Confinamiento global y muerte
Foto: Francesco Spighi / UNICEF
Por José Sobrevilla
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 13 de junio de 2020.- Primero fueron desconocidos, luego gente cercana “amigos de amigos”, después vecinos muy cercanos, pero cuando llegó al círculo principal de la familia, entonces, la tristeza se convirtió en lágrima constante; “por eso no le creo a Gatell” decía Cris entre sollozos, “porque los muertos deben ser muchísimos más, igual que los infectados”, “cuál es la lógica de no aplicar pruebas” se preguntaba con desconsuelo, “¿Ahorrar dinero? y mientras los asintomáticos siguen y siguen contagiando personas”. No, no entendía las razones de la estrategia del gobierno de la “Cuatro-té” con el nuevo coronavirus; tampoco el por qué parar la economía en general y no, en su lugar, documentar y dar seguimiento en cuarentena a los casos existentes y, con todas las precauciones, dejar que la vida económica del país siguiera su curso.
Para alguien como el mexicano: cariñoso, querendón, afectivo, idiosincráticamente hermano del hermano (por ello las remesas abundantes que tanto presume el gobierno) no hay nada peor que no poder dar un abrazo al amigo, cuando menos la mano, mostrarles la felicidad que tenemos de saberlos vivos y cerca de nosotros; cuidar a sus enfermos, velarlos cuando mueren, enterrarlos conforme a la tradición. Con la voz apagada por el llanto y la tristeza decía mi esposa “entiendo ahora lo del ataque al hospital de las Américas de Ecatepec”, donde los familiares después de entrar a la fuerza al grito de “nos los están matando” encontraron cantidad de cadáveres apilados aquel viernes 1º de mayo (2020).
Cierto. Por más que diga el presidente lo contrario, el sistema de salud mexicano parece estar rebasado por la pandemia, las personas más vulnerables al coronavirus, los que padecen enfermedades crónico degenerativas como diabetes y cáncer no están recibiendo ni la atención ni los medicamentos necesarios. Esto, antes del Covid19 ya era un problema, cuantimás ahora. Algunas de las cajas de metformina que “nos da” el IMSS y que compra a Pisa Farmacéutica, dicen contener tres tiras de 10, pero en algunos casos solo llega con dos por caja (nos consta); en los centros de salud, estos enfermos son mezclados con los infectados porque diariamente médicos, enfermeras, personal directivo y recursos, son destinados a atender el gran número de pacientes de Covid19. Esto es la locura.
“Por favor, cuídense, y cuiden a la familia. Esto es más peligroso de lo que se imaginan” decía entre sollozos, con voz dolida, un hermano del primo de mi esposa cuando avisó a la familia que Jorge había muerto por coronavirus, porque el sistema de salud jamás pudo darle las atenciones adecuadas. Todo esto mientras “sospechosamente” Zoe Robledo, el director del Instituto Mexicano del Seguro Social, se declaraba “positivo” de covid19, horas después de que salía a la luz pública que le estaba otorgando contratos a las empresas de su familia.
Datos de una encuesta presentada por la Organización Mundial de la Salud, han revelado que 53% de los 155 países que encuestaron, habían interrumpido parcial o totalmente servicios de tratamiento de hipertensión, el 59% diabetes, 42% cáncer, 31% de las emergencias cardiovasculares y que únicamente 63% de los servicios de rehabilitación se dieron en forma intermitente en todo el mundo. No por algo la investigadora del Laboratorio de Genética Molecular de la FO-UNAM, Laurie Ann Ximénez, ha dicho que México ha tenido uno de los peores manejos de la pandemia, sólo por detrás de Estados Unidos y Brasil.
El sábado 30 de mayo, “al menos nueve padres de niños con cáncer comenzaron una huelga de hambre frente a la Secretaría de Salud para exigir a las autoridades abasto de medicamentos oncológicos” (Reporte Índigo 3 de junio/2020) advirtiendo que después de clausurar simbólicamente la entrada principal de la SSa, “no se moverían de allí hasta que el secretario de Salud, Jorge Alcocer los atendiera”. ¿Se tiene que llegar a eso? ¿Dónde está la sensibilidad de los gobernantes?
Amenazando con quemarlo, en axiochiapan, Morelos, en abril pasado, 150 de sus habitantes ingresaran al hospital “Dr. Ángel Ventura Neri” (de la localidad) e impidieron el ingreso de pacientes con coronavirus porque este nosocomio, al no tener lugar ni para atender a los pobladores del municipio[1], mucho menos tendría la capacidad para dar atención en una contingencia como esta.
Y ¿la inseguridad? sirviéndose con cuchara grande. Aquel pueblo amoroso, sabio, del discurso presidencial muchos quisiéramos conocerlo, porque apenas este 10 de junio, nuestra vecina, propietaria de una tienda de abarrotes (“Casa Pérez”, en la colonia Lázaro Cárdenas, Tlalnepantla, Edomex) fue asesinada de un tiro en la cabeza, cuando unos, según dijeron de “la maña”, quisieron imponerle cobro de piso; otros han dicho que la mataron por resistirse al asalto, el caso es que ayer –con todo el temor– la fueron a enterrar. No. No era un asalto por hambre, porque además del dinero, lo único que se llevaron fueron cervezas y botellas de bebidas embriagantes.
Mientras tanto nosotros, familiarmente, igual que muchos en el país, nos encontramos en el más atroz de los desempleos, sin poder cobrar ni siquiera un peso por las letras que escribimos, o por hacer cualquier trabajo, y sin llevar un ingreso aunque sea mínimo a la casa porque no estamos dentro del padrón de apoyos del gobierno federal. Los ahorros poco a poco se han ido agotando por la paralización económica, tanto del coronavirus como de la dichosa “austeridad republicana”.
Es injusto que “los ninis” reciban incluso más que un médico o enfermera de primera línea. Los que nos quejamos de ello, no somos “fifís” ni “conservadores”; tampoco enemigos del gobierno, somos pueblo abandonado a quienes la cobija del discurso presidencial no nos ha llegado ni lo hará. Se equivoca AMLO cuando asegura que “los que no alabamos sus ‘logros’ estamos en contra de él”. Jamás. Al contrario. Gente como Claudia Sheinbaum, el olvidado Martí Batres y otros de sus equipos que fueron apoyados por nuestras personas y medios, ahora no nos toman la llamada ni para una entrevista. Así de insensibles. ¿Es así la política? ¿Así el gobierno?
Es triste y doloroso que, sabiendo por las que estamos pasando todos, recibamos mensajes de amigos que no son opulentos, los más amigos, que llaman para decir “Cómo te puedo ayudar, ¿a dónde puedo depositarte, aunque sea algo?” Esto, mientras el gobierno habla de millones y millones de pesos en apoyos, inversiones, obras, etcétera que no nos consta sean falsas o ciertas y que solo oímos y vemos pasar por sus ahora gratuitos medios de propaganda.
Lo bueno de lo malo
Lo que sí es un hecho es que este endemoniado virus nos está cambiando absolutamente la vida a muchos. No en México o en América Latina, sino en todo el mundo. Se sufre en cualquier idioma y esa lágrima, la tierra, el planeta, la está resintiendo. Nos han paralizado con medidas que no terminamos de entender. No queremos pensar en tanta perversidad de la fundación de Bill Gates, la Universidad Johns Hopkins, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, etcétera, de que hayan creado un virus –o su propaganda– para que ajustara a la población mundial a sus intereses. No. Sin embargo, de algún modo, esta paralización está ayudando al planeta.
En larga entrevista difundida por la BBC-News, el Nobel de Química y catedrático de la Universidad de Stanford, Michael Levitt, asegura que “el daño ocasionado por el confinamiento va a ser mucho mayor que el que pudiera haber ocasionado el Covid19”[2]. “Los confinamientos pueden ser efectivos, pero son una medida medieval (…) Estoy seguro de que pudieron haber salvado vidas en el corto plazo pero el daño económico costará vidas», indica.
Es evidente, según estudios recientes que, en la medida que las personas han dejado de conducir, dejado de volar aviones y las fábricas han permanecido cerradas o reducido sus labores al mínimos en diversas partes del mundo, distintos índices de contaminación han disminuido significativamente. En un reporte de la revista Scientific American (fundada por Rufus Porter desde 1845), en el último año las emisiones mundiales de dióxido de carbono han disminuido 17%, y las proyecciones sugieren que 2020 verá la mayor caída anual de esas emisiones, en alrededor de dos mil millones de toneladas métricas, equivalente al 5,5% del total de 2019[3].
Reporta Europa Press que las vibraciones y el ruido de fondo que soportan los sismógrafos debido a la actividad humana ha caído un 30% desde que se impusieron los confinamientos generalizados en países de todo el mundo donde se encuentran las estaciones de medición, debido a la pandemia del COVID-19[4].
“La NASA publicó recientemente imágenes satelitales del noreste de Estados Unidos, revelando una reducción del 30% en contaminación del aire sobre áreas metropolitanas densamente pobladas. La información indica que el dióxido de nitrógeno, que se origina en los combustibles fósiles y en la generación de electricidad, tiene actualmente los niveles de emisión más bajos desde el 2005”[5].
Por todas partes, en diferentes países, animales de varias especies aparecen incluso en las calles de las principales ciudades; y en mares y ríos se aprecia una limpieza y presencia de una innumerable cantidad de peces y aves revoloteando en cercanías a las zonas portuarias y turísticas. Hay que reconocerlo “Según expertos luego que el mundo se detuviera ante el coronavirus, el aire cada día se limpia más, lo que podría salvar a más personas de las que está matando el Covid-19”[6] Uff.
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www.pepesobrevilla.com, @PPsobrevilla
[1] https://www.reporteindigo.com/reporte/amenazan-con-quemar-hospital-si-reciben-pacientes-con-covid-19/
[2] https://www.bbc.com/mundo/noticias-52998830
[3] https://www.scientificamerican.com/article/will-the-earth-remember-the-coronavirus-pandemic1/
[4] https://www.europapress.es/ciencia/habitat-y-clima/noticia-rudio-sismico-cae-30-confinamiento-global-covid-19-20200415125628.html
[5] https://www.despacho505.com/confinamiento-global-se-convierte-en-experimento-ambiental/
[6] https://diariolalibertad.com/sitio/2020/03/23/el-confinamiento-global-le-ha-dado-un-respiro-a-la-naturaleza/