AMLO año 1 II/V
Foto: Andrea Murcia / Cuartoscuro
Por Gregorio Ortega
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 26 de noviembre de 2019.- Los analistas nacionales y extranjeros nunca dudaron de que el tema económico estallaría antes que el de la inseguridad. ¿Se equivocaron? No… la economía se sostiene en el engaño y la restricción, en la pretensión de moralizar el gasto público. En la palabra reside la habilidad de AMLO para gobernar. La que se dice… también la que se calla.
En estricto sentido crecimiento cero no es recesión. Pero los estragos no están en las políticas públicas, en el gasto programado. Anida en los monederos de las amas de casa. El poder adquisitivo de cien pesos es muy distinto al que tuvieron en diciembre de 2018 y al que tienen hoy.
La inflación está controlada, lo mismo que la posibilidad de un sobregiro. Lo que protege del desastre nacional no es el ahorro, que no existió y no hay. Es el subejercicio presupuestal. El costo social de esa política está por verse, documentarse y estudiarse. Si no hay vacunas, habrá enfermedades y muerte. Si el desempleo campea, es muy posible que las agrupaciones de sicarios y halcones se vean distinguidas con nuevos miembros.
Las calificadoras han retardado su opinión sobre la política nacional, pero es seguro que en enero habrán de decir algo sobre el comportamiento de la economía como resultado de la instrumentación de control de la 4T durante el ejercicio del PEF 2020, después de los descalabros en el rescate de Pemex y del retardado anuncio de la inversión pública. Ahí están los números de las industrias automotriz, del acero, de la construcción… de las que crean empleo y no lo hicieron durante 2019.
La realidad es que estamos inmersos en el síndrome del cuadro chueco. AMLO, responsable de todo lo que aquí ocurre, para poner orden en la casa, supone que ese cuadro, precisamente ese, debe presentarse chueco, por estética y por su comprensión del mundo. Nadie lo va a enderezar, porque tiene prohibido el uso de dos términos en su política económica: recesión y sobregiro, como en los mejores tiempos del neoliberalismo, aunque el presidente de México se muestre asqueado de ese proyecto de desarrollo.
Es momento de preguntarnos qué tanto va a incidir el crecimiento cero, o la recesión, en la inseguridad; qué tanto las políticas restrictivas y el subejercicio en la posibilidad de favorecer que haya más delincuencia, porque no encuentren otra manera de llevar pan a la mesa de sus hogares, dinero a los monederos de sus mujeres, o de los abuelos que quedan al cargo de los hijos, mientras los padres salen a rifársela.
Esconder las cifras equivale a la magia mañanera de ocultar la realidad. La recesión no está en el gabinete económico, sí en los hogares.
Lo que estamos viviendo y se agudizará, “es la consecuencia de un clima social (y político) que instiga a la gente a acosar y a demonizar a los que la narrativa de la 4T ha convertido en diferentes, cuando todos somos mexicanos”. Así las cosas.