Carta del Barack Obama sobre los tiroteos en El Paso y Dayton
Foto: John Locher / AP
Por Barack Obama
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 06 de agosto de 2019.- Michelle y yo no condolemos con las familias de El Paso y Dayton que padecieron estos últimos tiroteos masivos. Aunque detalles siguen surgiendo, hay algunas cosas que ya sabemos que son ciertas.
Primero, ningún otro país del mundo se encuentra cerca de experimentar la frecuencia con la que se registran tiroteos masivos en Estados Unidos. Ninguna otra nación desarrollada tolera los niveles de violencia por armas de fuego que nosotros toleramos. Cada vez que esto sucede, se nos dice que leyes más estrictas de control de armas no detendrán todos los asesinatos; que no impedirán que individuos trastornados consigan un arma y dispare a gente inocente en lugares públicos. Pero la evidencia demuestra que pueden impedir algunos asesinatos. Pueden salvar a algunas familias del sufrimiento. No estamos indefensos, y hasta que todos alcemos nuestras voces y exijamos que nuestros representantes populares se hagan responsables de modificar nuestras leyes de control de armas, estas tragedias seguirán sucediendo.
Segundo, aunque las motivaciones detrás de los tiroteos aún no son del todo conocidas, hay indicaciones de que el tiroteo de El Paso forma parte de una tendencia peligrosa: individuos perturbados, que se apropian de ideologías racistas, se sienten obligados a actuar violentamente para preservar la supremacía blanca. Al igual que los seguidores del Estado Islámico y otras organizaciones terroristas extranjeras, estos individuos pueden actuar solos, pero han sido radicalizados a través de sitios nacionalistas que proliferan en internet. Esto significa que tanto las agencias de seguridad, como las plataformas de internet, necesitan desarrollar mejores estrategias para reducir la influencia de estos grupos de odio.
Pero, casi tan importante, todos nosotros debemos hacer un llamado de clarín y comportarnos con los valores de tolerancia y diversidad que deben ser el sello distintivo de nuestra democracia. Debemos rechazar profundamente el lenguaje emanado de los labios de cualquiera de nuestros líderes que aliente un clima de miedo o de odio, o que normalice sentimientos racistas; de líderes que satanicen a aquellos que no lucen como nosotros, o que insinúan que otras personas, incluyendo los migrantes, amenazan nuestro estilo de vida, o que hacen referencia a otras personas como subhumanos, o que simplemente insinúan que los Estados Unidos le pertenece a un solo tipo de personas. Este tipo de lenguaje no es nuevo, y ha formado parte de la raíz de muchas de las tragedias humanas a lo largo de la historia, aquí en Estados Unidos y alrededor del mundo. Es el origen de la esclavitud y de la ley Jim Crow; del holocausto, del genocidio en Ruanda y de la limpieza étnica en los Balcanes. No tiene lugar en nuestra política ni en nuestra vida pública. Y es momento de que la mayoría de los estadounidenses bienintencionados, de todas las razas y religiones y partidos políticos, decir lo que se tiene que decir, clara e inequívocamente.