¿Cómo vamos a ofender a Claudia Sheinbaum?

Por Arturo Sandoval

Por Arturo Sandoval

“Acláreme algo ¿está intentando ofenderme o es sólo que es estúpido?”

DEBRA WINGER.

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 11 de julio de 2024.- A Andrés Manuel lo trataron de insultar así: “naco, indio pata rajada”, entre mentadas y más groserías. El racismo, el clasismo siempre presente como arma de ataque para dañar a López Obrador directamente. Sus opositores no necesitan ser güeros, ni ricos para proferir estos calificativos; incluso se veía en la marea rosa a gente muy morena, muy humilde, con mucho enojo ofendía así al Presidente cuando los entrevistaban. Dichas ofensas calentaban el ánimo del pueblo compuesto por características de persona ordinaria como lo es Andrés Manuel López Obrador. Es igual a la mayoría de mexicanos tanto físicamente como en costumbres y vocabulario. Por esto su grande popularidad creciente, aún a menos de tres meses de la terminación de su periodo. El pueblo verdaderamente lo ama por verlo como uno de ellos; desde luego, porque por fin les dio sus derechos con los programas sociales.

La misoginia, el clasismo, el racismo fueron el combustible para la auto incineración de la oposición, a través de hacer gala de estos ruines recursos en medios de comunicación y en cualquier plataforma, incluso en diálogos entre amigos o familias.

La degradación de la sociedad al normalizar las ofensas fue manifiesta; en mucho mayor proporción por los opositores al Gobierno; pero si alguien ofendía a AMLO, del otro lado contestaban “anciano loco decrépito” dedicado a Enrique Krauze o a Aguilar Camín. En la campaña calificaron a Claudia de momia o judía; en respuesta, sus enemigos morenistas: gorda asquerosa, botarga, naca, en contra de Xóchitl Gálvez. Desde luego Claudia no se ofende al nombrarla judía, pero la oposición quiere que sea humillación o descalificación. En la misma condición de sus antepasados nacidos en otro país, está Vicente Fox y nadie le dijo gachupín o español. Y Fox usa de forma despectiva el gentilicio de originarios de Israel para descalificar a Sheinbaum. Nunca antes una mentada de madre ofende casi nada.

“Las injurias tienen, sobre las razones, la gran ventaja de ser admitidas sin prueba alguna por un gran número de lectores”. ALESSANDRO MANZONI.

Claudia Sheinbaum, es clase media; estudió ballet, música, inglés; con doctorado y posgrados en universidades extranjeras a través de becas y esfuerzo de sus padres. Condiciones de vida iguales a la mayoría de las clases medias o de gente rica. Se vestía media hippie, hoy combina estilos elegantes de varias corrientes. “Pandrosa” ya no le podrán decir.

La oposición no aprovechó nunca las excelentes clases de historia dadas por AMLO en las mañaneras y en otros discursos. Sin reconocer el alto nivel de cultura y educación de nuestro Presidente. Así, Juárez, Hidalgo, Morelos, Guerrero, Madero, Cárdenas, no sólo los conocimos en su verdadera obra histórica, también sus bien detallados perfiles humanos, a través de López Obrador.

Las ofensas de la oposición, utilizó desde vulgares groserías, hasta todo tipo de difamaciones, al grado de caer en una normalización para dejarlas sin efecto; menos en personas muy seguras de ellas mismas como AMLO y Sheinbaum. Difícilmente alguna les pudo hacer daño, menos con el respaldo del 80% del pueblo. Tampoco ahora podrán perjudicar a Claudia Sheinbaum como presidenta, aunque le busquen pretextos, debilidades, coyunturas; tiene un blindaje moral del más alto nivel.

Los intelectuales de la grosería vulgar como Enrique Krauze, Aguilar Camín; junto con sus bestias de ataque representadas por Javier Lozano, Carlos Alazraki, Brozo, etcétera; son tan viejos y rancios que, por más búsqueda en su diccionario de groserías de alta gama, no pasarán de mentarle la madre a la Presidenta; sin duda resultado de la putrefacción de los cerebros de los dueños de Nexos y Letras Libres, aunque pudieran ser Letras en Fuga.

EL FISGÓN

Desafortunadas y dogmáticas palabras las de Rafael Barajas, descalificando a la gente en contra del nombramiento de Sergio Mayer como diputado plurinominal de Morena. Si usted ve la entrevista hecha por Alejandro Páez al Fisgón, verá su resistencia a dar argumentos de peso para justificar el nombramiento de Mayer. Rafael Barajas se avienta un enorme rollo mareador para imponer sus argumentos. Dice que sacar a Sergio Mayer sería tener dos votos perdidos; uno menos de Morena porque se va y otro en contra porque se iría a otro partido de la oposición. Lo cual es falso. El riesgo es tenerlo dentro de Morena y que vaya a votar contra las reformas o de plano salte a otro partido como Lilly Téllez y otros infiltrados. En cambio, el otomí ganador de ese derecho a la plurinominal, sería un voto incondicional a favor de Morena, totalmente garantizado. El Fisgón nunca mencionó al despojado Luis Morales en la entrevista ni en otras declaraciones en medios.

Descalifica a mucha gente en las redes en contra de Mayer y a favor del comerciante otomí; pero debe tomar en cuenta parte de los análisis de Alberto Escorcia, pero eliminar las acusaciones que éste hace sin pruebas a La Catrina Norteña, Sin Censura y otros Youtubers.

En un supuesto caso donde los dos protagonistas fueran otros; en un acto de justicia, de cumplir con lo pactado con honestidad, pues se le daría la plurinominal al que salió ganador en el sorteo. Sólo se hace lo justo, lo correcto; y, aquí es lo injusto, lo incorrecto sin importar si es Mayer o Luis Morales Flores. Eso es en lo que debe poner foco el Fisgón y todos, en respetar los acuerdos.

La ingenuidad del Consejo Nacional y el Comité Ejecutivo Nacional de Morena raya en la estupidez, al pedirle a Sergio Mayer se comprometa públicamente en una carta con texto: «Exhortamos al compañero Sergio Mayer a comprometerse de manera pública e inequívoca a cumplir como diputado el mandato que recibió del pueblo como candidato, a acatar la disciplina de la bancada de Morena y a ser fiel a los principios de nuestro movimiento», cuando sus amos son Claudio X. González y su marea rosa. Claro, Mayer lee su discurso de compromiso ante los medios de comunicación. Seguir un guión es su trabajo, para después, en unos meses, se ponga del lado de la oposición, con representación de Morena o no. A Sergio Mayer nunca se le puede calificar de traidor; hace exactamente lo que un fiel integrante del conservadurismo haría para defender sus intereses; parte de ello es infiltrase dónde sea útil.

NOTA: mientras, una persona morenista por convicción, de piel morena, pobre, indígena otomí, es desplazada por un simulador güero, ojo claro, patán, superficial, ultra conservador e insensible con los más vulnerables ¿Pues qué el Fisgón no ve esto? Lástima, porque admiro mucho a Rafael Barajas.

 

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