El error de AMLO al ofrendar a Lincoln
Foto: Presidencia de México.
Por Alina Duarte
Periodistas Unidos. Washington, Estados Unidos. 08 de julio de 2020.- La explosión social en Estados Unidos ha abierto una herida que jamás cerró en el país: la del racismo anclado en la esclavitud que por siglos ha legitimado el relego de la comunidad negra y la sumisión a la llamada supremacía blanca que no es sino el uso de todos los medios posibles, institucionales, sociales y culturales para legitimar el acoso, discriminación, segregación y asesinato de afroestadounidenses a través de, entre otros medios, las fuerzas policiales.
La suma de esos y otros factores, específicamente el mal manejo de la pandemia y un año electoral por demás convulso, ha puesto muchos debates en la arena pública, uno de ellos, la simbología sobre la cual se erige esa “supremacía blanca” (que valga la aclaración, lo correcto es llamarle opresión racial y no dar cabida a la duda de si la blanquitud puede ser “suprema”).
Por eso es que el derribo de estatuas ha cobrado relevancia, porque la brutalidad policial es sólo una de las distintas maneras de mermar los derechos humanos de la comunidad negra que de por sí vive discriminación sistemática, que tiene menos oportunidades laborales o que es víctima de desplazamiento de sus comunidades dada la gentrificación constante de sus ciudades, incluida la capital estadounidense que hasta en la década de los 80 aún era conocida como “Chocolate city”. Ahora es distinto, ya no más; las y los afroestadounidenses tienen que vivir en el sureste de la capital más poderosa del mundo ya que la zona céntrica de Washington hoy es mayoritariamente habitada por gente blanca con capacidad adquisitiva suficiente como para poder costear las zonas más privilegiadas de una de las ciudades más costosas de Estados Unidos.
En resumen, razones para tomar las calles y quererlo derrumbar todo, definitivamente tienen varias, a más de un mes del asesinato de George Floyd siguen haciéndolo aunque los grandes medios corporativos no lo muestren. Diario, por más de un mes, al menos una protesta antirracista ha tenido lugar en la capital estadounidense, sea en pequeñas plazas o en las principales avenidas.
Y contrario a las narrativas que pretenden describir las movilizaciones como “radicales” o “ignorantes”, especialmente cuando de símbolos y estatuas se trata, basta con ir a una de las asambleas populares o mítines convocados por múltiples organizaciones para entender que hoy se está profundizando un proceso de desmitificación de narrativas y educación popular.
En las movilizaciones se habla tanto del “excepcionalismo estadounidense” y el “sueño americano”, como de la esclavitud, de los pueblos originarios masacrados y de una lucha interseccional a consolidar a la brevedad. uAunque parezca mínimo, el hecho de que el movimiento haya tenido lugar en el mes de junio, mes del orgullo LGBT+, ha puesto las categorías de raza, género y clase sobre la mesa, más allá de la soberbia academicista intelectual que generalmente traen consigo las aulas. La pedagogía interseccional, la pedagogía de la rebelión está en las calles. Avanzando a su ritmo, fuera de la pedantería y soberbia de quienes ven en el levantamiento popular con desdén por no llegar a conclusiones revolucionarias profundas e inmediatas.
En ese contexto, Lincoln está en el debate, no obstante, su nombre resuena no por abolir la esclavitud, de hecho, hace ruido y suena por aquí y por allá por ser una persona en contra de los derechos de la comunidad negra. En uno de sus testimonios él mismo asegura:
“Mientras estaba en el hotel hoy, un anciano me llamó para saber si realmente estaba a favor de producir una igualdad perfecta entre los negros y los blancos. Si bien no me había propuesto en esta ocasión decir mucho sobre ese tema, a medida que se me hizo la pregunta, pensé que podría ocupar quizás cinco minutos para decir algo al respecto. Diré entonces que no estoy, ni he estado nunca, a favor de lograr de ninguna manera la igualdad social y política de las razas blancas y negras, que no estoy ni he estado nunca a favor de hacer de los negros VOTANTES o miembros del jurado, NI DE ESTAR CUALIFICADOS PARA ALGUNA OFICINA, ni casarse con blancos; además, diré que existe una diferencia física entre las razas blanca y negra que creo que prohibirá para siempre que las dos razas vivan juntas en términos de igualdad social y política. Y en tanto que no puedan vivir, mientras permanezcan juntos debe haber una posición de superior e inferior, y yo, como cualquiera de sus hombres, estoy a favor de que se asigne la posición superior a la raza blanca.”
En el mismo texto agrega: “El juez DOUGLAS ha dicho que no ha podido obtener de mí una respuesta a la pregunta de si estoy a favor de la ciudadanía negra. Hasta donde sé, el juez nunca me hizo la pregunta antes. No tendrá ocasión de volver a pregunta r, porque le digo con toda franqueza que NO ESTOY A FAVOR DE LA CIUDADANÍA NEGRA”.
Por esto, el nombre de Lincoln va de boca en boca. Hallada en una zona bastante gentrificada en el sureste de la capital estadounidense, la llamada “estatua de la Emancipación” está compuesta por una figura de Lincoln con un esclavo a sus pies y ha sido motivo de distintos debates, pero sobre todo, está en el centro de la discusión de quienes protestan en la ciudad. Luego de derrumbar la estatua del confederado Albert Pike, esta estatua ubicada en el Parque que lleva su nombre, está en la lista.
Y es que la anti-negritud no agota la discusión sobre este personaje, también en su contra recuerdan su postura a favor de la colonización de otros territorios con los esclavos liberados, buscando evitar el crecimiento de la población negra en Estados Unidos.
De acuerdo con la Sociedad Histórica Abraham Lincoln:
“En abril de 1862 se abolió la esclavitud en Washington DC y el Congreso aprobó $ 100,000 para colonizar nuevamente a los esclavos liberados. Poco después de que se emitió la Segunda Ley de Confiscación. Apoyó la colonización de aquellos afroamericanos dispuestos a abandonar Estados Unidos a Liberia u otros territorios de América Central. El Congreso aprobó un fondo de colonización de $500,000 además de los $ 100,000 aprobados anteriormente.
“El primer proyecto de colonización fue en 1861 para estudiar la viabilidad de una colonia más cercana en las Américas en lugar de la lejana Liberia. La provincia de Chiquiri en Panamá fue vista como una opción factible. El plan se detuvo cuando los gobiernos centroamericanos protestaron porque el Tratado Clayton Bulwer de 1850 prohibió a los Estados Unidos y al Reino Unido colonizar América Central.
A medida que se acercaban las elecciones presidenciales, Lincoln sintió la necesidad de vincular la emancipación con la colonización para hacer la emancipación más aceptable para los conservadores. La colonización se convirtió en una herramienta política para tratar el tema de qué hacer con los esclavos liberados durante la Guerra Civil”.
Es verdad que al final de su vida Lincoln terminó abandonando la idea de la colonización por la poca practicidad y porque durante la Guerra Civil varios de los afroestadounidenses se unieron a las fuerzas de la Unión contra los confederados, lo cual hizo que éste, sólo previo a su asesinato, reconsiderara que las personas negras tuvieran derecho al sufragio.
LA VISITA DE AMLO A WASHINGTON
En los pocos medios estadounidenses que han puesto atención, la visita de Andrés Manuel López Obrador sucede a mitad de una creciente pandemia, una coyuntura electoral y un alzamiento popular. Los medios ponen acento en que tomó un vuelo comercial, en las implicaciones del T-MEC, o en las “inquietudes del cuerpo diplomático mexicano” como lo reporta Reuters: “La idea de que él compartiera un escenario con Trump, que criticaba a los migrantes mexicanos como violadores y narcotraficantes en su campaña electoral 2015-16 y prometió hacer que México pagara por su planificado muro fronterizo, suscita inquietud entre los diplomáticos mexicanos.”
Pero sobre todo se destaca las consecuencias electorales del encuentro:
“Los críticos dicen que la reunión planificada también le dará a Trump una plataforma para pulir sus credenciales con los votantes hispanos para su candidatura de reelección en noviembre”, narrativa secundada con mucho ánimo entre la derecha.
Personajes como Krauze intentan posicionar esa idea a través del Washington Post: “El ex embajador de México, Arturo Sarukhán, me dijo que sería ‘suicida por la relación estratégica y de largo plazo de México con Estados Unidos’. Según Sarukhán, López Obrador corre el riesgo de ser percibido como un aliado de Trump. ‘No debería viajar a los Estados Unidos para reunirse con Trump en la víspera de la campaña general´, me dijo Sarukhán, y luego agregó en un correo electrónico: ´Necesita comprender que será utilizado como un accesorio, al igual que su predecesor lo fue’”
Pero el juego electoral va más allá de estrechar manos con Trump, los demócratas están dispuestos a ver en cualquier jugada del magnate una oportunidad de atacar y la visita de AMLO es una de ellas.
El llamado Caucus Hispano conformado por 13 congresistas, entre ellos Alexandria Ocasio Cortez, pidieron a Donald Trump cancelar la invitación por ser un “intento de distracción” y querer “politizar la relación bilateral”. Y es que ven en la visita de López Obrador un posicionamiento directo con los republicanos de cara a las elecciones en noviembre.
La pandemia va in crescendo en Estados Unidos, las protestas no cesan y digámoslo claro, los argumentos para justificar la visita al Trump se perciben muy forzados sin negar el júbilo existente entre muchos de la comunidad mexicana que manifestarán su apoyo a López Obrador a las afueras de la Casa Blanca, sin que el mandatario contemple una reunión con ellos en la agenda.
En este contexto por demás complejo, volviendo al punto inicial de este texto que es el acto inicial con el que López Obrador iniciará esta visita de trabajo ofrendando a Lincoln, no necesariamente es comenzarla con el pie derecho. Una ofrenda floral podría fácilmente ser interpretada como un mensaje hacia la comunidad mayoritariamente afroestadounidense que hoy está en las calles. Sus debates y demandas no se agotan con el tema de la brutalidad policial, al contrario, hoy han hecho de las calles una pedagogía diaria de la rebelión. Por elloinsistir en que es una realidad que durante mítines y marchas hablan de la esclavitud, de la Guerra Civil, de la intersección entre raza, género, clase social y de distintas opresiones que se viven en esta sociedad.
“Seremos libres hasta que todos lo seamos” es una de las consignas frecuentes en el país, por ello es que incluso la estatua de Lincoln está en la mira. porque no basta no ser esclavos, hace falta acabar con el racismo que esa esclavitud trajo consigo. Lincoln hoy no es ícono ni ejemplo a seguir, no para quienes están en las calles, sí pero para quienes viven el “sueño americano”, por eso es que ese enorme Lincoln que aparece en las películas de Hollywood, a unos metros de la Casa Blanca, está resguardado por policías y miembros de la Guardia Nacional, así como también lo está el Lincoln con un esclavo a sus pies, resguardado por rejas y vallas custodiadas por la Policía Metropolitana de Washington D.C.
Hoy en la consciencia colectiva Lincoln no es aliado y de rendirle una ofrenda, el mensaje sería erróneo para un pueblo que se levanta, para un pueblo nada distinto de quienes dos años atrás votaron por acabar con un modelo capitalista en su fase neoliberal en México o en general, de quienes votando o no, siguen siendo olvidados en el mundo.