Por Humberto Musacchio
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 24 de septiembre de 2024.- Nacido en Tepalcatepec, Michoacán, en 1924, Sergio Magaña escribió Los suplicantes, su primera obra teatral, a los 18 años, pero su gran éxito inicial llegaría en 1953, al estrenarse Los signos del zodiaco, pieza que se pone una y otra vez y siempre ofrece nuevas visiones e interpretaciones. Luego se estrenó Moctezuma II, que sigue interesando a los directores y al público. En 1958 se presentó El pequeño caso de Jorge Lívido. Siete años después se llevó a la escena Los motivos del lobo, otro de sus mayores triunfos, y en 1967 Los argonautas, donde replantea sus propuestas teatrales. Fueron grandes éxitos y, como ocurre con muchos triunfadores, su producción disminuyó en cantidad y probablemente en calidad durante la década de los 70, cuando la casa de Sergio, en la calle de la Santa Veracruz, ofrecía casi diariamente amigos, trago y diversión. Fue en esos días cuando trabajó como redactor de la oficina de prensa del INBA, donde injustamente ganaba lo mismo que quienes empezábamos entonces en el trabajo periodístico. Un golpe a su ánimo fue que Arturo Ripstein no lo llamara para hacer el guion de El castillo de la pureza, obra basada en un caso de la vida real, pero que inevitablemente remite a Los motivos del lobo. Sergio se quejaba amargamente de que su amigo José Emilio Pacheco hubiera aceptado encargarse del guion, algo que le correspondía a Sergio por conocer más el asunto. Por fortuna, Magaña volvió a tener éxito en 1980 con Santísima, espectáculo musical que se representó en México y España. El gran dramaturgo murió en 1990 y con él se confirmó que los genios también tienen altibajos.
Ciclo sobre los 43 de Ayotzinapa
El gobierno hace como que investiga la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, pero cada vez que avanzan las averiguaciones se cancelan por cualquier motivo y el funcionario metido a detective queda fuera del caso (¿Verdad, Alejandro Encinas?) La razón es que en los últimos diez años se han realizado mítines, desfiles, protestas poco amables, entrevistas con los normalistas y con sus padres, a los que el gobierno ha dividido; abundan los testimonios, hipótesis e irregularidades, contradicciones, encubrimientos y burlas a los derechos humanos, como ocurrió con los torturados, muertos y culpables fabricados. Se ha detenido a ciertos militares y algunos civiles, luego los han liberado y en algunos casos han vuelto a prisión, pero no se ha podido avanzar ni un centímetro para llegar a la verdad de lo sucedido. El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) se estaba acercando al fondo del asunto y se le dijo adiós. El próximo jueves se cumplen diez años de la noche negra de Iguala, pero el gobierno saliente, al igual que el de Peña Nieto, ya ni promete aclarar los hechos. Por eso es importante ver el ciclo de documentales Ayotzinapa 10 años, del lunes 23 al jueves 26 de septiembre, a las 22:00 horas, en el espacio Tiempo de Filmoteca de TVUNAM.
Resbalones con el Himno
En la más reciente pelea del Canelo Álvarez, Camila Fernández, nieta de Vicente Fernández, mostró que entre los gobiernos liberales y el cuatrotero han arruinado la educación, al extremo de no enseñar debidamente a los chamacos la letra del Himno Nacional Mexicano. Al entonarlo, doña Camila, en vez de decir “Profanar con su planta tu suelo”, cantó “Profanar con su planta tu tierra”, lo que suponemos no se refería a los gringos, pues estaba en Estados Unidos. Por eso le sugerimos que, al entonar el canto patrio o lo que ella cree que es el Himno, mejor aborde asuntos que le cuadran más a la vida mexicana de hoy. Le proponemos que cante algo así como “Mas si osare un maldito vendido/ Celebrar sus transas de dinero / Piensa, oh, paisa, que caerás al suelo/ Por ser igual que un legislador”. De nada.