El ángel caído

Por Gregorio Ortega

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 19 de febrero de 2019.- Los ex presidentes de México son ángeles caídos, distantes de los motivos por los cuales Luzbel perdió el favor del Señor, porque mientras tuvieron en sus manos la responsabilidad de mandar, se postraron y adoraron con tal de conservar unas migajitas de ese enorme poder presidencial, que ya se fue y no debe regresar.

     Carlos Salinas de Gortari perdió el favor del pueblo y su lugar en la historia patria, al momento en que apareció el EZLN y enseguidita le mataron a Colosio y a José Francisco Ruiz Massieu, mientras decidía permanecer con los ojos abiertos y la razón cerrada. Terminó por convertirse en El innombrable.

El de Ernesto Zedillo Ponce de León es un caso lamentable y curioso, porque recibe el destello de Luzbel como consecuencia de un crimen político, y a las primeras de cambio comete el error de diciembre, cuya corresponsabilidad tiene origen en la soberbia de Salinas, al no devaluar en tiempo oportuno, y al imponerle a Jaime José Serra Puche, el artífice de la indiscreción que propició la corrida contra el peso.

     Sí, caso curioso y lamentable, porque después se empeñó y colocó el PIB que sus sucesores jamás alcanzaron, ni lograrán, por más regeneración nacional que se propongan.

     El más terrible y decepcionante es el del inicio de la alternancia -resulta prudente puntualizar que no ha habido transición-, porque Vicente Fox declinó de su oportunidad única e irrepetible, desde el instante que decidió compartir, con su pareja sentimental, el poder presidencial, del que se aprovecharon los hijos del primer matrimonio de Martita. El ex presidente guanajuatense dilapidó la confianza del electorado y la luz de la razón, a cambio de unas botas y de que lo dejaran disfrutar, a su manera, del cargo.

     Las consecuencias del gobierno de Felipe Calderón, una administración bélica, no acaban de manifestarse y durarán más allá del tiempo de tres o cuatro generaciones, pues las cicatrices de la violencia, de las pérdidas físicas de familiares y amigos, tardan en sanar, pero ocurre peor con esa incertidumbre sembrada por las desapariciones. Dejan a los deudos con un dolor sordo y perenne, sin lugar a la remisión, el olvido y el descanso. Se llama recuerdo de no saber.

     Ayotzinapa, la Casa Blanca, la corrupción sin pudor y la impunidad, impidieron a EPN lograr los niveles de Luzbel en el favor de los dispensadores del poder. Cayó tan pronto como ascendió.

     La tragedia de Tlahuelilpan abre un impasse en la crónica del porvenir de un gobierno que ofertó una regeneración nacional, una reforma del Estado y una IV República, cuando la realidad apunta a la restauración de la presidencia imperial. ¡Vaya chinga! ¿O no, lector? La Historia castiga a México con puro ángel caído.

@OrtegaGregorio

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