Beltrones y los infras

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México.  30 de enero de 2024.- Un lector nos hizo llegar el Atlas de Sonora, obra de un perseguido por la dictadura pinochetista, el arqueólogo Julio César Montané Martí (Chile 1927-Hermosillo 2013), quien, al incorporarse como profesor a la Universidad de Sonora, se topó con que “por ninguna parte se veía en la Universidad un mapa de Sonora (ni de México)”. Decidió entonces trabajar en el citado Atlas, en el cual colaboró un buen número de investigadores de diversas especialidades. Cuando la investigación estuvo a punto, Manlio Fabio Beltrones, entonces gobernador de Sonora, ordenó editar la obra que fue ilustrada por Pablo Abril y apareció en 1993. Se trata de una obra monumental (48 x 43 cm.) y si algo se puede reclamar es que los mapas estén impresos a una sola tinta y no a color. Un dato interesante es que Roberto Bolaño basó buena parte de sus referencias a Sonora en este Atlas, cuyo autor es el padre de Bruno Montané, poeta del grupo infrarrealista que mucho ruido hizo en los años setenta, pues era una especie de guerrilla literaria capitaneada por Bolaño, que en Los detectives salvajes incluyó a un personaje, Felipe Müller, que en mucho remite a la persona de Montané, quien figura en la antología Muchachos desnudos bajo el arcoiris de fuegoBruno llegó de 17 años a México, donde estuvo entre 1974 y 1976, antes de establecerse en Barcelona. De su autoría son los poemarios El maletín de StevensonEl cielo de los toposMapas de bolsillo y la antología El futuro. En el entonces Distrito Federal, el clan infra se reunía en el café La Habana, generalmente en una mesa situada al fondo del galerón, del lado de Bucareli, y ahí pasaban gran parte del día, entrando unos y saliendo otros, pero dejando siempre una guardia. Formaron parte del infrarrealismo Kyra GalvánJosé Vicente AnayaMario Raúl GuzmánMax Rojas y Mario Santiago, entre otros.

Zaid, convocante de la duda

Gabriel Zaid cumple 90 años y sigue de pie como el gran provocador intelectual, crítico sin estridencias, demócrata, escritor didáctico que convoca a la lectura y al debate sobre lo leído, lo que constituye un altísimo aporte a la cultura y una condena al lugar común, la tontería y las ideas preconcebidas. Se trata de un escritor casi fantasmal, pues se niega a aparecer en público. Su decisión obedece al interés de ser conocido por su producción literaria, no por sus fotos. Poeta y ensayista de primer orden, merece desde hace muchos años el Premio Nacional de Letras, pero hombre digno, nunca se rebajará a solicitarlo, como lo establecen las convocatorias anuales. Tampoco la burocracia cultural, en su analfabetismo, puede entender la grandeza de quien con su obra y su actuación ha enriquecido a México. Esperemos que en el próximo sexenio se deseche —¡por fin!— la actual política anticultural y se reconozca a quien lo merece, no a quien lo pide.

Carmen GaItán y Balmori

Merry Macmasters, siempre puntual, nos recuerda que la exposición Santos Balmori (1898-1992): La huella indeleble, misma que se presenta en el Museo Nacional de Arte, “fue gestionada en un primer momento por Carmen Gaitán, directora anterior del Munal”. Sí, la señora Gaitán desplegó numerosas iniciativas para darle al museo y al público exposiciones de primera importancia. Nunca contó con presupuesto suficiente, por lo cual, una y otra vez tocaba puertas en busca de patrocinios y recurría a los integrantes del patronato del Munal para obtener su aporte. Como ponía a trabajar a todo el personal, las actuales autoridades del INBAL y la Secretaría de Cultura, temerosas de afrontar un conflicto con el sindicalismo mafioso, la sacaron del Munal y le dieron un cargo intrascendente, quizá porque el activismo de la funcionaria evidenciaba las miserias intelectuales y laborales de la alta burocracia cultural de este no menos mísero sexenio.

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