Con un abrazo para Ricardo Raphael.
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 24 de octubre de 2023.- En una exposición ofrecida hace unos días, Javier Garciadiego se preguntaba: “¿Cuál hubiera sido el destino de El Colegio Nacional de haber contado, digamos, con la membresía de Luis Cabrera, el padre (Ángel María) Garibay, Carlos Pellicer, Fernando Benítez o Pablo González Casanova?” y se contestó él mismo: “Sólo puedo decir que El Colegio Nacional hubiera sido el mismo y hubiera hecho lo mismo, lo que está obligado a hacer, aunque con distintos acentos y matices, o sea, dar conferencias”. ¿Nada más? ¿No era importante tener y mantener autoridad intelectual frente al poder político para orientar políticas públicas…? Garciadiego mencionó también que en 1944, cuando no se aceptó a Luis Cabrera, “quedó definido que no tendrían cabida los políticos partidistas de tiempo completo”, ¿pero sí el filonazi José Vasconcelos, el comunista Diego Rivera o el cofundador del PAN Ezequiel A. Chávez? No aclaró el conferencista a quién se debe ese criterio excluyente cuya existencia es más que discutible, aunque por ignoradas razones no le abrieron el paso a don Jesús Reyes Heroles, nuestro más grande politólogo.
OTROS QUE HAN FALTADO
A la lista de faltantes agregó Javier Garciadiego a Alberto Vázquez del Mercado y a don Pedro Ramírez Vázquez, “pues con ellos quedó claro que la excelencia o el éxito profesional no eran condiciones suficientes para ingresar a la corporación”. ¿Entonces? ¿Acaso se trata de elegir sólo medianías? Para el conferencista, se evitó también la incorporación de quienes no tuvieran buena relación personal con otros colegiados, y citó la rivalidad entre Siqueiros y Diego, pese a que éste convivía con Orozco, o el de Carlos Chávez y Manuel M. Ponce, quienes tuvieron una larga y bien conocida relación profesional. No mencionó don Javier que se vetó el ingreso a esa institución, que se supone de excelencia, al único mexicano incluido entre los 500 escritores más importantes en la historia de la humanidad, según la UNESCO. Sí, el inmenso Juan Rulfo. En fin, que no son pocas las ausencias notables, pero ha tenido un costo prescindir de personajes de estatura mayor. Hoy, como nunca, los miembros de El Colegio Nacional ofrecen conferencias, pero han perdido el respeto del Poder Ejecutivo ante la indiferencia de la sociedad, pues nadie sale a defenderlos. Por algo será.
DEMANDA POR LIBROS DE TEXTO
Contra la decisión de la SEP de marginarlos de la hechura de libros de texto para secundaria, los editores privados solicitaron amparo por considerar, dice la Cámara Nacional de la Industria Editorial, que se afecta a sus agremiados y se elimina “su derecho a participar en un proceso plural” que fue exitoso por 25 años. La Caniem hace la reclamación en nombre de las “220 empresas dedicadas a la elaboración, edición, producción y distribución de libros y revistas”, pero la realidad es que muy pocas de esas 220 firmas participan en el negocio, donde son los tiburones transnacionales quienes han resultado ganones durante un cuarto de siglo, los mismos que ahora aplauden que se extienda de 18 a 36 meses el precio único de los libros de reciente edición, lo que, mentirosillos, los dirigentes de la Caniem afirman que “permitirá una mayor bibliodiversidad para los lectores”, aunque no dicen cómo. En realidad, el precio único inhibe la diversidad, pues quien compra al precio máximo lo piensa dos veces antes de adquirir otro título, pero con su pan se lo comerán los editores. Otro efecto de la medida es, dicen los señores de la Caniem, que “se permitirá que quienes viven en comunidades alejadas, pueblos y barrios (donde no hay librerías) puedan disfrutar de la lectura con la misma calidad y diversidad que quienes viven en las grandes ciudades”. Sí, con libros más caros. Demagogia barata con la complicidad de los legisladores.