Ciudadanos bajo tutela

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 03 de junio de 2022.- Pues nada, que desde anteayer está prohibido fumar en la avenida Madero, en 20 de Noviembre, en la cuadra más cerca al Zócalo y en los portales que lo rodean por el sur y el poniente; en las plazas de la Constitución, del Seminario, del Empedradillo y de la Mexicanidad (frente a la Suprema Corte), más las que se acumulen esta semana.

Si alguien se atreve a encender un pitillo en tales espacios, se arriesga a que le apliquen una multa de hasta de 3,848.80 (tres mil ochocientos cuarenta y ocho pesos con ochenta centavos, moneda nacional). Si no puede pagar, tendrá que realizar trabajo comunitario o, por el terrible delito de fumarse un cigarro, podrá ir a prisión de 13 a 36 horas.

Ya en el pasado mes de agosto, la Autoridad del Centro Histórico había prohibido fumar en la avenida Madero. Por supuesto, aquello no pasaba de ser una ocurrencia, pues dicha autoridad no parece tener facultades para dictar una prohibición de ese talante, a menos que al humo del cigarro se le considere un peligro para la cantera o el tezontle de las viejas construcciones.

En esa ocasión, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, dijo de la medida: “No me parece que valga la pena, la verdad, no fue algo que nosotros hayamos definido, fue una iniciativa de la Autoridad del Centro Histórico”, y sencillamente la desechó.

Esta vez, sin embargo, la prohibición fue dictada “para proteger a las personas no fumadoras”, declaró el secretario de Gobierno capitalino, Martí Batres, porque, de acuerdo con el funcionario, “es una medida de salud, de protección del medio ambiente y, también, es una medida que busca proteger la circulación en estos grandes espacios públicos que están en el corazón del país”.

A riesgo de dar ideas, digamos que en la misma lógica, el siguiente paso sería incluir entre las áreas prohibidas la Alameda Central, la plaza de Santo Domingo, la de Loreto, la de Santa Catarina, la Torres Quintero, la del Estudiante, la García Bravo, la Juan José Baz y la de la Conchita, aunque, ya encarrerados, tendrían que imponer la prohibición en los camellones de Paseo de la Reforma y nos podríamos seguir hasta la zona de la Condesa, y meter en la lista los parques México y España, la glorieta de la Cibeles y llegar hasta el mismísimo Bosque de Chapultepec, porque en todos los lugares mencionados circulan o descansan muchísimos no fumadores y juegan niños que deben ser protegidos con leyes absurdas.

De esta manera, quien no pueda fumar al aire libre en las áreas señaladas lo tendrá que hacer en espacios cerrados, causando, ahí sí, perjuicios a otras personas. Y ya metidos en esa ruta, lo siguiente puede ser que se impida, por ley, escupir, como en Singapur, y hasta toser o estornudar, cuando no de plano decretar la prohibición alcohólica que tantos muertos le costó a Estados Unidos.

De este modo, mientras esté prohibido quemar tabaco, seguirán llegando a toda la ciudad las emanaciones de las fábricas situadas en el norte del Valle de México y los chilangos habrán de llenar sus pulmones con los gases tóxicos y cancerígenos que despide la combustión de automóviles, peseras, autobuses y, sobre todo, vehículos del gobierno capitalino, muy especialmente los camiones de basura, que se estacionan con el motor encendido hasta una hora frente a los domicilios, todo con el fin de que quienes trabajan en ellos seleccionen botellas, madera, metales, plásticos y cuanto la mafia del sector pueda vender, pues ahí no importa la salud, sino los negocios.

Está comprobado que el tabaco es cancerígeno, aunque muchos fumadores mueren en la ancianidad y no de cáncer.

Sin embargo, resultaría más efectivo desalentar el consumo de tabaco elevando el impuesto a los productos que lo contienen, además de que tal gravamen permitiría costear tratamientos para males derivados del tabaquismo y amplias campañas preventivas que serían más eficaces que la mera prohibición en espacios abiertos.

Pero todo indica que algún traidor le aconsejó a la jefa de Gobierno lanzarse a la cruzada antitabaco. Pues, en la ruda pelea por la candidatura presidencial, algunos creen que todo se vale. Pero hay medidas que resultan contraproducentes, como es el caso de las limitaciones a la libertad personal. En fin, que así está de reñida la pelea por la sucesión. 

1 comentario
  1. Héctor Moya dice

    Lo que es verdad, Humberto, es que si yo quiero fumar, debo de respetar a gente que no quiere y por lo tanto no convertirlos en fumadores pasivos solo por mis tanates.

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