Por Humberto Musacchio
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 28 de diciembre de 2024.- Donald Trump anunció que el próximo 20 de enero, día en que toma posesión, va a declarar a los cárteles de la droga como terroristas, con lo cual tendrá manos libres ante su Congreso de su país para intervenir en México. Por supuesto, los gobernantes gringos intervienen aquí y en otras naciones sin pedir permiso, pero, en teoría, sólo lo pueden hacer bajo su régimen legal con la citada declaratoria o en condiciones especiales, o sea, de cualquier manera y en todo momento.
Por supuesto, en México intervienen de muchas maneras. Para empezar, con comandos de sus muchos cuerpos policiacos y de espionaje que actúan aquí sin problema y se dan el lujo de secuestrar a delincuentes mexicanos y llevarlos al país vecino, aunque, por lo general, el gobierno mexicano se los entrega sin condiciones. Además, por supuesto, hay intervención de diversos tipos en territorio mexicano de corporaciones como la Dirección de Inteligencia Nacional, la CIA, el FBI, la DEA, la Agencia de Seguridad Nacional, la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), dependencia del Pentágono encargada de recabar información sobre fuerzas armadas extranjeras; la Agencia de Inteligencia Geoespacial, que ofrece información sobre lo que ocurre en otros países, para lo cual existe otra organización con similares funciones: la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO); para las actividades de inteligencia existen cuerpos especiales de la Marina, el Ejército y hasta la Guardia Costera, entre otras agencias.
La única corporación que no contó con la simpatía del gobierno de López Obrador fue la DEA por su excesivo cinismo, pero fuera de eso, AMLO no molestó a otros guaruras gringos e, incluso, autorizó que contingentes de nuestras Fuerzas Armadas participen ahora en ejercicios conjuntos dirigidos por Estados Unidos y recientemente permitió el ingreso a nuestro territorio de 200 militares de ese país que dizque vinieron a capacitar a las Fuerzas Armadas mexicanas.
En esas condiciones, lo interesante es que, luego de su declaración intervencionista, Trump no fue lejos por la respuesta, pues Claudia Sheinbaum respondió de inmediato en forma terminante, dijo que en Estados Unidos están los consumidores de la droga, “de allá vienen las armas” que emplean las mafias mexicanas y “aquí ponemos las vidas. Eso no: nosotros colaboramos, coordinamos, trabajamos juntos, pero nunca nos vamos a subordinar. México es un país libre, soberano, independiente y no aceptamos injerencismos”.
Las palabras de la Presidenta suscitaron un apoyo generalizado. La nota discordante, como era de esperarse, provino del panismo. Marko Cortés, el líder de los azules en el Senado, publicó en redes sociales que “la violencia desmedida” que se vive en México exige “una colaboración internacional efectiva… respuestas coordinadas que vayan más allá de las fronteras”, como si éstas no existieran con fines precisos y necesitáramos que los vecinos vinieran a castigar a quienes se portan mal.
Ante la metida de pata de su correligionario, saltó al palenque el actual líder del PAN y cabeza del Cártel Inmobiliario, Jorge Romero, quien pretendió enmendar el yerro sin mucha fortuna. En cambio, lo que desinfló el entusiasmo patriótico que había despertado un día antes fue una declaración de la Presidenta, quien dijo que Trump “nunca habla de intervención en México, nunca” y pidió “no engancharse en los temas y sencillamente escuchar bien lo que está diciendo”.
En efecto, hasta ahora, Trump no ha dicho que vaya a invadir México, pero no lo necesita, porque declarar terroristas a los cárteles lo autoriza para cualquier cosa, incluso una intervención militar, lo que sería una prueba formidable para México, pero también para Estados Unidos, su economía y su estabilidad social, pues allá viven más de 12 millones de nacidos en México y aquí reside un millón de estadunidenses.