AMEXI. Ciudad de México. 15 de marzo de 2025.- El Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) por medio del Espacio Cultural Infonavit unió corazones con la Universidad Iberoamericana y la Secretaría de Cultura para reeditar el magnífico volumen de la fotógrafa y grabadora mexicana-estadunidense Mariana Yampolsky (1925-2002) en el centenario de su nacimiento, un 6 de septiembre en Chicago, Estados Unidos: La casa que canta. Arquitectura Popular Mexicana (237 páginas).
“En 1982 la Secretaría de Educación Pública (SEP) a través de la Dirección General de Publicaciones y Bibliotecas editó La casa que canta, segundo libro que Marianne Gertrude Yampolsky publicó sobre uno de los temas que más le apasionaban: la arquitectura popular y el habitar de la casa mexicana”, escribe en la presentación “Entre memoria y arquitectura: La casa que canta” Alejandra de la Mora Maurer, gerente sénior del Espacio Cultural Infonavit. Y añade:
“La casa que cantacontiene 320 imágenes. De estas identificamos 279 en el Archivo Mariana Yampolsky bajo resguardo de la Biblioteca Francisco Xavier Clavigero de la Universidad Iberoamericana. Cinco más fueron ubicadas en el Centro de la Imagen de la Secretaría de Cultura, (…) 36 fotografías más fueron reproducidas directamente del libro original.”
Yampolsky: La casa está terminada
Las imágenes de casas y personajes indígenas anónimos que Yampolsky retrató son producto de incansables viajes que realizara ella por multitud de poblados enigmáticos en la República Mexicana con su cámara: Querétaro, Oaxaca, Michoacán, Puebla, Hidalgo, Tlaxcala, Morelos, Campeche, Chiapas, Estado de México, Veracruz, Nayarit, Guerrero, Zacatecas, San Luis Potosí y Nuevo León en el primero de los cinco capítulos. La también grabadora –quien se negó siempre a ser llamada “gringa”– redactó los pies de cada grabado y nos brindó su amplio testimonio visual aquí, con una prosa inspirada por la poética de aquellas visitas al México íntimo (página 30):
La casa está terminada, sólo falta la teja grande, la teja madrina. Por encargo, el alfarero elabora esa teja, sobre ella modela dos figuras de perro que se sitúan en los extremos para proteger una cruz de madera. Adornada con lustrosas flores de papel, la teja es llevada por los padrinos a la casa nueva. El dueño, mientras reza, la rocía con alcohol y la sahúma con copal; está bendecida. Entre estallidos de cohetes, alguien sube al techo y la coloca en su lugar: en la cumbre, en el centro. Los músicos tocan, los invitados beben, comen y bailan hasta entrada la noche…
«La casa que canta. Arquitectura Popular Mexicana» es reeditado en el centenario del nacimiento de Mariana Yampolsky. AMEXI/Foto: Cortesía
Al comienzo y al final del segundo capítulo (páginas 107 y 108) se lee:
En muchos pueblos se trabaja en proyectos comunes: el tequio ocupa a todos los hombres entre los 16 y los 60 años de edad. Se regala mano de obra para construir caminos, mantener puentes, capillas y bardas, limpiar el cementerio y edificar escuelas (…) En muchas partes del país todavía se usa el baño de vapor, el temascal prehispánico; de adobe o de piedra, en forma abovedada o rectangular. Algunas veces tiene espacio para una familia entera. El temascal adquiere especial significado después del alumbramiento. Ante él se realizan diversas ceremonias, se le agradece, se le da de comer al fogón y se le suplica por la buena fortuna del recién nacido…
Para el capítulo tercero, Mariana Yampolsky describe (página 142):
La calle es un espacio compartido, común. Todo es visible, nada de oculta. Los caminos tienen cien caras y texturas, cambiantes con la luz; calles suaves de pasto verde o de tierra apisonada, calles de cantos rodados, resbalosas bajo la lluvia, sonoras al paso de las bestias. O de grandes bloques de piedra labrada, sólidas y cómodas. En algunas el tabique, poroso o liso se presta para ser colocado en variados dibujos; el petatillo, la canasta, el tablero y en otras el material más moderno, el concreto vaciado, recibe un sinfín de tratamientos para darle variedad y tracción a su superficie…
Las moradas mexicanas, sus gentes y entorno
En el cuarto capítulo, la creadora dice (páginas 189 y 190):
En la fachada, los artistas anónimos han labrado un mundo de fantasías exuberante: animales, frutas y flores que se entremezclan con los santos, los apóstoles y el Cristo crucificado. Entre cortinajes, la Virgen recibe serenata de un coro de ángeles que tocan instrumentos musicales. Por si no fuera suficiente, para la fiesta del santo patrón, en la fachada se sobreponen arcos tupidos de flores frescas…
Hasta aquí, Yampolsky ha captado de maneras espléndidas ese universo de moradas mexicanas, sus gentes y el entorno a profundidad en blancos y negros; pero el quinto capítulo final repara 13 maravillosas fotografías a todo color, sobresaliendo una ceiba del pueblito de Maxcanú, la casita con ventanas abiertas a la alegría en el puerto de Progreso y las tumbas pintadas de flora y un San Gabriel Arcángel del cementerio de Hoctún, tomadas las tres en sitios diversos de la península de Yucatán. La artista narra (páginas 217 y 218):
Cuando la casa se construye con verdes magueyes, barro colorado, maderas oscuras y piedras de diferentes matices, el constructor queda satisfecho; la obra está en armonía con los tonos de la naturaleza (…) A diferencia de las casas donde se mantiene el color natural de los materiales, hay construcciones cuyas fachadas se pintan con alegres combinaciones. En algunos pueblos los tonos son delicados, en otros son fuertes y fogosos. En muchos lugares las puertas, ventanas y guardapolvos lucen azules o rojos, amarillos o violetas que sorprenden al visitante. Entre fachada y fachada las combinaciones más estridentes conviven armoniosamente. Y lo más sorprendente es que cada vez que se renueva la pintura, cambian los colores sin provocar desavenencias con el vecino.
Patrimonio Documental de México
En febrero de 2024, el recinto de la Secretaría de Cultura capitalina El Rule Comunidad de Saberes, organizó durante un mes la exposición Colores en que habitamos, con curaduría de Claudia González, Xochipilli Rossell y Valeria Sánchez Michel: 52 imágenes coloridas del Archivo de Mariana Yampolsky, perteneciente a la Universidad Iberoamericana, mostrando los intereses cromáticos y arquitectónicos de la fotógrafa nacionalizada hacia 1954.
Las imágenes de Yampolsky fueron declaradas Patrimonio Documental de México por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) hace cuatro años.
El pasado sábado 15 de febrero, Merry MacMasters de La Jornada publicó su reportaje “Alistan actividades por el centenario natal de la fotógrafa Mariana Yampolsky”. En su texto, la reportera consignó que, al terminar sus estudios en la Universidad de Chicago, la futura fotógrafa viajó a México en 1945 “joven”, porque escuchó una plática de una pareja de grabadores sobre el trabajo social al que se habían comprometido los miembros del Taller de Gráfica Popular (TGP); “en ese instante decidió que eso quería, publicó en 1999 su amiga, la escritora Elena Poniatowska. Después de unos meses de convivencia con los miembros del TGP, supo que México iba a ser su país, y los compañeros del Taller, su familia”. Y agregó:
“Para conmemorar el centenario natal de Mariana Yampolsky, la Universidad Iberoamericana (UIA), institución que resguarda y conserva desde 2018 el fondo fotográfico y la biblioteca personal de la artista, además del archivo de la fundación que llevaba su nombre, inició un programa de actividades desde octubre pasado, que comprende exposiciones y publicaciones. En conjunto suman 76 mil negativos que custodia la Biblioteca Xavier Clavijero (BFXC), de la UIA (…) La exposición La última morada se efectuó el 29 de octubre pasado en colaboración con la Prepa Ibero. La muestraLa casa que canta, con imágenes de este proyecto, se realizará en las instalaciones de la UIA, entre marzo y abril, junto con la presentación del libro del mismo nombre. La publicación fue reditada en 2024 por el Infonavit, la Secretaría de Educación Pública y la UIA. En el plantel también está programada para septiembre la muestraTodo Mariana, con material del archivo personal documental y fotográfico, en colaboración con el Departamento de Arte y la BFXC.”
La casa que canta, segundo libro que Marianne Gertrude Yampolsky publicó, muestra la arquitectura popular y el habitar de la casa mexicana. AMEXI/Foto: Cortesía
Una antecesora de La casa que canta, de Yampolsky
El Espacio Cultural Infonavit, creado en 2022, es una iniciativa que promueve la reflexión integral sobre el derecho a la vivienda. Su sitio en red habla de cómo dicho derecho se articula en un proyecto multidisciplinario con el territorio, el medio ambiente y el buen vivir, abordando estos ejes desde perspectivas culturales, artísticas, educativas y de investigación. Se compone por el Museo Nacional de la Vivienda (Munavi) y la Biblioteca Nacional de la Vivienda (Binavi), “ambos articulados por una sólida programación cultural y académica, gratuita e incluyente”.
El esplendor de esta reedición de La casa que canta de Yampolsky fue antecedido de otro magnífico libro ilustrado del Espacio Cultural Infonavit en agosto de 2024,Unidad Mural, con la revista Gatopardo. Las 201 páginas con presentación general de la ya mencionada Alejandra de la Mora Maurer (“Unidad Mural: El arte como transformación comunitaria”) resultaron tras tres meses de travesías del equipo Infonavit por 26 unidades habitacionales del país a lo largo de comunidades en 15 estados de México, pintando murales:
Fue un viaje de aprendizaje, de historias contadas con brochas y de voces que encontraban en los murales una forma de decir: “Aquí estamos”. Junto a 30 artistas, 30 talleristas y más de 4,000 personas, intervenimos 5,000 metros cuadrados de arte urbano que hoy vibran con la vida cotidiana de sus comunidades (…) Las historias y los murales de Unidad Mural son testimonios de resistencia y esperanza. En cada trazo y color se refleja la vida de comunidades que, a pesar de las adversidades, encuentran en el arte una forma de reivindicación y orgullo.