Diferencias de criterios caracterizadas como noticias falsas ¿Muera la disidencia? Primera parte

Foto: Especial

Por Carolina Verduzco Ríos

YouTube, Facebook y similares: los nuevos inquisidores

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 09 de octubre de 2020.- Para acallar a la Dra. Judy Mikovits –especialista en bioquímica molecular, quien fue arrestada sin orden de aprehensión, estuvo presa y nunca fue sentenciada– sus detractores continúan haciendo maniobras para impedir que se difundan sus posiciones, ahora respecto al tema del COVID-19. Es posible que, como algunos dicen, ella esté siendo utilizada por las huestes de Trump para justificar sus propósitos de terminar con el confinamiento de los trabajadores en aras de garantizar las ganancias de poderosos grupos económicos, no obstante, no hay razón legítima para coartar su derecho a expresarse públicamente.

El video, titulado ‘Plandemic: The Hidden Agenda Behind Covid-19’ https://www.facebook.com/2243473505912257/posts/2610613302531607/, que tiene a la Dra. Judy Mikovits  como figura central, contiene elementos que merecen ser difundidos respecto a los intereses de los directivos de la OMS y otras instituciones multinacionales y transnacionales que determinan las políticas de salud en muchos países del mundo.

Ya se ha quitado el video varias veces de redes, pero se ha vuelto a subir, de forma que, hasta ahora, no han logrado invisibilizarlo y hacerle totalmente el vacío, ante lo cual hay una campaña de prensa para desacreditar a su protagonista y justificar que se le acose.

Entre los materiales periodísticos que ilustran la censura en contra del video que nos ocupa está un artículo que La Vanguardia publicó bajo eltítulo “Facebook y Youtube retiran un polémico video sobre la Covid” (https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20200511/481090671465/facebook-youtube-retiran-polemico-video-covid-19.html).

Igualmente The New York Times en Español –después de referirse a la doctora como “nueva heroína de las teorías de la conspiración”, justifica que se le expulse de las redes diciendo: “el video muestra argumentos infundados de la doctora Judy Mikovits sobre la pandemia” (https://www.nytimes.com/es/2020/05/11/espanol/plandemia-judy-mikovitz-desinformacion.html)

No es la única víctima de expresiones conceptualmente huecas, pero agresivas y estigmatizadoras, que se usan para mancillar a quienes dan información o hacen análisis que comprometen a personajes y a instituciones poderosas. “Partidarios de teorías conspiracionistas”, es una de esas expresiones para denigrar a los denunciantes. Así se evita dar respuestas puntuales a las acusaciones y se desvía la atención.

Recurrir al calificativo “conspiracionista”, para invalidar todo lo que se cuestiona, es una manera de hacer creer que ni los políticos, ni las instituciones, ni las organizaciones, ni los corporativos empresariales confabulan y que las conspiraciones son fantasías. ¿Tiene sustento negar la existencia de los complots en las más altas esferas del poder? ¿Acaso en la historia y en las experiencias recientes ha estado ausente conspiración?

Doble racero de los creadores de opinión

El “argumento” de ambos artículos para justificar la eliminación de este video es que difunde “falsas noticias”,cuando al mismo tiempo se divulgan otros materiales que no tienen un ápice de verdad, pero son vistos como “opiniones divergentes” que contribuyen a la pluralidad.

La Dra. Mikovits afirma en el video que, “deliberadamente o no”, la mutación del virus causante de la actual pandemia se produjo debido a su manipulación en laboratorio, pues para que tal evolución ocurriera de manera natural habrían tenido que transcurrir 800 años. Considera que es incorrecto el tratamiento con ventiladores a los pacientes de COVID, que el uso de mascarillas y guantes deprime el sistema inmunológico, que el cierre de las playas limita que las sales y los microbios marinos jueguen su papel curativo, etc.

Considera que la alta vulnerabilidad que mostró Italia al nuevo virus se explica porque ese país tiene una población muy anciana con enfermedades inflamatorias, y “en 2019 obtuvieron una nueva forma no probada de vacuna con cuatro cepas diferentes de influenza, incluido el altamente patógeno H1N1”

Aclara que ella no está en contra de las vacunas en general, pero plantea que su potencial económico determina estrategias que conducen a crear artificialmente su necesidad.

En este tipo de aspectos sus puntos de vista pueden ser erróneos o no, y se polemiza mucho sobre ellos, pero en cambio se evita debatir sobre sus denuncias respecto a las prácticas corruptas de los personajes y las instituciones que dictan las políticas y las directrices en materia de salud en función de los beneficios económicos de empresas trasnacionales y no del bienestar de las poblaciones. Estos son los temas a los que no se les dan respuestas y simplemente se les hace el vacío.

La enorme difusión que ha tenido el video (“se ha visto más de ocho millones de veces”, según reconoció The New York Times) muy probablemente se deba al activismo de losimpulsores de Trump. No obstante, si el conservadurismo derechista y la filiación política de las personas fueran razones válidas para aprobar que se le censure ¿los administradores de esos sitios electrónicos también deberían acallar a los Testigos de Jehová, quienes no admiten que se hagan transfusiones de sangre?

Independientemente de que se puedan considerar erróneos o acertados los argumentos de la Dra. Mikovits, ¿es válido que Youtube, Facebook y demás redes se erijan como dictaminadoras y censoras de los contenidos que se pretende difundir?

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