólar reduce la competitividad de la producción nacional frente a importaciones, pues éstas resultan más baratas.
Las altas tasas de interés sólo favorecen al sector bancario: los altos niveles de endeudamiento del sector público y privado se traducen en transferencia de recursos de éstos hacia la banca. Esto se evidencia por el reporte, de la semana pasada, del banco HSBC. Éste manifestó que su utilidad neta en el primer semestre del año se incrementó 30.1%. Mientras la economía nacional va en caída libre, la banca mantiene altas ganancias, como resultado de la política económica predominante, que sobre endeuda al sector público y privado, lo que los condena a transferencias permanentes de recursos a la banca. Ello descapitaliza a los sectores endeudados y disminuye su capacidad de crecimiento, además de acentuar la desigualdad de la riqueza en el país.
La caída del ingreso de empresas e individuos y las altas tasa de interés, tienden a aumentar la cartera vencida, lo que incide en el retraso al pago de las hipotecas, que lleva a la devolución de departamentos y casas, y de ahí que la mayor caída de la actividad económica se manifieste en la industria de la construcción. Asimismo, las expectativas de menor crecimiento económico, aunado a los problemas de insolencia, llevan a la banca a ser más cautos en el otorgamiento de créditos, por lo que la disponibilidad crediticia se está desacelerando. Ello acentúa los problemas financieros de las empresas e individuos, por lo que disminuye más la inversión y el consumo. Las importaciones de bienes de capital, que representan un porcentaje importante de la inversión, mostraron en junio una caída del 10.8%.
Las exportaciones no muestran indicios de que puedan retomar el crecimiento. Por más acuerdos comerciales que el país ha firmado ellos no han sido benéficos, debido a que importamos más de lo que exportamos: se han traducido en menos industria, menos producción agrícola y menos empleo. La política y la amenaza arancelaria de EUA sobre las exportaciones nacionales seguirá, lo que acentuará más los problemas sobre el sector externo y la economía nacional.
Mientras las autoridades monetarias y hacendarias del país no modifican su política económica para frenar la desaceleración de la economía, el banco central de Estados Unidos (la Reserva Federal) está por bajar la tasa de interés para encarar el menor crecimiento mostrado en su economía en el segundo trimestre de este año de 2.1%, respecto al 3.1% logrado en el primer trimestre de 2019. Con la reducción de la tasa de interés, quieren abaratar el crédito y reducir el pago de la deuda, para estimular la inversión y el crecimiento. Por su parte, en la zona euro, el Banco Central Europeo (BCE) ante el bajo crecimiento que enfrentan muchas de sus economías desde hace años y la incertidumbre que ello genera, ha señalado que disminuirá la tasa de interés para encarar tal situación. Cabe recordar que desde el 2013, dicha zona estableció tasa de interés cero y desde el 2016 viene trabajando con una tasa de interés negativa de 0.4%, donde el banco central cobra a los bancos comerciales por tener su dinero guardado. Ello lo han hecho para obligar a los bancos comerciales a expandir el crédito para así tratar de reactivar sus economías y sin embargo no lo han logrado. Ahora quieren reducirla aún más al -0.5%, a través de que el BCE compre deuda, para inyectar liquidez a la economía. Mario Draghi (presidente del BCE) reconoce que ello seguirá siendo insuficiente para reactivar las economías y que la política fiscal expansiva se vuelve esencial. Es decir, el crecimiento económico requiere de bajas tasas de interés y expansión del gasto público para incrementar demanda y así la inversión y el empleo.
El problema en México es que siguen predominando políticas de austeridad fiscal, de alta tasa de interés y de estabilidad de la moneda, a favor del sector financiero, a costa de sacrificar el crecimiento y el empleo y el bienestar de la mayoría de la población.