¿Hacia el Rescate de la Industria Nacional?

Por Arturo Huerta González

Por Arturo Huerta González

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 31 de diciembre de 2024.- El gobierno federal ha establecido aranceles de 35% a las importaciones de textiles confeccionados y 15% a los textiles intermedios provenientes de países con que no se tienen acuerdos comerciales, y sobre todo ello está dirigido a las importaciones provenientes de China, que son las que tienen una participación importante dentro del total de las importaciones de los textiles que el país realiza, debido a que su competitividad desplaza a la producción nacional e incrementa el desempleo.

Tal posición del gobierno mexicano se da como respuesta a las declaraciones de Donald Trump de que México debe reducir las importaciones provenientes de China. Además, Trump al asumir la presidencia de EUA, va a establecer aranceles a las importaciones provenientes de México para reducir el déficit de comercio exterior que su país tiene respecto al nuestro de 234 mil 743 millones de dólares y de ahí que presiona al gobierno para que deje de importar productos de China y les compre a ellos. En los años 70s del siglo pasado el 80% de las importaciones totales que México realizaba provenían de EUA, y en octubre del 2024 pasaron a ser el 40.3% del total. En cambio, las importaciones que México realiza de China se han incrementado significativamente. De ser alrededor del 3% del total en el año 2000, pasaron a ser el 20.6% en octubre del 2024, por lo que el gobierno de EUA le ha dicho al gobierno de México que deje de comprar de China y compre productos estadounidenses.

El gobierno federal ha señalado que ampliará los aranceles a una mayor gama de productos, no solo a los textiles. Esperemos que esos aranceles que se establecerán a importaciones provenientes de países con los que no se tiene acuerdo comercial, no se traduzcan en mayores importaciones provenientes de EUA, que es lo que Donald Trump desea, pues sería pasar de Guatemala a Guatepeor.

El gobierno ha dicho que en enero anunciará el Plan México, encaminado a proteger a la producción y al empleo, lo que uno pensaría que ello es para avanzar en la sustitución de importaciones para reducir el crecimiento de éstas. Si es así, que bien que el presente gobierno tome dicha decisión, a diferencia de los gobiernos anteriores que no se preocuparon por el impulso a la industria nacional. El problema es que ello no se logrará solo con los aranceles. Se requiere de política industrial, la cual requiere baja tasa de interés, tipo de cambio competitivo, subsidios, incremento del gasto público para aumentar demanda y asegurar niveles de rentabilidad para aumentar la inversión en la industria manufacturera. El problema es que el gobierno no tiene condiciones de aplicar política de fomento a la inversión productiva, dados los recortes presupuestales para reducir el déficit fiscal, como las altas tasas de interés establecidas por Banxico.

Tal situación lleva a que el gobierno descanse en la entrada de inversión extranjera directa para el impulso a su Plan México. El problema es que tenemos décadas de entrada de tales inversiones en el país y ello no se ha traducido en mayor desarrollo manufacturero. La entrada de tales inversiones ha ido acompañada de un gran crecimiento de importaciones que han desplazado a las empresas nacionales y han desindustrializado y extranjerizado a la economía. Las importaciones manufactureras con relación al PIB manufacturero en 1993 representaban el 37.8% y en el 2023, dicha relación pasó a ser 149.2%. Es decir, se importa mucho más que lo que produce la industria manufacturera en el país. El PIB manufacturero dentro del PIB total en 1993 era 21% y en el 2023 dicha relación pasó a ser 18.6% (antes de que se modificara el año base de los datos por parte del INEGI). La población ocupada en la industria manufacturera, que es el sector que mejor remuneración promedio reciben los trabajadores, en el 2000 era el 19% de la población ocupada total y en el 2023 pasó a ser el 16.5% del total. Ello evidencia que la estrategia seguida por los gobiernos de promover entrada de inversión extranjera, como el crecimiento de exportaciones en contexto de libre comercio, no se ha traducido en mayor industrialización, ni en mayor empleo bien remunerado, ni en mayor crecimiento económico.

Las importaciones de bienes y servicios que México realizó en el 2023 fueron 593 mil millones de dólares y representaron el 33.16% del PIB, lo que refleja un gran potencial para crecer a través de la sustitución de importaciones. Si bien México no tiene condiciones tecnológicas y financieras para avanzar en ello, si puede condicionar la entrada de inversión extranjera directa a que impulse dicho proceso en asociación con empresas nacionales y que transfieran tecnología a éstas, para así dinamizar la industria nacional y reducir el déficit de comercio exterior. Ello disminuiría los requerimientos de entrada de capitales, por lo que ya no tendría que establecerse altas tasas de interés para atraer capitales, ya que tal política ha actuado en detrimento del crecimiento de la inversión y del empleo y aumenta el costo del servicio de la deuda del sector público y del sector privado (empresas y familias), dados sus niveles de endeudamiento. Se debe bajar la tasa de interés e incrementar el gasto público para crecer en torno al mercado interno y no seguir apostando al crecimiento de exportaciones. No hay viabilidad de que éstas sean motor del crecimiento y de hecho no lo han sido. Los que se han favorecido de ello han sido las empresas transnacionales, no las nacionales, ni el país. El comercio internacional ha venido decreciendo. De crecer al 11.24% promedio anual del 2000 al 2008, pasó a crecer al 3.8% promedio anual del 2010 al 2023, y menos crecerá, dada la desaceleración de la economía mundial, como por el establecimiento de políticas proteccionistas que varios países están instrumentando.

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