Ambulantaje

Por Paloma Escoto

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 31 de marzo de 2022.- Hace unos días vivimos en redes sociales un sarpullido de comentarios en contra del ambulantaje y muchos otros a favor. Todo surgió por la venta de tlayudas en el nuevo aeropuerto.

De pronto me surgió una reflexión al respecto. Para mí el ambulantaje es parte del paisaje de nuestro país, es el marco popular histórico, es el reflejo de la necesidad que viven millones de familias y también la solución para sobrellevar el día a día, para llevar un plato de comida a sus familias. Y no es una actividad de ocasión, es parte de nuestra historia y hasta la fecha es una actividad funcional.

El comercio informal existe desde hace ya varios siglos atrás, se tiene registrado que desde el siglo XVIII ya existían medidas para reubicar el tianguis central por el templo mayor, por ejemplo.
Entender que no tenemos las mismas oportunidades, ni las mismas formas, ni la misma cosmovisión, ni las mismas condiciones de vida nos permitirá abrazar al sector que vive al día. Hacer conciencia que el consumo local nos fortalece como país, es indispensable. A todas esas personas que señalan peyorativamente al ambulantaje les exhorto a mirar diferente el hecho de que las personas que están ofreciendo lo que tienen y pueden no es romantizar la pobreza si no fortalecer a nuestros pueblos y comunidades.

Apoyar a los y las que están en ese escenario, estamos haciendo que nuestra economía circule y nuestro país avance.

En el 2020, en la primera ola de la pandemia los más afectados sin duda fueron todas las personas que viven del comercio informal, los que viven al día, vendiendo lo que tienen y pueden en las calles. Los menos afectados fueron las personas que gozan de una remuneración salarial por parte de instituciones del gobierno como funcionarios y servidores públicos, otros, los grandes empresarios, las familias más ricas. Seguro hubo una disminución pero no al grado de perder casa, trabajo o de quedarse sin comer, por ejemplo. La pequeña gran burguesía que hoy señala con desprecio al ambulantaje, es justo la que ni por enterada de la gran precariedad que se vivió en estos años, más que causarme enojo me causa indignación y preocupación por la gran falta de empatía.

Entorno a este desequilibrio económico fui una de las personas afectadas, me convertí afortunadamente en parte del comercio informal de a pie, y digo «afortunadamente» por que me resulta más un regalo al despertar más agudo de la conciencia en este tema.

Pude vivir el rechazo pero también la gran solidaridad de muchas personas que me apoyaron comprando peluches y mis artesanías y aún que sigo sin cantar victoria, pese a que aún sigo con algunas deudas y definitivamente aún no logro una estabilidad financiera y laboral, me quedo con el grato sabor de boca de haber experimentado la austeridad y la necesidad, la creatividad que surge entorno a una pandemia, el desempleo y un embarazo, de todo esto lo más planeado, el embarazo, todo lo demás una sorpresa en el camino que cimbró y sembró en mí una consciencia mayor por el consumo local, el respeto por el trabajo (cuál sea) de todas y todos y por supuesto, la solidaridad en acción como hábito abrazante.

La experiencia me deja la gratitud de haber entendido por completo que la unión hace la fuerza y que por supuesto en medida de lo posible seguiré consumiendo lo que vendan, lo que necesito o lo que deseo antes que a las grandes tiendas transnacionales. Deseo primero apoyar a una familia que se beneficie que a unos cuantos que tienen concentrada la riqueza.
Por otro lado…
Aplaudo la organización de bazares, la oportunidad de crear espacios de punto de venta para «las nenis» (ejemplo), aplaudo que las personas asistan y consuman lo que ofrecemos ahí. Me incluyo por qué para mí es un gran punto de venta, una gran oportunidad para vender las artesanías y los productos que elaboro. Porque muchas personas en esta pandemia elevamos más allá de todo nuestra creatividad, aprendimos algunos oficios, cultivamos otros talentos y disciplinas en los que aprendemos a diversificar ingresos y a sobrevivir la realidad económica que transitamos. Soy de las que siempre invitará a la comunidad a comprar al ambulantaje pero también a que asistan y consuman en bazares, tianguis y ferias en sus ciudades o municipios. Sí creo que sea una buena opción para hacer un circuito económico en dónde las familias mexicanas sean las beneficiadas de estás prácticas.

En este proceso como artesana me queda claro que el regateo es un acto de desvalorización al esfuerzo que invertimos en nuestras creaciones. Y me ha tocado ver como muchas personas abusan de la necesidad de las personas y del descuento piden otro tanto, suele pasar en el ambulantaje, las personas ceden por que deciden ganarse algo antes de regresar con todo lo que salieron y sin ganancia.

No conozco a quién le guste que desvaloricen su tiempo y trabajo. Lo fundamental es el respeto por el quehacer del otro, la gran mayoría está tratando de salir adelante, la gran mayoría está construyendo una mejor calidad de vida. Por eso no al regateo, sí a la solidaridad, sí al consumo local, sí al circuito económico, sí al apoyo a las familias mexicanas.

Gracias por tu tiempo, gracias por leerme.

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