Periodistas Unidos. Ciudad de México. 29 de marzo de 2023.- Los desacuerdos de Palacio Nacional con el informe anual del estadunidense Departamento de Estado sobre la situación de los derechos humanos en México y la aldea global, lo que ya forma parte de los rituales del hegemonismo gringo y de sus prácticas políticas más ilegales que legales, permiten avizorar una escalada con puerto de llegada incierto. Y seguramente durará hasta que en noviembre del próximo año se realice la más grande e importante cita con las urnas para el electorado vecino.
Son prácticas tan antiguas como el imperio de las barras y las estrellas y se agudizan en tiempos preelectorales por la pésima costumbre del bipartidismo estadunidense de localizar en el exterior las causas de sus propios y más graves problemas. Por fortuna desde los años 80 del siglo pasado ambos gobiernos se vieron obligados a no contaminar sus complejas y múltiples relaciones por los desacuerdos existentes en torno a cómo hacer frente al tráfico de narcóticos hacia el mercado más extenso, demandante y rico del orbe. El TLCAN y ahora el T-MEC terminaron por regular y darle normatividad, certeza jurídica, a las relaciones entre México, Canadá y EUA.
Así que no hay por qué espantarse, como lo hace León Krauze y con más frecuencia Dolia Estévez, por el endurecimiento de las críticas del presidente Andrés Manuel, al calificar a los autores del reporte, de formar parte del “departamentito del Departamento de Estado”, mismo que desde tiempos idos, arcaicos, “protege al conservadurismo de América Latina, del Caribe y del mundo, esa es su función”; además de considerar el informe “como un bodrio plagado de mentiras, falsedades y calumnias. Lo único que hacen con eso es exhibirse, hacer el ridículo” (22-III-23).
E insiste López Obrador en deslindar a su homólogo Joseph Biden del tema y la necesaria y plausible polémica con el funcionariado que encabeza Antony Blinken, bajo el argumento de que hasta en las certificaciones de la Casa Blanca es necesario diferenciar porque, según él, no reflejan la visión de todo el gobierno, no hay un poder monolítico en EU, hay mucha dispersión. Bueno, es deseable que no se equivoque, poder monolítico no existe ni en China porque las apariencias engañan y mucho menos en tierras aztecas, donde Norma Lucía Piña da lecciones diarias de “autonomía” al proteger, vía jueces, con amparos y otros recursos jurídicos a delincuentes del crimen organizado y de cuello blanco.
Sean peras o manzanas, el presidente Andrés no dejó espacio para la duda en cuanto a la posición mexicana, en tanto que jefe de Estado, porque estima que en las oficinas del señor Antony no hay cambios, “ejercen una política añeja y anacrónica que mantiene la pretensión de involucrarse en la vida pública de otros países”. Lanzó la interrogante: ¿Con qué derecho? Y el mismo respondió: “Es una violación flagrante al derecho internacional”. Razones no le faltan en un mundo de alianzas y subordinaciones a imperios y hegemonías.
Y lo que falta para las semanas siguientes a la luz de nuevas afirmaciones del secretario de Estado ante el subcomité del Comité de Apropiaciones y el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, donde fue interrogado insistentemente por el republicano Lindsey Graham, aliado de Donald Trump, sobre si hay partes de México donde el gobierno no tiene control ante las estructuras criminales, hasta que logró que Blinken aceptara que “sería justo afirmar que sí”; además de reconocer ciertos “riesgos” para los inversores estadunidenses, así como los avances del gobierno de la Cuarta Transformación frente a las bandas criminales. Sin duda, el debate continuará.
Acuse de recibo
“1. John Kerry, enviado especial del país vecino para el cambio climático, estuvo aquí el 18 de marzo y comparó a AMLO con Benito Juárez, amén de confirmar el apoyo gringo para la construcción de parques eólicos y solares ‘de energías limpias’. Pero en cambio en USA el aparato del ‘departamentito del Departamento de Estado’, encabezado por Tony Blinken, secretario de Estado, apoyado como siempre por los narconservadores mexicanos, fue el que se lanzó contra AMLO, que ha dicho repetidamente con razón y sin problemas que México es hoy más democrático que EU. Simplemente lo recordó. Pero los gringos deberían decirles a sus esclavos mexicanos derechistas que se callen porque le crean problemas. 2. En cuanto a Cuba AMLO recordó con precisión que jamás México rechazó a Cuba, desde que Dwight Eisenhower empezó en 1958 a aislarla de América Latina, hubo países que sí lo hicieron pero México nunca. Los que siguen con ese rollo son dos o tres excubanos, senadores ahora gringos”. La opinión es de Manú Dornbiere.