CDMX: póker de sólo dos

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 08 de octubre de 2023.- Una vez que sólo quedan cuatro presuntos aspirantes al Gobierno de la Ciudad de México, resulta claro que el dedazo apunta hacia Omar García Harfuch. Dos integrantes de la cuarteta aspiracionista, Mariana Boy y Hugo López-Gatell, no tienen posibilidad alguna de ganar la candidatura, pero tal vez sí una diputación o una senaduría, lo que sería una bendición para López-Gatell, pues obtendría inmunidad ante las eventuales demandas que amenazan su tranquilidad.

La que dará la pelea hasta el final —o antes, si le ordenan retirarse— es Clara Brugada, la exalcaldesa de Iztapalapa, donde puso orden hasta donde eso es posible, concretó su programa de obras públicas, mejoró notablemente la iluminación de calles y plazas, abrió caminos seguros a las mujeres y desplegó un importante conjunto de actividades culturales, como ferias del libro y el patrocinio de la formidable ópera Cuitlahuatzin, que le ha ganado la simpatía de numerosos intelectuales y artistas, todo lo cual dio un nuevo rostro a la alcaldía. Se pretende descalificarla diciendo que su experiencia se limita a una sola alcaldía, lo que es —afirman— insuficiente para gobernar la Ciudad de México. Sin embargo, en el mismo caso estaba Claudia Sheinbaum, lo que no le impidió despachar frente al Zócalo.

Como futuro ganador de las encuestas patito figura Omar García Harfuch, nieto del general Marcelino García Barragán, quien fuera gobernador de Jalisco (1943-47), partidario del también general Miguel Henríquez Guzmán en las elecciones de 1946 y a partir de 1950 presidente de la henriquista Federación de Partidos del Pueblo Mexicano, de la cual se retiró después de que el gobierno le quitara el registro electoral. El presidente Adolfo López Mateos lo rescató para el Ejército y luego fue secretario de la Defensa Nacional en el gabinete del chacal Díaz Ordaz.

García Harfuch es hijo de María Harfuch Hidalgo, quien no es otra que la muy exitosa actriz María Sorté, y del político Javier García Paniagua, quien fue comandante de aduanas en el sexenio de López Mateos, luego director del Banco Regional Agrícola de Michoacán durante el gobierno de Díaz Ordaz; senador y subsecretario general del PRI en los años de Luis Echeverría en la Presidencia; y con José López Portillo en el Poder Ejecutivo, García Paniagua ocupó la Dirección Federal de Seguridad, fue subsecretario de Gobernación, secretario de la Reforma Agraria, líder del PRI y frustrado aspirante a la Presidencia de la República, para culminar el sexenio como secretario del Trabajo 1981-82. Cerró su carrera como director de la Lotería Nacional con Carlos Salinas.

Con tales antecedentes, es explicable que a García Harfuch le interese tanto la política como la vida policiaca. Es licenciado en derecho y en seguridad pública, con estudios de posgrado en Harvard, el FBI y la DEA. En el sexenio de Felipe Calderón fue coordinador de la Policía Federal en Guerrero, cuando fueron secuestrados los 43 normalistas de Ayotzinapa, ante lo cual niega toda responsabilidad con el frágil argumento de que él no estaba en Iguala esa noche. Con Enrique Peña Nieto fungió como sucesor del ahora perseguido Tomás Zerón y con Claudia Sheinbaum fue secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, cargo en el que sufrió un atentado del que salió con tres balazos.

De acuerdo con las cifras oficiales, en la gestión de García Harfuch los homicidios dolosos cayeron a la mitad en la capital del país y los delitos de alto impacto se redujeron 45 por ciento, pero persiste la sensación de inseguridad entre los ciudadanos, y algo más: la gestión del tránsito capitalino, que también era su responsabilidad, fue un perfecto desastre.

Un hecho poco edificante es que hace unos días don Omar fue a registrarse como precandidato escoltado por 50 policías, 20 motociclistas, 10 patrullas y dos vehículos blindados, pese a que ya no era jefe de la corporación. Un mal inicio.

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