Periodistas Unidos. Ciudad de México. 31 de mayo de 2022.- La invasión del gobierno ruso de Putin a su vecina República independiente de Ucrania, iniciada a finales de febrero, cumplirá más de tres meses en junio próximo. No es ya como el gobierno del déspota ruso pensaba una corta operación de conquista militar imperialista que impondría sin grandes obstáculos el control de Moscú sobre una nación de cerca de 45 millones de habitantes. La resistencia popular ha sorprendido a los invasores y, podríamos añadir, a grandes sectores de la población mundial. A costa de grandes sacrificios del pueblo ucraniano entre los que destacan los más de cinco millones de exilados en su abrumadora mayoría mujeres y niños, esta guerra por tanto es también una guerra de liberación por parte de un pueblo dispuesto a defender su independencia, libertad y soberanía y cuyo heroísmo y valentía está logrando detener al invasor ruso y posibilitar su derrota.
La compleja situación
Es una guerra que ha roto muchos esquemas. En especial ha sido notable la confusión y la lenta manera en que amplios organizaciones de izquierda han reaccionado y reaccionan ante la complejidad evidente de la situación que plantea en verdad este peligroso conflicto bélico por el hecho que en su escenario se confrontan poderosas fuerzas. La razón es que es una guerra que se da en plena Europa en escenarios no tan lejanos a los que presenciaron los inicios de las otras dos guerras europeas interimperialistas del siglo pasado que se convirtieron en mundiales. En 1914 la primera guerra mundial iniciada en los Balcanes y la segunda guerra mundial iniciada en 1939 con la invasión a Polonia efectuada conjuntamente por la Alemania hitleriana y la URSS estalinista. La confrontación no directamente militar sino políticamente estratégica del imperialismo ruso y occidental, éste encabezado por Estados Unidos líder indiscutible de la OTAN, se está dando evidentemente también en este conflicto en el que el pueblo de Ucrania una vez más, como durante la hambruna estalinista de 1932-33 y la invasión sangrienta del ejercito hitleriano en 1941, esta siendo la victima propiciatoria. Y ante todo sobre esta confrontación pende la amenaza de convertirse en una conflagración militar entre potencias nucleares, ominoso acontecimiento que se convertiría en la tercera guerra mundial sinónima de devastación mundial total.
El imperialismo zarista
Para amplios sectores de izquierda, en especial aquellos cuyo origen y formación fueron los partidos comunistas estalinizados, la Rusia de Putin es una especie de reencarnación de la Rusia de Stalin, hay incluso ciertos sectores que la identifican con la de Lenin.
La revolución bolchevique de 1917 se confrontó con la enorme tarea de emprender la construcción del socialismo en el gigantesco espacio territorial del imperio zarista, cuya característica era que constituía una prisión de pueblos y naciones diferentes. Como sabemos la Rusia soviética quedó aislada después del fracaso de la revolución europea y el ascenso de fascismo en sus diversas variantes, en especial la alemana con el gobierno nazi el más terrible y peligroso.
Poco antes de 1917 Lenin definía así al imperio zarista ruso: “En Rusia el imperialismo de tipo moderno está en vías de nacer, pero esta enredado en una espesa maraña de relaciones precapitalistas tan densa que lo que predomina en Rusia es el imperialismo militar y feudal”. (V.I. Lenin, “El socialismo y la guerra,” Obras Completas, vol. XXI, Ed. Akal, p.411.) Y en su libro de divulgación popular sobre el imperialismo como fase final del capitalismo, escrito también en esos días, Lenin añadía: “el monopolio del poderío militar, los inmensos territorios o las facilidades especiales para saquear a las minorías nacionales, a China, etc., es decir, los pueblos no rusos dentro de la Rusia misma y los pueblos de los países vecinos, estos monopolios en parte completan y en parte sustituyen el monopolio del capital financiero más moderno”. Como dice Zbigniew Kowalewski en su esclarecedor escrito sobre la guerra de Ucrania de donde hemos tomado las citas de Lenin: “Prácticamente todos los exégetas de los escritos de Lenin sobre el imperialismo no mencionan esa proposición teórica que es crucial para el estudio de la formación rusa.” Y complementando su argumento señala como esa formación colonial en la periferia del inmenso imperio zarista no desapareció y marcó posteriormente a las repúblicas soviéticas surgidas en ese espacio. Esta situación determinó en gran medida todo el periodo soviético de esta antigua periferia zarista. Escribe Kowalevski: “Pero entre los pueblos oprimidos [de la periferia] la Revolución Rusa también desencadenó revoluciones nacionales. La más extensa territorialmente, la más violenta, la más dinámica y la más imprevisible de ellas fue la revolución ucraniana. Su explosión, y más todavía la dinámica que tomó, fueron inesperadas. Una nación campesina sin “sus” terratenientes y sin “sus” capitalistas, con una delgada capa de proletariado, pequeña burguesía e intelectualidad y una lengua prohibida, no parecía capaz de o destinada a realizarla. Desde que el ejército ruso aniquiló Sich de Zaporiyia, la fortaleza de los cosacos libres, en 1775, el pueblo ucraniano reivindicó por vez primera su independencia. Asustada por la revolución proletaria que llevó a los bolcheviques al poder en Petrogrado y Moscú, la Rada Central de los partidos pequeñoburgueses ucranianos proclamó en Kiev la independencia inmediata”. (Zbigniew Kowalevski, “La conquista de Ucrania y la historia del imperialismo ruso”, publicado en el sitio de Correspondencia de Prensa.10.05.2022. Fuente:https://herramienta.com.ar/la-conquista-de-ucrania-y-la-historia-del-imperialismo-ruso).
La contrarrevolución estalinista
El aislamiento y el atraso de la URSS precipitaron su burocratización y el triunfo de la contrarrevolución representado por la dictadura estalinista. La caída de la URSS fue el producto del acelerado proceso de restauración capitalista que comenzó y avanzó a grandes pasos muy pronto en el largo periodo estalinista, como en su libro clásico sobre el tema, La revolución traicionada lo pronosticó Trotsky desde 1936, cuando analizó la contrarrevolución burocrática y planteó que si el proletariado soviético no realizaba una revolución política que derrumbará al totalitarismo estalinista y reinstaurara la democracia proletaria, la restauración capitalista se impondría. Ya las conductas depredadoras de la burocracia estalinista en los territorios europeos orientales, en especial en Alemania, conquistados por el ejército rojo durante la segunda guerra mundial, revelaban rasgos parecidos a los antiguos métodos zaristas.
El derrumbe del muro de Berlín y después la caída de la URSS significaron el triunfo del bloque capitaneado por Washington. Se impuso la restauración del capitalismo en los desmembrados espacios ex soviéticos. Esta restauración necesariamente se daría tal y como se había dado el capitalismo en la Rusia zarista, o sea con rasgos imperialistas. La invasión del gobierno ruso de Putin a Ucrania es la confirmación evidente del resurgimiento de esos rasgos imperialistas que la restauración capitalista ha significado en Rusia.
Las provocaciones de la OTAN
La Rusia de la restauración capitalista de Yeltsin y Putin preservó el poderío militar de la antigua URSS que la convirtió durante la guerra fría en la potencia nuclear rival de Estados Unidos. Aunque ecónomamente no rivaliza con el poderío estadounidense, para Washington (en especial para el Pentágono) Rusia capitalista e imperialista si representa un enemigo poderoso, ante todo para su control de Europa.
Es evidente que una de las causas directas de la guerra en Ucrania han sido las provocaciones de la OTAN que desde la caída del muro de Berlín ha rodeado a Rusia integrando a sus filas a todos los antiguos países que constituían el bloque pro soviético de Europa oriental e incluso a las tres ex repúblicas soviéticas bálticas.
Para el grupo dominante ruso la integración de su nación vecina europea más grande a la OTAN, o sea Ucrania, era simplemente intolerable. Y Washington le tendió la provocación en la que el gobierno de Putin ha caído, para completa satisfacción de su objetivo de aplastar a Rusia como rival importante. Su propósito de reforzar la OTAN lo está consiguiendo como lo demuestra la adhesión de Suecia y Finlandia naciones vecinas a Rusia a las cuales la invasión a Ucrania ha tenido como efecto el cambio de su posición neutral que habían mantenido durante todo el periodo anterior de la guerra fría.
La guerra también ha sido la causa de un movimiento en reversa de tendencias que parecían firmes, el ejemplo más claro y peligroso es el rápido rearme que tiene lugar en Europa, en especial en Alemania el país más poderoso del continente cuya decisión de aumentar sustancialmente el presupuesto militar representa un ominoso acontecimiento.
Las repercusiones serán definitorias de cambios radicales de las fuerzas mundiales. Uno en especial es clave, el reforzamiento de China, cuya alianza como el aliado clave de Rusia significara su acercamiento directo a las fronteras europeas, confrontándose directamente con el control de Washington también en ese continente.
A tres meses de haberse iniciado la guerra la situación se complica por las diferentes orientaciones de los principales protagonistas. Señalemos algunas de las más evidente e importantes tendencias que se delinean en un panorama complejo y en constante cambio.
Tendencias y situaciones actuales
En primer lugar la solidaridad debe mantenerse firme y decidida hacia el heroico y sufrido pueblo de Ucrania que defiende su soberanía, independencia y libertad y cuya lucha constituye el factor decisivo del conflicto provocado por la invasión rusa. Un triunfo del imperialismo ruso significaría la subyugación de la nación ucraniana y el reforzamiento de las tendencias dictatoriales fascistoides ya muy poderosas en la propia Rusia de Putin.
El gobierno de Biden que opera como el factor externo fundamental debe de ser combatido y evidenciado como provocador, opuesto a toda negociación y orientado al aplastamiento de Rusia. Hay que oponerse también a esta postura. Una negociación se impone y es necesaria para terminar el conflicto y el reconocimiento que Ucrania no debe ser, ni será parte de la OTAN, organización que tampoco debe subsistir y debe desaparece. Esta debe de considerarse una posición fundamental de toda negociación.
Las naciones europeas, en especial Francia y Alemania trataran de poner en práctica, ciertamente con dificultades, un curso que les permita no ser completamente subordinadas de Washington, tal y como la inercia actual del conflicto provoca.
Y para luchar contra la recurrencia de otras situaciones como la actual la lucha independiente y proletaria, en las calles y en todas las organizaciones populares, contra todos los imperialismos debe continuarse y fortalecerse como la única garantía de impedir el estallido de nuevas guerras, en especial para evitar la barbarie final que sería la tercera guerra mundial nuclear devastadora y aniquiladora de la civilización.