Periodistas Unidos. Ciudad de México. 05 de junio de 2022.- En nuestra declaración pedimos solidaridad con el pueblo ucraniano «incondicional e independiente de cualquier juicio sobre su dirección política». Hay quienes se han asombrado y al parecer son muchos. Horacio Tarcus ya lo ha comentado. También yo lo haré.
Hay una sola manera de proceder en los casos como el de la guerra de Ucrania, que a mi modo de ver es la única justa, verdaderamente internacionalista, es decir, opuesta a todo antimperialismo selectivo, que consiste en un tratamiento diferente, e incluso radicalmente diferenciado, de las diversas potencias imperialistas; antimperialismo de pura apariencia o fachada, ficticio, hipócrita: a todo pueblo oprimido o agredido, a todo pueblo que lucha por su independencia o la defiende frente a una potencia imperialista, colonial, opresora, invasora, etc., se lo defiende absolutamente sin distinción de clase (u otra) de su dirección política o gobierno. No solamente cuando su dirección o gobierno son burgueses, sino incluso cuando son tan retrógrados y reaccionarios como las monarquías feudales.
Este era el principio de Lenin y Trotsky. El único verdaderamente internacionalista y antimperialista.
El primer Estado en el mundo que reconoció al Estado soviético era el Afganistán feudal. Lo hizo su gobernante emir Amanullah. Desde luego, no reconoció a Rusia soviética, porque simpatizaba con los bolcheviques, que, desde el punto de vista de sus intereses de clase, eran sus totales enemigos, lo que él sabía muy bien. Lo hizo para tener en el Estado soviético un aliado para defender la independencia de Afganistán contra el imperialismo británico. Los bolcheviques lo comprendieron perfectamente.
Le aseguraron al monarca feudal una importante ayuda política y militar para que pudiera defenderse: defender su Estado retrógrado, medieval, pero independiente, frente a una potencia imperialista (burguesa, o sea supuestamente ¡cien veces más progresista que un régimen feudal!). Lo hicieron de manera totalmente independiente del carácter de clase del régimen afgano y del monarca mismo. Cuando los británicos inspiraron en el país una rebelión armada contra Amanullah y de esta manera amenazaron la independencia de Afganistán, los bolcheviques corrieron a su rescate y le ayudaron a sofocar la rebelión enviando al país su fuerza aérea.
Desde el punto de vista de los primitiva, gruesa, abultadamente concebidos criterios de clase esta política bolchevique es, desde luego, inimaginable.
Cuando el Estado burgués, imperialista y fascista italiano invadió una Etiopía feudal y medieval pero independiente, Trotsky se puso del lado del líder de la resistencia armada etíope, el emperador –Negus Negesi, Rey de los Reyes– Haile Selassie, independientemente del hecho de que este era un gobernante feudal y además aliado con el imperialismo británico. “La victoria del Negus”, escribía entonces Trotsky, significaría un fuerte golpe no solo para el imperialismo italiano sino para el imperialismo en su conjunto y daría un poderoso impulso a las fuerzas rebeldes de los pueblos oprimidos. Uno realmente debe estar completamente ciego para no verlo”. Exactamente.
Ni a Lenin, ni a Trotsky no se les ocurrió plantear que «el tema de la legitimidad de proporcionarle armas» a Afganistán (feudal) por el Estado soviético o a Etiopía (también feudal) por el imperialismo británico «era delicadísimo y tenía muchas aristas”, dado el hecho evidente de que “las armas iban al gobierno» (feudal), «no al pueblo ni a ningún soviet de soldados, obreros y campesinos”. No voy a recordar como ellos comentaban semejantes discursos.
Este mismo tipo de ceguera seudoclasista que abundaba entonces y que denunciaba Trotsky en el seno de la izquierda internacional, hoy aplasta a esta izquierda y la destruye. Es por esto que los internacionalistas y los que luchan contra todo imperialismo deberían, lo más rápida y consecuentemente, romper con ella. La guerra de Ucrania es el momento muy adecuado para hacerlo.
Pido solidaridad con el pueblo del Dombás, algo que Ucrania y los neonazis del batallón Azov les valió madres.