Por Eduardo Ibarra Aguirre
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 11 de marzo de 2024.- Desde la capital de Tamaulipas, Ciudad Victoria, el presidente Andrés Manuel fue claridoso sobre los términos en los que aspira a la reanudación del diálogo, reeditado, dentro de 15-20 días, con los padres de los estudiantes desaparecidos hace 9.5 años, en Iguala, Guerrero, y que no son 43 porque fueron recuperados los restos de tres jóvenes.
Tan claro como que rechazó la intermediación del abogado Vidulfo Rosales –sin mencionarlo– y sus pares, además de los asesores. Lo dijo así un día después de que un grupo de encapuchados derribó una puerta con un vehículo de la CFE secuestrado e intentó ingresar por la fuerza a Palacio Nacional: “Claro que va a haber diálogo, pero necesitamos ponernos de acuerdo con los padres. (…) No me dan confianza los intermediarios porque tengo pruebas de que por un lado cuando desaparecieron los jóvenes se detuvo a responsables y estos mismos supuestos defensores de los padres promovieron un juicio para liberarlos”.
Si López Obrador mantiene la conducta dialoguista condicionada, significará el fin de los días de más pena que gloria del grupo dirigente del justo y legítimo movimiento por la localización de los restos de los estudiantes y el castigo a los autores materiales e intelectuales.
Enseguida de los lamentables sucesos, llamados por Obrador como un “vulgar acto de provocación”, un Vidulfo Rosales visiblemente nervioso pero a la vez con la satisfacción por la “hazaña” cometida, pretendió deslindarse con la frase de que “cada grupo aplica las formas de lucha que decide”. Y chantajeó con “radicalizar más el movimiento”. Es decir, los padres y madres están pintados en la pared, son rehenes.
Por cierto, es pertinente la pregunta del faccioso diario El Universal: “¿Quién falló en la seguridad de Palacio Nacional?”, debido a que es equivocada la dicotomía represión o Let it be (déjalo ser), pues la contención (encapsulamiento) no implica reprimir, aunque los encapsulados, como es natural, alegan que sí. En tanto que la jornalera Rayuela todo lo reduce a “Hoy, como nunca, ¡cuánta falta hacen los buenos negociadores!”, contradiciendo al editorial institucional.
En cualquier caso es inadmisible que al jefe del Estado no se le permita a lo largo de 63 meses que las madres dialoguen con él. ¿A qué le temen los abogados y asesores? ¿Cuándo y quién los eligió y asignó ese censor y antidemocrático papel? Son preguntas, conste.
López Obrador no tiene la menor duda que la de los normalistas desaparecidos es una causa justa, pero a la vez que grupos opositores al gobierno de la Cuarta Transformación se aprovechan de ella y se infiltraron buscando crear un conflicto.
Todavía más: “Ya se han montado en este lamentable asunto grupos de derecha, conservadores, incluso partidos que están en contra de la transformación, hasta organismos internacionales supuestamente defensores de derechos humanos, organizaciones supuestamente no gubernamentales, supuestos defensores de derechos humanos, es un cóctel de provocadores que están en contra de la transformación”. Y reafirmó que no caerá en ninguna provocación. Aquí sólo mencionó por su nombre a Emilio Álvarez Icaza, secretario técnico de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, siniestro personaje que lucra con el derecho humanitario y en el caso específico de la noche de Iguala la utilizó para lanzar su candidatura independiente a la Presidencia de la República, sueño guajiro que terminó en una senaduría de Acción Nacional del que defeccionó para integrarse al Grupo Plural del Senado.
Acuse de recibo
Discrepancia. “Estimado Eduardo. De nuevo difiero de tus calificativos hacia los padres y madres de los 43 de Iguala-Ayotzinapa, y los estudiantes que nombras ‘vándalos’. ¿Vandalismo es resolver el proceso conforme a la ley, a fin de que tengamos (las y los mexicanos) Verdad y Justicia? Saludos. Enrique González Ruiz”… En tanto que el yucateco Pedro Echeverría V., jura que “Con el derribo de puertas puede comenzar una revolución de explotados y miserables. Viva la CNTE y padres de los 43”… Y, finalmente, Teresa Gil asegura: “El caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, está totalmente politizado. El gobierno responsable del sexenio pasado no se toca para nada, porque el odio que predomina, sobre todo de los abogados, es contra el presidente actual. Y se ha extendido a los estudiantes cuya violencia se está expresando en la Cdmx. El gobierno ya hizo lo que debería de hacer y en su silencio actual, tiene toda la razón”… Aquí sostuvimos el 6: “¿Qué buscan los vándalos (destructores, devastadores) de Ayotzinapa en la Ciudad de México? La pregunta es porque escalan sus acciones provocadoras como si la capital fuera Guerrero, en donde se les permitió que hicieran a su antojo. No se confundan, por favor, abogados y asesores que conducen el escuálido movimiento, como lo muestran sus cada vez pequeñas protestas debido a que la gente está harta de todo tipo de violencia, incluida la caricatura de la “revolucionaria”.