Periodistas Unidos. Ciudad de México. 31 de marzo de 2022.- Hace unos días vivimos en redes sociales un sarpullido de comentarios en contra del ambulantaje y muchos otros a favor. Todo surgió por la venta de tlayudas en el nuevo aeropuerto.
De pronto me surgió una reflexión al respecto. Para mí el ambulantaje es parte del paisaje de nuestro país, es el marco popular histórico, es el reflejo de la necesidad que viven millones de familias y también la solución para sobrellevar el día a día, para llevar un plato de comida a sus familias. Y no es una actividad de ocasión, es parte de nuestra historia y hasta la fecha es una actividad funcional.
Entender que no tenemos las mismas oportunidades, ni las mismas formas, ni la misma cosmovisión, ni las mismas condiciones de vida nos permitirá abrazar al sector que vive al día. Hacer conciencia que el consumo local nos fortalece como país, es indispensable. A todas esas personas que señalan peyorativamente al ambulantaje les exhorto a mirar diferente el hecho de que las personas que están ofreciendo lo que tienen y pueden no es romantizar la pobreza si no fortalecer a nuestros pueblos y comunidades.
Apoyar a los y las que están en ese escenario, estamos haciendo que nuestra economía circule y nuestro país avance.
Entorno a este desequilibrio económico fui una de las personas afectadas, me convertí afortunadamente en parte del comercio informal de a pie, y digo «afortunadamente» por que me resulta más un regalo al despertar más agudo de la conciencia en este tema.
Pude vivir el rechazo pero también la gran solidaridad de muchas personas que me apoyaron comprando peluches y mis artesanías y aún que sigo sin cantar victoria, pese a que aún sigo con algunas deudas y definitivamente aún no logro una estabilidad financiera y laboral, me quedo con el grato sabor de boca de haber experimentado la austeridad y la necesidad, la creatividad que surge entorno a una pandemia, el desempleo y un embarazo, de todo esto lo más planeado, el embarazo, todo lo demás una sorpresa en el camino que cimbró y sembró en mí una consciencia mayor por el consumo local, el respeto por el trabajo (cuál sea) de todas y todos y por supuesto, la solidaridad en acción como hábito abrazante.
En este proceso como artesana me queda claro que el regateo es un acto de desvalorización al esfuerzo que invertimos en nuestras creaciones. Y me ha tocado ver como muchas personas abusan de la necesidad de las personas y del descuento piden otro tanto, suele pasar en el ambulantaje, las personas ceden por que deciden ganarse algo antes de regresar con todo lo que salieron y sin ganancia.
Gracias por tu tiempo, gracias por leerme.