Covid-19: evitar nuevas sorpresas
Foto: Alejandro Meléndez / FotorreporterosMx
Por Miguel Ángel Ferrer
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 23 de mayo de 2020.- La pandemia de covid-19 no debió sorprendernos, pero nos sorprendió. Encontró, salvo unas cuantas excepciones, una sociedad humana sin capacidad médica y hospitalaria para atender eficazmente la emergencia. Y, consecuentemente, ha sido muy alta la cuota de vidas sacrificadas.
Pero el coronavirus sólo hizo evidente, de una manera dramática, lo que bien se sabía desde hacía varias décadas: el abandono del sistema público de salud. En México, por ejemplo, es largo y tortuoso el camino para lograr una simple consulta médica, ya no digamos tener acceso a una cama de hospital.
Y lo mismo puede afirmarse de estudios radiológicos o de laboratorios. O de una consulta con un especialista. Esperas de varios meses son la norma en las instituciones de la Secretaría de Salud y en los dos grandes sistemas en la materia: el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
También es proverbial la carencia de medicamentos y la insuficiencia de personal. Antes de la pandemia México tenía ya un déficit de 200 mil médicos y de 300 mil enfermeras.
La doctrina económica neoliberal hizo su parte. Y la corrupción y la salud como negocio privado hicieron el resto. Si no hay cupo en los servicios de salud públicos, al enfermo y a su familia sólo les quedan dos opciones: pagar (si tienen dinero) o aguantar hasta el desenlace, sea cual sea, de la patología.
Por lo que toca a la pandemia, no cabe duda alguna de que será vencida. Tanto con medidas preventivas como con recursos curativos. Ya hay evidencias de eficacia de varios medicamentos. Y pronto veremos la aparición de una vacuna y de nuevos y más eficaces fármacos específicos.
No será esta la primera vez que la ciencia y los científicos logren la proeza. Ya han vencido enfermedades, epidemias y pandemias mucho más feroces que el covid-19: viruela, poliomielitis, paludismo, sida, influenzas, sarampión, diversos tipos de cáncer.
Todo será más fácil y más rápido, sin embargo, si el Estado retoma, como ya se está haciendo en México, su papel de garante de la salud pública, lo que implica abandonar la insana ideología de la salud como negocio privado y fuente de ilegítimos y monstruosos enriquecimientos de un puñado de capitalistas dueños de hospitales y compañías de seguros médicos.
Pronto pasará el trago amargo. Pero Estado y sociedad deberán prepararse para que una nueva o vieja epidemia nos vuelva a tomar por sorpresa.