Diario de un Prevo a 50 años del 68

Foto: Alejandro Meléndez

Por Rafael Chávez Rivera

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 05 de octubre de 2018.- Hace 50 años yo tenía 14 y cursaba en Tlatelolco el tercero de secundaria en la Prevocacional 4. Las “Prevos” eran las secundarias del Poli y desaparecieron precisamente después del 68 convirtiéndose en secundarias técnicas. Mi familia era politécnica. Ir a la UNAM era casi una traición, y la educación privada, un castigo. Era una familia de clase media, media, orientada más bien a la izquierda aunque sin militancia de ninguna especie.

En la polarización que hubo durante los meses que duró el movimiento estudiantil, en los que o estabas “con” los estudiantes, o estabas “en contra” de ellos, del movimiento, había discusiones y tomas de posición, incluso rupturas importantes, en el seno de casi cualquier familia o grupo de amigos. Mi padre, mi madre y nosotros los hijos, estábamos “con” el movimiento estudiantil.

Mi prevo compartía instalaciones con el ciclo vocacional (la prepa del Poli, pues), así que había muchachos y muchachas mayores que yo. En esa medida, a mis 14 años, formando parte de una escuela del Poli, tuve mis primeras experiencias dentro de lo que es el asambleísmo estudiantil, sus métodos, sus trampas.

También había una cierta connotación izquierdista en la mera pertenencia al Politécnico. La lucha estudiantil por el internado y la ocupación de escuelas por el ejército durante 1956, generaron también una cierta “postura” en el instituto. Siempre el Poli en un equilibrio frágil sin la autonomía de la UNAM, siendo “de facto” un apéndice de la SEP, pero considerada LA escuela de educación pública diseñada específicamente para los obreros y sus hijos, herencia del cardenismo más decantado.

En este marco, yo tenía “permiso” de mis padres para ir a las marchas y para involucrarme en lo que pasaba en la Prevo y así lo hice. Recuerdo que en una mezcla de inocencia e impotencia, yo traía un picahielo escondido como instrumento de hipotética defensa, por si me tenía que enfrentar a los granaderos, cosa que nunca sucedió. Lo más que recuerdo es estar muy asustado, junto con mis compañeros en alguno de los pisos superiores de la escuela, mientras veíamos por las ventanas como nos rodeaban los granaderos. Buscando algún pedazo de banca, algún barrote, algún palo, para defendernos. No pasó nada. Bueno, ahí no pasó. La bronca estaba siendo en la Vocacional 7, justo enfrente, en la Plaza de las Tres Culturas… cuyo edificio, se convirtió después en hospital del IMSS y fue demolido hace unos 5 años. Por cierto el edificio de mi Prevo, es ahora un hospital del IMSS, en la esquina de Manuel González y el Eje Central.

Estuve en algunas marchas, estuve en asambleas, pero no estuve el 2 de octubre en Tlatelolco.

El 2 de octubre iba para allá con un querido amigo, César, pero a la altura de la Comercial Mexicana Asturias, un dolor muy fuerte de barriga y la falta de permiso de mi amigo, nos decidió a desistir y regresarnos, así que nos bajamos del camión en el que íbamos, un Tacubaya – Hospitales si no recuerdo mal. Esa tarde noche, en medio de la avalancha de rumores, yo me trepé a la azotea de mi casa, a la parte más alta, arriba del tinaco, para tratar de ver algo ¿luces quizá? en la zona de Tlatelolco. Viviendo nosotros a la altura del metro Nativitas, podrán apreciar la inocencia y desesperación de mi causa.

 

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