Cantinas: Jolgorio y atención a crudos

Foto: Revista Generación / Tacubaya

Por Víctor M. Navarro

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 21 de octubre de 2020.- Será el Ardalio, será la Empresa, quizá Los Portales de Cartagena, tres cantinas se disputan la antigüedad desde el siglo XX tacubayense; en las décadas anteriores, criollos, alzados, independentistas, y catrines se ponían beodos, borrachos, en ambiente o simplemente contentos en los lomeriós, las trojes, los tendajones o los restaurantes y bebedurías de una capirucha altamente hispanizada.

De los tres antros distribuidores de alegría, chínguere y botana la endecha populachera cuenta que Ardalio presume la licencia número tres para venta de alcohol y alimentos en la exregión más límpida, verdad o mito que me sirvan otra copa y muchas más. Lo cierto es que hasta los momentos presentes este centro de atención a la salud y alivianador de la resaca más virulenta, ubicado en la avenida Revolución esquina con José María Vigil, sigue ofreciendo una excelente botana en la cual destacan el legendario caldo de camarón, sopa de tortilla, fideos, lentejas, arroz, spaghetti, bistec en verde, morita a la mexicana, pollo en sus moles, caldo de res, tlalpeño, mole de olla y los domingos taco placero de chicharrón y barbacha.

Y para la sed bebidas nacionales e importadas, cocteles y recetas del patrón, servidas en la barra o en las mesas con una esmerada atención de Leo, meseros y cocineros que lo acompañan comandados por José Luis. Ardalio es un referente del barrio con su ambiente amenizado por el trio norteño o la rockola digital, espacio donde los cuates de la colonia y distinguidos visitantes tienen décadas reuniéndose, arreglando negocios, disfrutando el futbol y dando rienda suelta al albur jocoso, la plática desenfadada, la alegría desbordada, sin faltar el crudo, el dormilón babeante o el atropellado por la crisis de pareja.

Los Portales de Cartagena fueron derruidos en los años cincuenta del siglo pasado, la cantina emigró a los rumbos de la colonia Roma y las tiendas allí asentadas desaparecieron. Este reducto histórico propagador de euforias es parte de la leyenda posrevolucionaria; gente ensombrerada, rufianetes connotados, bigotones ensillados y tarzanes incipientes -platican los ancestros-  convivían,  conbebían (mezcal, aguardiente, pulque), y  a veces armaban el zafarrancho con dos o tres plomazos de por medio. Épocas señor don Simón de levitas en la plaza, damas con paraguas y un olor a pólvora en el ambiente, pura nostalgia de la buena.

Los Portales de Cartagena le contó el abuelo a don  Eulalio Loaeza tenían colgados en una pared retratos de Pacho Villa, dorados y soldaderas, al pie cuatro gabinetes eran los más preciados lugares,  en el medio unas seis mesas y al fondo la barra siempre abarrotada de parroquianos, fundada a principios del siglo pasado y hasta 1954, esta taberna fue el abrevadero de la zona y  espacio para gozo y retozo de los viajeros que llegaban a la estación del tren ubicada a pocos metros de tan histórica emborrachaduría.

La Empresa es una cantina para recordar en foto color sepia, ubicada desde la década de los treinta en la calle de José María Vigil casi esquina con Tránsito, al costado poniente de la Alameda de Tacubaya también lindaba con el viejo mercado de madera y tenderte llamado de la Paz, esta taberna se convirtió en el lugar ideal para degustar cervatanas bien helodias y caballitos de chinchol por parte de los comerciantes del legendario centro de abasto popular; los Cedillo, Ayala, Pérez, Hernández, Ramírez y González –entre otros- después de la ardua labor de venta y marchanteo aterrizaban para degustar tragos y botana. Conservo la vieja foto que me regalo Santita, su padre el jerarca Macías recargado en la barra, atrás franqueados por botellas al pormayor el dueño y dos empleados. En la década de los sesenta la cantina adquirió el nombre de La Nueva Empresa en cuestión de veinte años el dueño José Luis A. , el encargados Honorio y los meseros Goyo, Poncho, Rául y Carlitos atendieron a todo el personal tacubayense y parroquianos de Bellavista, el Cuernito y colonias aledañas.

La Colonial.- Asentada en Revolución esquina con Héroes de Padierna,  ha  sido durante varias décadas una consentida del barrio, se recuerdan sus puertas abatibles y entrando al lado izquierdo la enorme barra. Pepe fue un mesero que hizo huesos viejos y muchos amigos en el lugar, es importante recordar la botana que constaba de dos sopas y hasta cinco guisados diferentes, entre

ellos carne tártara, espinazo, mole de olla, pollo con mole, puchero, carne asada…un verdadero festejo para el paladar. Remodelada en la segunda década del dos mil, ha adquirido tintes de restaurante fifí pero perdió su esencia de barrio.

El Puerto de Veracruz se estableció desde la década de 1960 en avenida Revolución a media cuadra de Benjamín Fanklin, se entraba por un vasto portón y pasillo, el inmueble era amplio y con gran cantidad de mesas, inició el siglo XXI con una remodelación a fondo, en las amplias paredes dos murales poblados de personajes icónicos de la cultura popular: Agustín Lara, José Alfredo, Javier Solís, Juan Gabriel, El Santo, Hugo Sánchéz, Julio César Chávez, Mauricio Garcés entre muchos más, se convirtió en un amable reducto para oficinistas, funcionarios, licenciados, comerciantes y vecinos de la zona. Recordamos entre los comensales al editor Fernando Valdés, escritores, periodistas y empresarios que se deleitaban con una carta de alimentos de primer nivel entre los que destacaban pescados, mariscos y cortes finos, en un segundo piso los viernes y sábados el karaoke era la diversión plus de alegres grupos de muchachos bebedores. La primera década del siglo fue esplendorosa, sin embargo a partir de 2017 se fue apagando hasta cerrar sus puertas para sorpresa de propios y extraños.

La Importadora.- Desde mediados del siglo pasado esta bebeduría se situó en la calle Benjamín Franklin casi esquina con Revolución, vivió varias épocas, en la inicial era característico que los tragos se despacharan con botellitas de 1/8 de litro acompañadas del refresco requerido, en la segunda fue una opción para los jóvenes estudiantes de los tres colegios vecinos, en su última temporada fue remodelada y oficinistas, secretarios, empresarios y vecinos jugaban dominó, bebían y saboreaban la botana o sus tradicionales tortas. Hoy es parte de la memoria colectiva.

El Rinconcito se fundó en la década de los setenta, en sus inicios fue el preferido de los locatarios del Mercado Cartagena. Negocio sui generis comandado por Benjamín Mendoza, al principio era un pequeño local con cuatro mesas, se fue ampliando hasta tener planta alta donde los viernes y sábados el baile se ponía de a peso. Siempre tuvo especial interés en la cocina y en varias ocasiones fue sede de eventos poéticos, literarios y encuentros alternativos de dj´s. La producción de la película Perfume de Violetas lo utilizó de comedor durante las secuencias filmadas en el barrio y el mercado. La remodelación de Tacubaya, las medidas fascistoides del INVEA, y la  inquina de algunos obligaron a cerrar el lugar.

TRES TREMENDOS TRIGALES

Tres cantinas son parte de una historia que siempre llevaremos en el recuerdo, las tres emblemáticas del barrio, las tres cuna de tradición y benemérita vida cotidiana que hasta la fecha nos alimenta, aunque ahora son arqueología, remembranza y literatura.

La Cabaña fue el punto de reunión estratégico y gozoso de gran parte de la banda guerrera, del personal picudo del terruño tacubayense y anexas. Biografía y radiografía, todo personaje  histórico del barrio se tomó sus chelas en esta cervecería de definida prosapia, en esa esquina del callejón y la calle José maría Vigil.

De la década de los sesenta a finales del siglo XX el Salón Ajusco fue la cervecería por excelencia de la zona limítrofe con Escandón y la Condesa. Las bolas o tongoleles, las cañas, las chelas embotelladas, los caracoles y los tacos de guisado resultaron un atractivo imposible de pasar desapercibido; los compadres, los cuates y los estudiantes de la colonia abarrotaron el lugar durante esas épocas doradas del inmueble de avenida Jalisco esquina con Vieyra, cuyas paredes decoradas con espejos de lado a lado parecían desdoblar el festejo más allá de la mirada.

El Salón Pachuca en Erasmo Castellanos Quinto y Observatorio, a una cuadra del mercado Cartagena y el metro Tacubaya, fundada por Manuel Morales y el Dr. de la farmacia del rumbo, fue desde los 70 y varias décadas posteriores una cervecería con gran clientela, subrayando la presencia de los vecinos y comerciantes del entorno. Al fallecer el señor Morales doña Socorro se convirtió en la encargada de comandar ese gran salón por el cual desfilaron un sinnúmero de personajes y habitantes del barrio. 

No podemos terminar el recuento sin mencionar que después del Salón Pachuca, José Bazán le dio un fuerte impulso al negocio transformándolo en restaurante/bar con el nombre de El Navegante, incrementando bebidas y platillos. Los fines de semana se volvían festivos con música en vivo o simplemente la explosiva rockola; muchas tardes, muchas noches de alegría desbordante. 

Cuando cerraron La Cabaña, el personal que laboró allí muchos años  encabezado por Ciro, Adriana, Marino, Mayolo y Diego, le dio vida a La Conquista cervecería y bar que en poco tiempo atrajo a un gran número de amigos y clientela, muchos de los asistente eran conocidos de atrás tiempo lo que originó que a unos tres años de su apertura el ambiente de camaradería y convivencia fuera realmente ejemplar, como en todo barrio que se respete el personal asistente, clientes, parroquianos y encargados conformaron una gran familia. Apenas hace un par de meses ese organismo institucional llamado INVEA, estructura oficial pronazi, dictatorial, prepotente y un tanto deleznable decretó la graciosa ordenanza de clausurar el lugar; en espera de que la cordura y la sensibilidad, así como el respeto y la prudencia imperen en las autoridades del gobierno de la Ciudad de México abrigamos el deseo de que se proceda a la reapertura de este emblemático lugar de Tacubaya.

El Restaurante Alemán fue parte de los negocios ubicados en los bajos del Edificio Ermita, durante un periodo -1960/80- figuró como un comedero de postín, en sus últimos años gozó de una vida nocturna con tintes de cabaret, desapareció al inicio del nuevo siglo. Posteriormente se asentó la disco Galaxy, la cual cuentan las buenas lenguas era un rentable negocio de un exfuncionario delegacional y socios, como exitoso antro que el poder administra, circulaban drogas, había prostitución y algunas prepotentes gracejadas más, al cambio de trienio, obvio, desapareció.

La Morena.- Ubicada en puente de la Morena y Héroes de 1810, durante cuatro décadas cambio de escenografía y dueños, algunas veces fue sede de los aniversarios luctuosos de Javier Solís –el Morrongo de Tacubaya-, queda en el recuerdo.

Tantas cantinas, tanta historia, tanta Tacubaya sostenida en los mágicos recintos de la amistad, de las bebidas energéticas y espirituales; una geografía etílica que define al barrio y sus habitantes, biografías que en estas últimas siete décadas están escritas en letras de tequila, brandy, vodka, ron y chelas…salud! 

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