El irreverente, Carlos Martínez Rentería + Video
Por Jorge Meléndez Preciado
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 10 de febrero de 2022.- Meses terribles para este tecleador: el último de 2021 y enero de este año, ya que han fallecido amigos de verdad entrañables que han dejado huella profunda en mi vida.
No haré un recuento exhaustivo. Sólo mencionaré tres: Mariano Albor, Gerardo de la Torre y el más reciente, Carlos Martínez Rentería.
Mariano fue mi abogado en varios casos de demandas que hicieron por mis artículos algunos políticos como los hermanitos Bribiesca (hijos de Martha Sahagún), Mario Marín, el gober precioso, y algunos más.
Las pláticas con Albor eran siempre de literatura, educación y, menos frecuentemente, de política. Inolvidable maestro.
Gerardo de la Torre es un símbolo en la literatura, sobre todo de los petroleros. Conocedor del béisbol. Miembro del grupo “Honor, prejuicio, trago y cultura”, como motejó, en uno de sus libros, a quienes nos reuníamos en la cantina: Salón Palacio (así titulaba Martínez Rentería su columna periódica) después de cobrar nuestra semana por las colaboraciones que hacíamos en la: Revista Mexicana de Cultura, la cual dirigía el gran poeta y comunista español, Juan Rejano.
Conversaba con Gerardo, antes de su adiós, largos minutos por teléfono, ya que era un platicador chispeante y alburero al máximo.
Carlos Martínez Rentería era un provocador nato, un trabajador incansable y un irreverente en todo. Amén que un promotor cultural único, ya que conseguía lugares y recursos para hacer lo que tenía en mente, agregando a muchos que ni siquiera estaban tan convencidos de sus propuestas innovadoras y destrampadas.
Afortunadamente acerca de Carlos MR la prensa cultural, tan disminuida por la comercialización de los medios y la falta de secciones en muchos lugares, le dedicó amplios espacios.
¡Maravilloso!
El buen Carlitos se ganó a pulso todos los elogios que se merecía en vida. Aunque en muchas ocasiones, como era muy ostensible, varios que ahora lo exaltan, no publicaran sus propuestas: la liberación del uso de drogas, las mujeres, el aborto y su empoderamiento; la posibilidad de vivir plenamente sin restricciones y hasta seducir a ciertas autoridades para que prestaran recintos y pusieran la lana del pueblo en actos que estaban mal vistos por los burócratas mayores.
La revista Generación (que dirigió siempre) será de colección para muchos y debe ser preservada por las instituciones culturales, ya que forman parte de una época donde las rupturas dijeron no a la llamada cultura de los que únicamente hacían suplementos para obtener prebendas.
Sus actividades en cantinas y salones de baile (Los Ángeles especialmente: saludos, Miguel Nieto), cabarets como el desaparecido Bombay (snif, pues yo nací a tres cuadras de este centro de regocijo y baile) y su relación muy estrecha con la Pulquería Insurgentes, por señalar unos cuantos, era no sólo muy abierta, sino eso permitió que esos sitios emblemáticos estuvieran más tiempo abiertos y fueran incluso lugares que frecuentaba la ya no pomposa intelectualidad.
Su obra poética es elogiada por muchos. Yo la conocí poco y no tengo ya la fortuna de preguntarle a un maestro de estas maravillosas y complejas letras para saber qué opinaba, algo que pude hacer con el maestrísimo Efraín Huerta acerca de Mediodía (Joaquín Mortiz), de Parménides García Saldaña, otro auténtico desbocado, la cual catalogó (Efraín), de excelente obra.
Buscaré esos poemas que no leí de Martínez Rentería, encontraré la revista Generación acerca de la colonia Guerrero, a la cual no me invitó a colaborar siendo yo de ese barrio, y difundiré por todos los medios que pueda la obra múltiple y valiosa de Carlos.
Más que recitar la torpe frase: “Que descanse en paz”, utilizada inexplicablemente hasta por muchos comunistas, reproduzco parte de un verso de Jorge Luis Borges: “Yo no le temo a la muerte. No le/ temo ni me estremece. /Cuando estoy triste pienso/ como puedo estar triste si me/ espera esa gran aventura que/ es la muerte. Si tengo suerte, /seré aniquilado, borrado/ totalmente, y si no, si hay otra vida, la aceptaré como he/ aceptado ésta. Peor que ésta/ no será. Hasta puede ser/mejor. No sabemos nada, pero/ podemos pensar que hay una/ aventura más allá de la/ muerte”.
¡Salud, mi irreverente Carlos Martínez Rentería! Algunos de tus sueños y desafíos se están cumpliendo; otros van en camino.