Alí Chumacero: poesía y metafísica

Foto: Especial

Por Óscar Wong

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 23 de octubre de 2020.- Considerado como poeta hermético y hasta metafísico, Alí Chumacero es un autor que canta a lo cotidiano y perentorio de la vida, aunque es evidente que persiste un eje fundamental en su poesía: la concentrada forma verbal.

Temáticamente hablando va del amor al olvido, de la destrucción al vacío. El rigor, la lúcida inteligencia, proclaman un ritmo duro, difícil, acaso por su deseo de sujetarse a la forma. Lo que Octavio Paz designa como “liturgia de los misterios cotidianos” se da a plenitud en Chumacero.

Y es justamente el Nobel de Literatura quien, en «Poesía en movimiento», ha precisado sobre la expresión sonoro-semántica del poeta nayarita: “Sus imágenes se bifurcan en asociaciones complejas, encadenados en largas frases sinuosas, aunque bien vertebradas. Sus versos tienen la misma solidez y flexibilidad” («Poesía en movimiento», Méx., Apud. Marco Antonio Campos en «Alí Chumacero, Poesía completa»: 35).

Con sólo tres libros de poemas –»Páramo de sueños» (1944), «Imágenes desterradas» (1948) y «Palabras en reposo» (1956)– reunidos en el volumen «Poesía completa» (México, 1982), Alí Chumacero (Acaponeta, Nayarit, 9 de julio de 1918-México, D. F. 22 de octubre de 2010), ha conseguido distinguirse como un autor riguroso que forja “un lenguaje de escamas y suntuosas opacidades, rotas aquí y allá por centelleos”, como lo advirtió Paz.

Pero, ¿por qué la mayoría de sus críticos han advertido sobre la peculiar dureza del verso de Chumacero? La explicación sobre el rigor del verso de Chumacero y su aparente carencia de brillantez estilística es interesante. Chumacero escribe a partir de una acentuación no melódica sino desde su fuerza respiratoria para conseguir la imagen acústica desde su muy particular percepción emocional (lo que algunos lingüistas señalan como la huella psíquica que dejan las palabras y que permite identificar un determinado significado. Por eso la rigidez del verso en el poeta que me ocupa. No hay

prevalencia del acento fónico puesto que carece de intensidad, de una acentuación dinámica para dar relieve al significante. Lo anterior es para exponer los recursos sonoro-semánticos en Chumacero, no para descartar su expresión poética. El verso mismo debe estar en función directa a lo que el autor plantea.

Visión de conjunto, desde luego, de ahí que no pretenda realzar una única línea; la sonoridad se da en virtud de la acentuación, no por la sílaba misma, que provoca sonoridades e imágenes sinestésicas (preciso: los lingüistas revelan que el ritmo es la pauta de tensión formada en el mismo grupo fónico por la combinación de sílabas tónicas y átonas, y largas y breves.

Desde luego que el ritmo, acentual y silábico, es uno de los fonemas prosódicos más característicos de una lengua). Preciso: “las pautas que se forman en el grupo fónico tienen un tempo marcado por el acento, o sea, están acompasadas por el acento, mientras que en el ritmo silábico es la SILABA la que sella el tempo, es decir, el <ritmo> está acompasado por la sílaba” misma (Cf. Enrique Alcaraz Varó y María Antonieta Martínez Linares, «Diccionario de lingüística moderna», Barcelona, España, 1997: 504).

“La búsqueda de la palabra (…) está vinculada a un deseo por eliminar la conciencia del tiempo y crear un espacio mítico donde las pulsaciones del ritmo universal coexisten con la forma del vacío irónico que se da en la introspección”, apunta Jacob Semafi (V. «Alí Chumacero. Retrato crítico», Méx., 1995: 215).

El mismo autor refiere, además, el casi plagio de Chumacero en su “Poema de amorosa raíz” al indicar que Rafael Alberti en “Tres recuerdos del cielo” abordó inicialmente el tema, aunque el español hace referencia al cuerpo y al alma, por lo que podemos hablar de un antecedente del texto de Chumacero. Pero, de hecho, ambos poetas se refieren a lo que los celtas denominan Annwn o preexistencia; el origen mismo del origen que cantara Gorostiza.

Semafi determina también el tema del tiempo, como recurrente en Chumacero (Op. cit.:221-222). Cada vocablo es justo, exacto, ligado en el sentido y en la sonoridad, pero a contrario sensu de la mayoría de los poetas mexicanos, estilísticamente hablando el verso de este autor asume sino cierta opacidad taciturna. Lo que para algunos rapsodas es defecto, en Chumacero se metamorfosea en virtud.

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