El incontenible Óscar Chávez

Foto: Cuartoscuro

Por Jorge Meléndez Preciado

            Periodistas Unidos. Ciudad de México. 02 de mayo de 2020.- Lo dice bien el cantautor Rafael Mendoza: “Óscar Chávez era un ser humano, amable, chispeante pero muy exigente y nada trivial”. Gran compañero de luchas, con patillas o sin ellas.

            Se le recuerda más por la película: Los Caifanes, de Juan Ibáñez, guión de Carlos Fuentes (1967), que marcó el fin de una época del cine mexicano, ya que se abrió a nuevas corrientes y se acabó con la sujeción a un grupo mafioso de directores que era el PRI en dicha industria.

            En la misma participaron Enrique Álvarez Felix, hijo de María, haciendo el papel de lo que llamaríamos ahora un fifí, antes junior, y Julissa, un pimpollo, que representaba a las chavas que deseaban liberarse y correr aventuras con los jodidos, los que vivían, transgredían, ya que en el filme visten por relajo, desmadre, irreverencia a la Diana Cazadora, tan mal vista por las señoras de la antes llamada alta sociedad. Aparece, por cierto, Carlos Monsiváis, como un Santaclós borracho (éste después haría una letra de canción para TivolI, de Alberto Isaac). Y Chávez, a quien se le llamó popularmente, el “Caifán Mayor”, la hace de El Estilos, un pandillero naif.

            Pero no obstante que apareció en otros filmes, su voz y canciones fueron lo mejor de él. Lo mismo con los versos de José Martí en: La niña de Guatemala; que, en la interpretación de Macondo, acerca de la obra de Gabriel García Márquez; o difundiendo la nueva canción latinoamericana, entre ellas la cubana, o en: Se vende mi país.

            Estuvo en el 68   con los estudiantes, apoyando a los del movimiento del terremoto en 1987, en los festivales de Oposición del PCM y con el EZLN, entre muchas otras acciones de libertad y valentía. Un rebelde tranquilo, decidido, honrado, dispuesto a compartir con todos, sin prejuicios su voz, su arte, su destino.

            Lo conocí en los años 70 en un cabaret que estaba en el Paseo de la Reforma. Si mal no recuerdo se llamaba- para eludir la censura- Café Colón.

            Murió el día del niño y antes del Primero de Mayo. Enorme simbolismo.

            Adiós, al compañero universal.

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