Periodistas Unidos. Ciudad de México. 13 de mayo de 2023.- Me preguntaron si podía tratar el autoestima con mis terapias de cannabis medicinal, si bien el cannabis es una planta medicinal poderosa y mágica, este tipo de padecimientos que llevamos en gran o menor gravedad, sólo se pueden tratar con un alto nivel de voluntad y trabajo personal, el cannabis opera en otros sentidos en el cuerpo humano, para tratar el autoestima no se requiere del consumo de nada externo, es un viaje personal, un viaje interno.
Debido a este mensaje, me quiero permitir compartir el viaje personal que tuve que hacer para recuperar mi autoestima y así tal vez contribuir en otras vidas, por lo menos detonar la posibilidad de abrazar la oportunidad de iniciar este viaje que creo sustancialmente importante.
Retumbo en mi cabecita el tema ya que es un tema cero abierto o completamente ignorado, para muchas vidas con una importancia a cero. Y para mí ha sido la cúspide en donde descubrí una serie de patrones, heridas, herencias, atributos y desventajas personales y sociales. En el autoestima se dibujan diferentes ejes vitalicios para el espíritu y para la identidad social con la que nos presentamos al mundo. Comprender y trabajar en nuestra autoestima nos lleva a una realización personal en lo privado como en lo publico y es por eso que introducirse en el tema es eminentemente positivo y necesario.
Mi viaje:
En el 2020 me convertí en madre, pasé un embarazo un poco complicado, en una pandemia que parecía demoler mi vida, me trague literalmente mis emociones en cientos de miles de harinas, dulces y grasas hasta llegar a pesar 96 kilos midiendo 1.64 m… Si bien por la naturaleza del embarazo mi cuerpo se transformó, yo lo ayude a transformarse un poco más, no fue hasta que nació Sol Venus que puse atención en la cantidad de kilos que había adquirido, en ese capitulo también era un cumulo de nervios, angustias y miedos que no quería escuchar. La cantidad de responsabilidad sobre mis hombros la sentía en los kilos que había adquirido. Puse atención a ello y todas las ganas de hacer un giro y no uno de 360* para quedar en el mismo lugar, la revelación de lo que me estaba pasando me llevaba a hacer un giro de por lo menos 180* para llegar a otro espacio desconocido con mucha esperanza de que sea un lugar más favorable en donde pudiera verme en otro horizonte y con otra perspectiva. Lo principal era visualizar con claridad el conflicto, detectar que era mi nueva forma con una obesidad que me negaba a aceptar, la experiencia del desempleo, la cuenta del banco en ceros, una hija que necesitaba absolutamente todo de mi y yo estaba un poco perdida, fueron detonantes claros para asumir mi autoestima por los suelos, el principal factor de cambio era sentarme frente a mi percepción sobre el dinero, sentarme a dialogar y acordar un plan para que “el dinero” dejara de ser un detonante contra mi autoestima, comprender a una sociedad que esta acostumbrada a valer por lo que tiene, comprender que la pobreza y la riqueza la mayoría del tiempo se asume por la cantidad de ceros que tenemos en nuestras cuentas bancarias o en bienes raíces, comprender el equivoco de este sistema que nos perjudica hasta en esto, nuestra autoestima. Tuve que reconstruir mi relación con el dinero y el lugar que le daba en mi vida, el poder que le cedía y en qué formas, tuve que cambiar de carril para determinar cómo quería vivir y qué quería construir de ese momento en adelante, sin dejar de serle fiel a mis sueños y mi forma de abrazar la vida. Reconciliarme con “el dinero” fue reconciliarme con la abundancia y la prosperidad en todos los sentidos. Posteriormente tuve que sentarme a hablar en la misma mesa con mi cuerpo, para terminar parada frente al espejo, espejo que me decía el gran volumen que aparentaba, espejo que me reprochaba, espejo que me desnudaba ante mi inseguridad con respecto a mis expectativas que iban un poco sobre el gran consumo visual que tenía encima y que descifraban con claridad un abrumante bombardeo repleto de un estándar social (más que superficial, inquisidor, virtual y estúpido) , repleto de estereotipos, para después dejarme llorando, anclada en un olvido donde me vivía espeluznante, con el maquillaje “acaba de ser mamá, por eso esta gordita”, no me quedó de otra que abrazar la que era sin reproches. No me quedo más que cambiar mi alimentación y hacer ejercicio con el afán de lograr la que quería ver y ser, y no la que la propaganda me decía que fuera, pero con esa claridad, ser la que se siente plena con su cuerpo, con su mente, es decir, con su espíritu.
Cuando cambiamos por los otros, es un cambio superficial, cuando cambiamos por nosotros, es un cambio profundo, las heridas superficiales son fáciles de sanar, las heridas profundas son las más difíciles y es por eso que lo que tenemos que sanar es tan invisible.
¿Autoestima, dónde se teje y para qué sirve?
El autoestima se empieza a tejer desde nuestra infancia, inicia con la aprobación de nuestra madre, nuestro padre y el desarrollo de nuestra crianza, la valoración que nos dan ante muchos temas sociales e individuales, ahí surge nuestra primera percepción y apreciación sobre nosotros mismos, sin importar nuestra historia, todos tenemos el poder de cambiarla, sobre todo cuando esta nos ancla en una profunda baja autoestima.
La reconciliación con nuestro pasado y con los detonantes:
Si bien no podemos controlar los detonantes que nos sumergen en episodios de baja autoestima, esos que no nos dejan crecer o avanzar, si podemos cambiar la forma en que percibimos estos detonantes y la forma en que nos valoramos, respetamos y auto-percibimos a nosotros mismos. Es decir, no cambia lo que nos pasa, cambia el cómo vivimos lo que nos pasa, el saber recibir o rechazar y pasar de largo (si así determinamos) ante lo que nos pasa.
El autoestima sirve para todo en esta vida, el autoestima son un par de alas que nos llevan a donde queremos llegar, nos revelan lo que realmente queremos, nos invitan a cumplir con nuestros objetivos, el autoestima tiene que estar alto para reconocernos en un auto-concepto genuino donde podamos sentirnos plenos, libres, seguros y capaces.
A veces es necesario literalmente enterrar el auto-concepto que tenemos de nosotros mismos y rearmar uno nuevo con la autoridad que anhelamos tener sobre nosotros mismos. A veces alejarnos de personas, lugares, quehaceres, cambiar de carril y recomenzar ayuda a formular una nueva identidad que nos ayudará a florecer en todos los aspectos de nuestra vida. Yo tuve que cambiar de ciudad, me quede con los amigos que sumaban, con las personas que representan fortaleza y paz, las que suman, y solté el resto que restaba. Cambie la forma en la que vivía, adopté nuevos hábitos y enterré por completo hábitos que me anclaban a tener la pesadez de caminar con una autoestima baja. Deje de compararme, comprendí que en plena cultura del envase, ahí afuera es una cosa, acá adentro es la que construyo y decidí ir más hacía un viaje interno constante, sí, cotidiano… Comprendí “el envase” como un transporte amado que cuido sólo porque a través de este viaja mi espíritu, este que tiene un código de barras irrepetible, que no existe absolutamente nadie igual a mi, así que deje de compararme y desear lo que otras tienen, sigo en la constante de descubrir mis cualidades, mis fortaleces y mis alcances, me convertí en un ser más realista, sin dejar de ser la soñadora abrazante. Aprendí a respetar la opinión ajena y a no hacerla mía, y mucho menos cuando dicha opinión sobre mí, es negativa, es decir, tomo lo que me sirve, aprendí a simplemente sumar todo lo que me favorece y me es útil para esta experiencia en la que me toca ser protagonista, mi vida… Y principalmente, entendí que las heridas de la infancia no fueron mi culpa y que de nadie es la culpa pero que si hay responsabilidades, las libero, porque hasta aquí, ya fueron, no son reales, se esfuman pues lo único que importa es aquí y es ahora.
Espero esto pueda contribuir en algo a sus vidas. Con cariño siempre.
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