El FMI elogia al gobierno mexicano por mantener la estabilidad financiera y fiscal: ¿Para quién se gobierna?

Por Arturo Huerta González

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 12 de octubre de 2021.- La supuesta estabilidad financiera se ha traducido en altas ganancias de la banca y de la Bolsa Mexicana de Valores, y el sector bancario no ha incrementado la disponibilidad crediticia a las empresas en más de 18 meses, evidenciando que es disfuncional al crecimiento económico. Por su parte, la estabilidad fiscal se ha sustentado en recortes presupuestales que han profundizado la crisis. La llamada estabilidad macroeconómica impulsada por décadas por el FMI, nos han llevado a crisis económicas recurrentes.

El propio FMI reconoce que “México paga un costo humanitario, social y económico muy alto, pues hay más de medio millón de muertes probablemente relacionadas con el Covid-19, el subempleo se mantiene por encima del pico alcanzado durante la crisis financiera mundial, hay más de 4 millones de personas sin trabajo y los niveles de pobreza aumentaron”. Si aceptan eso, es para que no sigan recomendando las políticas de “estabilidad” causantes de ello. Pero el costo humano, social y económico de sus políticas no les importa, con tal que siga ganando el sector financiero para el cual trabaja el FMI.

El FMI señaló que “el gobierno mantiene una política fiscal conservadora, que le ha otorgado cierto margen de maniobra para salir al mercado en una estrategia que incluya el compromiso de incrementar sus ingresos tributarios”. Y de ahí que propone cambios fiscales, como eliminar la tasa cero del IVA y ampliar la base del Impuesto Sobre la Renta.

Tal planteamiento neoclásico de que la política fiscal conservadora del gobierno le permite ahora establecer impuestos para mejorar sus ingresos tributarios, es no considerar el impacto negativo que sobre el ingreso de empresas e individuos ha ocasionado dicha política fiscal restrictiva, lo que le impide mejorar sus ingresos tributarios. Éstos disminuyen, al reducirse el ingreso nacional. En dado caso, hay que gravar al sector financiero, que siempre gana a pesar de la crisis, cosa que no propone el FMI.

El FMI señaló que “la economía se enfrentará a nuevos desafíos derivados de los cambios tecnológicos y los efectos del cambio climático, por lo que es preciso preservar la estabilidad y promover un crecimiento inclusivo y sostenible”. El problema es que esos desafíos no se encaran con la estabilidad fiscal y financiera que han demostrado que actúan a favor del sector financiero y contra el crecimiento productivo y el cambio climático.

El organismo internacional hizo recomendaciones a Pemex, de que venda activos no esenciales, de que posponga los nuevos planes de refinería y que se promuevan asociaciones público-privadas, que se aliente la inversión privada en dicho sector, en vez de reducir su espacio. Es decir, propone que se siga con la Reforma Energética de Peña Nieto, evidenciando los intereses a los que responde dicha institución, y que está contra la posición del actual gobierno de que los sectores estratégicos sean de la Nación.

La única recomendación cuerda que hizo es la de “reformar el costoso plan de pensiones” de Pemex. Al respecto cabe mencionar que en noviembre de 2018 se presentó en la Cámara de Diputados una Iniciativa de Ley para poner un tope a todas las pensiones del país de 15 salarios mínimos, para reducir las estratosféricas pensiones en Pemex y la CFE y de otras instituciones, lo que permitiría reducir las presiones sobre las finanzas de tales empresas e instituciones y del gobierno, pero el responsable del Grupo de Morena en la Cámara de Diputados, frenó dicha Iniciativa.

El FMI a pesar de reconocer que la inversión pública es baja y que se requiere invertir en proyectos de alta calidad para respaldar el crecimiento, recomendó trabajar con un gasto público deficitario del 1.5 % del PIB para “ayudar a aliviar las presiones sobre los más vulnerables”, pero afirmó que “no será suficiente para impulsar la economía”. Ello evidencia lo contradictorio de sus planteamientos. Reconocen que no se invierte lo suficiente, pero se niegan a dejar de lado las políticas de austeridad fiscal. Muchos países han roto con los planteamientos convencionales del FMI y están trabajando con déficit fiscales hasta más del 20% del PIB para combatir la pandemia y recuperar la actividad económica. México se profundizará en el estancamiento de seguir las recomendaciones del FMI.

 

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