Cuando nos visitó Caruso

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 10 de septiembre de 2019.- En 1919, de fines de septiembre a principios de noviembre, estuvo Enrico Caruso en México. Con José del Rivero como empresario, ofreció seis funciones en el Teatro Iris y cinco en el Toreo de la Condesa. En el Iris cantó La fuerza del destinoManónEl Elíxir de amorUn baile de máscarasPayasos y Martha, del hoy olvidado Friedrich von Flotow. En ese teatro, los lugares más caros costaron 20 pesos y los más baratos seis, cuando un traje de El Palacio de Hierro valía de 25 a 55 pesos. En el Toreo, a precios populares (desde dos cincuenta hasta ocho pesos), el divo interpretó AidaSansón y DalilaBaile de máscarasLa fuerza del destino y, por supuesto, Carmen, la que se interpretó bajo un tremendo aguacero. Otro día, el tenor puso la primera piedra del cine Olimpia y fue llevado a diversos lugares. En Xochimilco, lo pasearon en trajinera y para satisfacción de sus anfitriones bebió sólo pulque (blanco, de apio y de tuna, dice Edgar Ceballos) al que, de acuerdo con las fotos, no le hizo gestos, lo que habla bien del rico neutle.

El tenor fue zarandeado

En sus presentaciones, acompañaron a Caruso, la Besanzoni, Adda Navarrete, David Silva, María   Alemani, Clara Elena  Sánchez, María   Teresa Santillán, Augusto Ordóñez, Ramón Blanchart y, entre otros, José Mojica, todos bajo la dirección de Gennaro Papi. Sin embargo, algo no le gustó al editorialista de El Universal, quien escribió que los precios en ambos escenarios eran “un abuso reprensible” y apuntó: “Desde que la ópera en México se ha bestializado –si vale la expresión–, convirtiéndose en un simple negocio fenicio a base de plaza de toros y de ‘eminencias’ de relumbrón, las más de las veces apolilladas y decrépitas (Caruso tenía entonces 46 años) tal espectáculo, que en otro tiempo fue de arte, lo es ahora de incultura y va derecho al fracaso. Se extinguirá cuando se extinga nuestra ingenua credulidad y cuando se comprenda que más barato y mejor que oír a Caruso en un coso taurino es escucharlo en un disco fonográfico”.

Que no se note la pobreza…

El 27 de octubre, otro editorial del diario citado se lanzaba contra “el manirrotismo nacional” y decía que “Caruso ha sido en México algo más que un acontecimiento artístico: la revelación de un estado económico ni sospechado siquiera… después de una década de revuelta. Hay una terribilísima miseria y se pagan 20 pesos –¡Lo que en ninguna otra parte del mundo!– por oír a Caruso”. Pues sí, fue un fenómeno musical en medio de las desgracias de la posrevolución. En cada función del Iris se recaudaron de 35 a 40 mil pesos y en el Toreo “no menos de 70 mil”, una verdadera fortuna para la época. La Madrileña, tienda de abarrotes, aprovechó la visita para estimular el consumismo, pues entre jamones españoles, quesos y otras delicias vendía también pastas italianas de la marca Caruso. Y en medio de aquella euforia, un dato no menor: en la función del día 28, el tenorazo fue acompañado por la Orquesta Sinfónica Nacional que entonces dirigía Julián Carrillo. Nada más.

Breviario…

David Huerta, Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015, recibirá ahora por méritos sobrados el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (dotado con 150 mil dólares, lo que también importa). @@@
Héctor Perea, acucioso y productivo investigador literario, recibirá el Premio Internacional Alfonso Reyes, un autor que se ha ocupado del regiomontano. @@@ Murió la historiadora y crítica de arte Elisa García Barragán (1936-2019), quien fuera directora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y directora del Museo Nacional de San Carlos. @@@ Falleció la pintora Lilian Duering (Argentina 1953), quien estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de Buenos Aires. Residió en México a partir de 1984 y expuso su obra en varios países.

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