A Kyara, Giuliana María y Miquel Román, y a todos los niños con la esperanza
de que vivan alegremente en un mundo lúdico, mejor, bueno y justo, donde puedan jugar en paz.
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 02 de mayo de 2022.- Cuenta la leyenda bíblica –Evangelio de Mateo (Mateo 2:1-23)– que en tiempos de la región de Palestina dominada por los romanos aconteció una matanza de niños ordenada por Herodes I El Grande, rey de los judíos vasallo de Roma. Herodes mandó a ejecutar a los niños nacidos en Belén con el propósito de matar a Jesús, “un recién nacido a quien los magos de oriente designaron como el rey de los judíos”.
Dos milenios han pasado de tan lejano crimen pero tenemos desde hace buen tiempo nuevos genocidios y un Herodes moderno. “Si el dinero, según Augier, ‘nace con manchas naturales de sangre en la mejilla’, el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza”, escribe Marx en su magna obra El Capital. En las primeras fábricas inglesas y en las minas de carbón de los siglos XVIII y XIX trabajaban niños menores de siete años, obligados a laborar entre doce y quince horas todos los días de la semana. No se alimentaban correctamente, estaban en un ambiente lleno de peligro y suciedad, no podían ir a la escuela ni jugar porque pasaban largas horas trabajando. La explotación del proletariado moderno también empezó con la explotación infantil y miles y miles de muertes. Eso fue parte de la historia infame de la Revolución Industrial.
Cual Herodes moderno el capital aniquila a millones de niños con la pobreza, la miseria y sus hambrunas, explotación y sus guerras. En la jornada de trabajo diaria el capital aparece como vampiro. “El capital es trabajo muerto que, como un vampiro, vive sólo de chupar trabajo vivo, y cuanto más vive, más trabajo chupa”, dice Marx, que ese vampiro no se saciará hasta que “quede por explotar un solo músculo, tendón o gota de sangre”. Es una metáfora muy clara. El capitalismo se encarga de explotar al proletariado. Su trabajo es chupar la sangre productiva de los obreros mientras ellos, los burgueses, tratan de obtener la ganancia máxima. El capital es una maquina trituradora de vidas humanas, incluidas la vida desde temprana edad. Todo ello es parte de la barbarie social y signo de los tiempos apocalípticos actuales. La verdadera evidencia del bienestar y progreso social debe reflejarse en el trato digno y la buena condición de sus condiciones materiales y espirituales de los infantes.
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Uno de los mejores libros jamás escrito sobre la condición miserable de la niñez explotada y oprimida por el capital es el de Otto Rühle, muy vigente: El alma del niño proletario, escrito en 1933 y publicado en México en 1987 por Ediciones Hispánicas. El Prefacio fue escrito por Alejandro Gálvez Cancino, quien dice que Rühle por “su compromiso con las clases proletarias, y en particular con la niñez, lo destacan como el pionero en el estudio científico de los hijos de los trabajadores urbanos.” Otto Rühle escribe en su libro que “El niño proletario llega a adquirir el mismo sentimiento clasista y, por tanto, la misma mentalidad, la misma psique de clase, por motivos análogos y camino semejante que el proletariado adulto. Hay un instante en que, por obra de una vivencia adecuada, el niño adquiere conciencia del hondo abismo que se abre ante él y el niño de clase burguesa”. El niño proletario nace en una familia cuyo nivel de vida se mantiene constantemente próximo al mínimo necesario para la subsistencia, casi siempre más bajo. Esta familia no puede sortear los golpes del destino y las adversidades económicas, “que alcanzan rudamente de rechazo a sus hijos, sin perder nada de su fuerza”.
Cualquiera que haya leído el magistral cuento infantil Paco Yunque (1931), del gran poeta Cesar Vallejo, conocerá del profundo abismo existencial entre la niñez proletaria y la niñez burguesa. Vallejo quiso hacer una denuncia social del abuso de los ricos sobre los pobres; es como si hubiese descrito el profundo y conmovedor pesar de su excelso poema Los heraldos negros (1918). Y si hablamos de cinematografía, podemos recordar inmediatamente la genial película Los olvidados (1950), de Luis Buñuel, en la cual cuenta una historia trágica y realista y surrealista sobre la vida miserable y violenta de unos niños pobres en un barrio marginal de la Ciudad de México. Sí se hubiera propuesto Jorge Luis Borges escribir un capítulo más de su gran Historia Universal de la Infamia (1935), sería uno grueso sobre la condición infantil impuesta por la mezquindad humana.
Nos dice Eduardo Galeano que: “Día tras día, se niega a los niños el derecho de ser niños. Los hechos que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños.”
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Un porcentaje significativo de la población infantil mundial padece todos los horrores del sociedad actual. Se estima una población mundial de siete mil 943 millones de personas (México ocupa el decimo lugar con casi 132 millones), de ese total dos mil millones 200 mil son niños y niñas; es decir, personas de 0 a 14 años de edad, cuya mayoría vive en países subdesarrollados, con toda su penuria inherente. La degradación social va en aumento. El sistema económico y político no distingue edades ni género para llevar a cabo sus propósitos de acumulación capitalista salvaje y este sistema, además, pone de inmediato al abismo de la extinción a la humanidad entera con el calentamiento planetario. Ese sería el futuro para las próximas generaciones sin futuro…
En México, cada 30 de abril se conmemora el Día del Niño. En un mundo tan hostil hacia muchos de ellos, debe celebrarse con festejos y juegos. Pero eso no nos debe impedir ver la cruda realidad de miles de niños pobres campesinos e indígenas del México Profundo, donde una alternativa de sobrevivencia es incorporarse a la fuerza o por voluntad propia a las filas del Narcopoder, manejando armas de gran calibre, como existen muchos niños en los ejércitos en el mundo como carne de cañón. En las calles de las grandes ciudades, a muchos niños los vemos vendiendo golosinas o haciendo malabares para sortear la vida infame que les ofrece la sociedad “civilizada”. Es la condición inhumana del infante pobre urbano o rural donde se refleja fielmente la ruindad de la sociedad burguesa.
En México, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la medición de la pobreza estudia cuántas personas viven con ingresos menores a los que necesitan para garantizar su bienestar y considera además cuáles de sus derechos sociales no están siendo cumplidos, como el acceso a servicios de salud, a una nutrición adecuada o a una educación de calidad. El 51 por ciento de los niños, niños y adolescentes viven en situación de pobreza, de ellos, 4 millones viven en pobreza extrema. Uno de cada dos niños, niñas y adolescentes en México vive en pobreza; de estos, el 20 por ciento están en pobreza extrema. Los niños, niñas y adolescentes corren mayor riesgo de vivir en pobreza si pertenecen a hogares indígenas, habitan en localidades rurales, algún miembro de su familia tiene alguna discapacidad o el jefe o jefa de familia tiene un nivel bajo de escolaridad. Una de las principales carencias que afectan a la población de 0 a 17 años es el acceso a seguridad social. Ello se debe en parte a la alta tasa de empleo informal en el país y a que muchas familias no tienen acceso a programas de protección social. En México, a los niños en primera infancia sólo se les destina 0.8 por ciento del PIB.
http://www.unicef.org.mx/SITAN/
En México, en el 2020 cada día asesinaron a 3 niños y otros 7 desaparecieron. Ese mismo años, el incremento de la violencia ha golpeado a los niños, niñas y adolescentes: desde 2018 fueron asesinados 3 mil 108 menores, de los que 1 mil 161 fueron víctimas directas del crimen organizado, explicó el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas. A su vez, Susana Sosenski: “En México estamos en una etapa terrorífica de desapariciones de niños”. La historiadora, dedicada al estudio de las infancias, denuncia la falta de libertad que tienen los menores por las graves violencias que enfrentan en el país. Cada día, 14 niñas, niños y adolescentes desaparecieron en México durante 2021. Desde que empezó el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, 19,445 niñas, niños y adolescentes han sido reportados como desaparecidos, de los cuales 5,102 siguen sin ser localizados, de acuerdo con datos preliminares de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM). Dicha organización alertó que desde que se tienen registro, 82 mil 328 personas de entre 0 y 17 años de edad, han sido reportadas como desaparecidas; actualmente 1 de cada 5 continúan sin ser localizadas.
https://www.animalpolitico.com/2020/12/menores-asesinados-desaparecidos-mexico/
https://www.animalpolitico.com/2022/04/ninas-ninos-adolescentes-desaparecidos-mexico/
En Jalisco hubo 208 niños desaparecidos en el año 2021. El analista Mario Patrón dice que “es muy cierto que la actual administración heredó un problema estructural difícil de enfrentar; sin embargo, la cifra acumulada de desaparecidos y no localizados en México asciende a 99 mil 110; de los cuales 30 mil 721 desaparecidos corresponden al actual sexenio; esta cifra es ya 95.8 por ciento superior al mismo periodo del sexenio de Peña.”
https://www.mural.com.mx/acumula-jalisco-208-ninos-desaparecidos/ar2252417?v=5
https://www.jornada.com.mx/2022/04/21/opinion/018a1pol
En resumen, muchos niños, especialmente los pobres, por su condición de fragilidad o vulnerabilidad social, sufren los graves problemas de una población adulta enferma. Problemas de violaciones, de clérigos pederastas, crímenes, secuestros, robos, agresiones familiares, etcétera. Por supuesto, los problema derivados de la condición social de millones de menores indefensos sin protección de salud pública, de carencia educativa, alimentación deficiente, falta de seguridad pública –responsabilidad de todos los niveles de gobierno–, prostitución, alto déficit de espacios recreativos infantiles, hacen un martirologio a causa de una sociedad capitalista enferma, decadente y corrompida.
Requerimos de una profunda transformación social que aniquile estas taras propiciadas por la vorágine de barbarie social y empiece a cambiarla para verdadera vida digna. Necesitamos reivindicar y luchar por derechos humanos para toda la niñez. El futuro de la infancia libre de contradicciones y conflictos sociales es el futuro digno de la humanidad entera. Necesitamos luchar por “Nuestra común empresa: Cohumanidad”, decía con convicción revolucionaria Otto Rühle.